80-. Hijos

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El sexo había aliviado la tensión que Zayn y yo habímos estado llevando a cuestas durante los últimos días, aunque también me había dejado varias marcas de las cuales difícilmente me desharía.

Nos encontrábamos en el consultorio del doctor O'donnell, esperando por los resultados que él en compañía de Jay y de mi madre fueron a recibir en algún otro punto del edificio.

El silencio había hecho acto de presencia, ninguno hablaba, no lo necesitábamos, Zayn yo parecíamos comunicarnos por medio de miradas, después de todo este tiempo aún lo hacíamos.

Sonreí al descender los ojos hacia su cuello, en ese apetitoso lugar aguardaba un gran chupetón que ni en sueños podría ocultar pero de cualquier manera no es como si él intentara hacerlo, de hecho, era todo lo contrario, Zayn tenía abiertos los primeros botones de su camisa evidenciando aquella y otras cuantas marca más.

—¡Basta! —chilló Louis y hasta ese momento recordé que él seguía ahí—. Dejen de mirarse así parece que quieren follarse.

Acabados los berridos la puerta fue abierta, permitiendo la entrada de los ausentes. Con prontitud abandoné la silla del doctor y me colé a la que realmente me pertenecía; la del paciente.

—Bien, ya estamos aquí...

—Sí, bueno, eso es obvio —espetó Louis en un murmullo bastante alto. Lo repito; él no tenía idea alguna de como susurrar.

—¡William! —advirtió Jay para que se mantuviera en silencio; sin embargo, lo único que causó fue que el aludido bufara molesto.

—Como decía —incomodo por lo ocurrido, O'donnell se aclaró la gartanta—, procederé a leer los resultados.

Asentí sin importarme que él no hubiese pedido opinión al repecto.

El doctor empleó una gran cantidad de términos de los cuales yo desconocía incluso su existencia, provocando que el diagnostico continuara siendo un enigma para mí.

—¿Y eso traducido a nuestro idioma significa...?

—Que no hay embarazo —le respondió así de claro y sencillo a Louis.

La noticia me alegró. Durante todo este tiempo supe que no había bebé en camino pero nadie parecía creerme cuando se los decía aunque ahora con la confirmación del doctor O'donnel tendrían que hacerlo.

—¡Mierda! —maldijo el mequetrefe ojiazul—. Ahora le debo unos cientos de libras al puto rubio sólo porque no pudiste hacer bien tu trabajo, Malik.

¡Zayn! dios, me había olvidado por completo de él.

Con brusquedad giré mi cuerpo hacia el lugar donde recordaba haberlo visto la última vez, en efecto, ahí permanecía y lo hacía con una expresión de decepción grabada en el rostro, la cual nunca antes había visto en él.

—Cariño... —me levanté rapidamente hasta estar de pie frente a él.

—Estoy bien, ¿sí? Yo sólo... —su voz se quebró, no fue algo que esperaba pero pasó, al igual que las lágrimas acumuladas en sus ojos y ese intento suyo de sonrisa que ezbozaba. Todo eso lo hacía más difícil y doloroso para mí—. Necesito un poco de aire, estaré afuera —depositó en suave besó sobre mi frente y se marchó.

Permanecí un par de instantes en ese mismo lugar antes de acercarme a Louis.

—Eres un maldito insencible —mascullé al mismo tiempo que le daba un par de golpes en la cabeza.

Louis se lamentó con un par de aullidos.

—¿Y el segundo por qué fue?

—Por haber apostado con Niall, idiota.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora