67-. Somo víctimas de nuestras propias decisiones.

737 56 0
                                    

Harry

Mamá siempre me advirtió sobre las decisiones, en especial sobre las decisiones erróneas. Me enseñó que en el mundo en el que vivíamos todas nuestras acciones siempre traían consigo una consecuencia, unas más gratas que otras. En esta categoría se encontraba el haber conocido a Louis, todo se había desencadenado de una mala y estúpida decisión.

Tras el divorcio de mis padres me sentía enfadado, sumamente furioso pues con tan solo nueve años de edad no entendía el porque de que nos mudáramos lejos de Holmes Chapel, tampoco comprendía por que mamá se empeñaba en alejarme de mis amigos.

Ese primer día en Londres decidí que sería el último que yo pasaría en ese extraño lugar, y mientras mamá y Gemma desempacaban nuestras pertenencias, decidí huir de "casa", no tenía muy claro como lo haría pero llegaría a Cheshire con papá.

Poco tiempo después me percaté de lo ingenuo que fui al creer posible mi travesía. Había anochecido, tenía frío, hambre, y miedo. No sabía donde me encontraba y tampoco tenía idea de cómo regresar con mamá.

Con los ojos acuosos me encaminé hacia el parque que se encontraba cruzando la calle. Al rededor de siete niños correteaban detrás de un balón, todos reían y gritaban, en especial un castaño con voz chillona.

Acababa de sentarme bajo un árbol cuando un escozor bastante doloroso se expandió por todo mi rostro.

Incluso en aquel lejano entonces, Louis era bastante altanero. Él acababa de estrellar su balón contra mi rostro y en lugar de disculparse comenzó a reclamar por mi "interferencia".

—¡Ese iba a ser un gran gol! —gruñó—. ¿Por qué te atravesaste?

En otro momento lo habría confrontado y dicho una de esas palabras que Gemma usaba y que a mamá no le gustaban, pero sólo pude comenzar a llorar.

—Lo siento —terminé disculpanme sin motivo alguno.

—No te preocupes, después de todo no iba a ser un gran gol —se sentó frente a mí—. ¿Te duele mucho? —negué rápidamente—. ¿Entonces por qué lloras?

—No sé cómo regresar a casa.

—¿Cómo no puedes saberlo? —frunció el ceño.

—Soy nuevo en la ciudad —sollocé una vez más.

—Vamos a mi casa, seguro mamá sabrá que hacer —me tendió una mano y yo la acepté.

Jay me acogió con amabilidad, me alimento y presto abrigo, una vez que estuve más tranquilo pude proporcionarle el número de mi madre y en poco tiempo ella vino por mí. La gran sorpresa fue que mi nuevo hogar se encontraba a sólo un par de manzanas de distancia.

—¡Harreh! —su chillido me indicó que me había atrapado ignorándolo.

—¿Loueh?

—¡No me escuchaste! —se quejó.

—Lo siento, ¿qué me decías? —le presté atención mientras el auto se detenía frente a su casa.

—¿Del uno al diez, cúan molesta Violett está conmigo?

—No creo que Violett esté molesta, sino más bien dolida —aclaré—, se supone que es como tu hermana y que no le dijeras algo tan importante como lo es el hecho de que te vas a casar fue un golpe directo a su ego. Mi consejo es que hables con ella.

—Lo sé. ¿Sabes si vendrá mañana a desayunar con nosotros?

—Se lo pregunte pero no contestó nada concreto.

Supongo que todo dependerá de como acabarán las cosas con Malik.

—Espero que Mich la traiga aunque sea a rastras —dijo antes de salir del auto.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora