90-. Lúgubre

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El amanecer era uno de los espectáculos más impresionantes que la naturaleza nos permitía presenciar día con día. Yo contaba con la fortuna de haberlo visto desde diferentes lugares, en diferentes latitudes, en diferentes entornos; la playa, la montaña pero sin duda nada se comparaba con contemplar al astro asomándose desde el horizonte mientras te encuentras volando, era prácticamente como si pudieras tocarlo, tomarlo entre tus manos.

-Es hermoso -musité para mí misma mientras me aseguraba de guardar en mi mente hasta el más pequeño detalle de lo que mis ojos veían.

-¿Te refieres a tu reflejo en la ventana? -la somnolienta voz de Zayn me hizo girar con un movimiento rápido la cabeza hacia su dirección.

-No -reí tontamente a causa de su suposición-. Me refiero al amanecer.

-No debería impresionarte. ¿Te has mirado al espejo? Tu belleza es capaz de eclipsar al mismo astro rey -su mano se movió suavemente, apresando detrás de mi oreja uno de esos rebeldes mechones de cabello que obstruían su vista.

El jet privado -porque en efecto, el señor decidió comprarse uno al no encontrar boletos disponibles en una aerolínea-, aterrizó finalmente en Madrid. Yo esperaba partir directamente a ese misterioso lugar por el cual nos encontrábamos en la ciudad pero simplemente terminamos yendo a un hotel.

-Aún no es el momento adecuado para ir a nuestro destino final -mientras me hablaba miraba descaradamente hacia el reloj en su muñeca-, pero yo debo salir a arreglar un par de asuntos pendientes -depositó un sonoro beso sobre mi frente-. Intenta descansar un poco, aún es temprano, te hará bien. Regreso más tarde.

En cuestión de segundos él ha desaparecido dejándome un tanto desconcertada por su misteriosa actitud. Durante La mayor parte del tiempo desconocía cuales eran los pensamientos que se albergaban en la mente de Zayn. Incluso en este instante ignoraba la razón por la que ambos nos encontrábamos en la bella ciudad de Madrid, cuando se lo pregunte él se limitó a usar su ya célebre frase "tengo que resolver un par de asuntos".

Suspiré cansinamente. De esta manera es como lo conocí, ya debía estar acostumbrada, Zayn no cambiaría y me alegraba. En el fondo esa aura de misticismo que lo rodeaba todo el tiempo, me parecía tan candente.

No me fue posible conciliar el sueño a pesar de haber dormido relativamente poco previo a partir de Venecia. Durante una hora completa -que fue el tiempo que Zayn tardó en regresar- me mantuve en la cama a la espera de cualquier acontecimiento.

-Está todo listo -anunció con una brillante sonrisa. Lucia realmente feliz mientras me tendía una mano para ayudarme a salir de la cama-. ¡Vamos! Es hora de irnos.

-Aún no sé a donde vamos -señalé al entrar al ascensor.

-Pronto lo sabrás -repitió cantarinamente. No tenía idea de porque su estado de ánimo era tan bueno.

-Eso mismo dijiste ayer cuando me invitaste a venir.

-No seas impaciente -envolvió sus brazos entornó a mi cuerpo. Abrazándome con fuerza-. Sólo ten en cuenta que él va a encantarte.

¿Él? ¿A quién se refería exactamente? ¿Y porqué iba a encantarme?

No expuse ninguna de mis dudas. Permití que las preguntas permanecieran en mi cabeza multiplicándose con cada segundo transcurrido. Al final la respuesta que obtendría proveniente de Zayn sería nula, daba igual si le preguntaba o no, de cualquier manera no recibiría información que me fuera de utilidad.

El camino parecía interminable. Los edificios y demás construcciones habían quedado atrás, ahora, al mirar por la ventanilla solo era posible apreciar un extenso bosque de robles en el que se resaltaban algunas de sus hojas por las tonalidades cálidas que empezaban a adoptar a causa de la cercanía del otoño. Sin duda las opciones de los sitios a los que Zayn podía llevarme se habían reducido considerablemente.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora