57-. Conversaciones pendientes

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Violett

Las siguientes horas me permitieron percatarme de lo feliz que lucía mi madre y eso era algo que realmente me tranquilizaba.

Durante las últimas semanas, un sentimiento de culpabilidad se había apoderado de mí, debido al hecho de tener que dejarla sola en un momento tan difícil como lo era la muerte de mi padre, pero afortunadamente, mamá podía contar con Jay, con Pam y con muchas otras personas más.

—¿Segura que no quieres que te llevemos a tu casa? —pregunté por tercera vez y Jay volvió a asentir.

—Quedé de verme con mi antiguo jefe y no tarda en llegar.

—Entonces, nos vemos luego, Johannah.

El ceño de Jay se frunció involuntariamente por la forma en la que mi madre la había llamado, en efecto, ese era su nombre, más sin embargo, no le gustaba.

—Adiós —me acerqué a abrazarla con una sonrisa debido a su reacción.

—Antes de que regreses a Venecia, debes ir a despedirte de mí —exigió—, y lleva contigo a ese novio tuyo, creo que soy la única en esta ciudad que no lo ha visto en persona.

Reí ante eso último.

—Lo prometo —mostré mi palma derecha para darle solemnidad a mi juramente.

Abandonamos a Jay cuando vimos entrar al restaurante a su —ahora— ex jefe. Me era fácil reconocerlo pues había sido él quien intentó salvarle la vida a mi padre, sin mucho éxito, claro está.

La decisión de Jay de renunciar no le resultó nada sencilla, pues amaba enormemente su labor como enfermera, pero ese amor no era nada comparado con el que le tenía a Louis, quien hace unas semanas atrás se había apareció con su discurso de "ahora tengo dinero y puedo solventar tus gastos", en un principio Jay se negó a aceptar aquello que su adorado hijo le ofrecía, éste adoptó —como era de esperarse en un hombre—,una postura de indignación increíble de concebir, y a la pobre de Jay no le quedó otra opción más que aceptar.

—La pasaste de largo.

Aquella afirmación me confundió enormemente pues no sabía a ciencia cierta a que se refería mi mamá.

—¿Qué cosa? —separé momentáneamente la mirada del parabrisas y la centré en ella.

—Para dirigirnos a nuestra casa debiste haber tomado la salida anterior.

Tras su explicación me di cuenta de que tenía razón.

—Lo siento, estaba distraída.

—Gira en este retorno y... ¡volviste a pasártelo! —se quejó con incredulidad.

La zona me resultaba sumamente familiar y entonces entendí lo que mi subconsciente trataba de hacer.

—No iremos a casa —decreté—, por lo menos no antes de visitar a papá en el cementerio.

Los surcos en su frente desaparecieron y su voz se tornó serena mientras me respondía con un simple:

—Bien.

Conduje durante un par de minutos más antes de detenerme en el estacionamiento de aquel lugar tan lúgubre.

El soplar del viento me estremeció mientras compraba un ramillete de flores, intenté no darle mucha importancia y seguí caminando mientras veía como se mecían las copas de los arboles. Las tumbas se asemejaban tanto las unas a las otras y lo único que las diferenciaban era lo escrito en las lapidas, bajo estas condiciones y sin la presencia de mi madre, consideraba sumamente fácil la posibilidad de perderme, pero esto no ocurrió, era como si mis pies supieran a donde debían conducirme.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora