70-. Las penas con pan son buenas; la resaca con café no tanto.

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Violett

Abrí la puerta de la habitación con tanta fuerza y despreocupación que terminó azotando estruendosamente contra la pared. ¿Quién mierda se creía ese estúpido que era? Nadie me dejaba a mi con la palabra en la boca y se iba tan campante.

Mientras reunía todas mis pertenencias de nuevo en mi maleta, me las arreglé para llamarle a Mich.

—Espero que alguien esté muriendo, Violett —advirtió al contestar—, de lo contrario, será mejor que te consigas un ataúd pues yo misma te asesinare por haberme despertado tan temprano —amenazó con voz sombría.

—Sé que esta no es una cuestión de vida o muerte —acepté—, pero discutí con Zayn y ahora necesito un lugar donde dejar mi maleta antes de volver a Londres.

La escuché respirar profundamente contra la bocina.

—Mi habitación es la marcada con el número 115, se encuentra en el quinto piso —agregó—. ¿Quieres que Niall te ayude con tu equipaje?

—No, ya voy hacia allá —y sin más, colgué.

Tomé mis pertenencias al igual que el abrigo perteneciente a Harry y me preparé para salir de la habitación, pero al sentir aquella cálida prenda entre mis manos, los recuerdos faltantes encajaron en sus respectivos lugares.

Todo el contacto físico que tuvimos fueron sólo unos cuantos besos, pero el hecho de que Harry me frenara me llanaba de culpa y remordimiento. Si él no me hubiese detenido, ¿hasta dónde habríamos llegado?

Sacudí la cabeza. No valía la pena pensar en ello.

Después de cinco minutos y tras un par de golpes suaves a la puerta, ésta me fue abierta por mi mejor amiga, quien se arrojó a mis brazos casi de inmediato.

—¿Qué ocurrió? —por el tono que empleó, resultaba evidente que ella esperaba lo peor.

Instintivamente paseé la mirada por la habitación en busca de aquella cabellera rubia.

—No te preocupes, Niall está bañándose —informó el motivo de su ausencia—, puedes hablar todo lo que quieras, él no escuchará.

—¿Desde cuando nos cuidamos las espaldas de Niall? —no pude evitar preguntar con gracia mientras dejaba mis maletas junto a la puerta. Su actitud era un tanto exagerada. Entre Niall y ella no había secretos, por lo tanto, lo que yo le contaba a Mich tarde o temprano era del saber del rubio. Así funcionaba nuestra amistad y yo estaba bien con eso, pues no tenía nada que ocultarle a mis amigos ni ellos a mí. Éramos bastante abiertos los unos con los otros.

—Desde que el muy Judas se dice amigo de Malik.

Negando, me deje caer sobre la cama.

—No lo llames así —pedí—, Niall es un buen hombre, a pesar de tener un pésimo gustos para elegir a sus amigos.

—Eso nadie lo discute —afirmó energéticamente—, aún no se en que estaba pensando cuando decidió que Louis sería un buen aliado.

—No me menciones a ese ingrato —dije con cierto dolor. Eso fue lo que me causó escuchar su nombre; o quizás sólo fue mi jaqueca que reaccionó ante el casi grito de Mich.

—¿Aún no ha hablado contigo?

Negué.

—Se la paso huyendo de mi toda la noche.

—Entonces deberás encararlo en su casa, porque irás a desayunar con nosotros, ¿verdad? —ella estaba mirándome de manera determinante, tenía la misma mirada con la que lograba conseguir todo o bueno, casi todo.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora