81-. El Paradero de Liam

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Tras comunicarle a Zayn mi nueva "aspiración" de ser madre, su semblante cambió totalmente. La mayoría de las personas se vieron extrañadas por su renovado humor pero no así mi madre, ella parecía saber o al menos intuir que esa algarabía que Zayn emanaba por cada uno de sus poros era debido a mi decisión —prematura— de tener un hijo con él.

Mamá no había comentado nada al respecto, supongo que hablaba enserio cuando dijo que me apoyaría sin importar la decisión que tomará.

Opté por no darle muchas vueltas al asunto. No tenía sentido que me quebrara la cabeza pensando en los pros y los contras de mi elección. Todo se encontraba pactado ya, Zayn y yo iniciaríamos con la tarea de escribirle a la cigüeña en cuanto él estuviera de regreso en Venecia.

Asentí por enésima vez a lo que sea que Zayn estuviera diciendo. En mis oídos había un molesto zumbido que me impedía escuchar lo que ocurría en mi alrededor, además, debía aunar el hecho de que no me encontraba con la mejor disposición para pretender prestarle atención a alguien, ni siquiera a Zayn.

Ambos acabábamos de dejar la galería, horas antes habíamos hecho lo propio con el hospital, y ahora nos encontrábamos de camino a uno de esos elegantes restaurantes que abundaban en el barrio de Mayfair, ahí debía estar esperándonos Tricia y con suerte, quizás, también mi madre.

Esta reunión apareció de la nada y se orquestó en cuestión de segundos cuando al estar en la galería, Zayn recibió una llamada de su madre avisándole que estaba en la ciudad y que moría por verlo.

Zayn se resistió a participar en la "junta" convocada por su madre. Inventó unas cuentas excusas que iban desde lo más común como un "ahora no puedo, estoy ocupado" hasta un extravagante "Renoir y Manet me necesitan".

Eso a Tricia poco le importó, y Zayn como último recurso me utilizó, alegando que en pocas horas mi vuelo salía hacia Venecia y por lo tanto quería pasar el mayor tiempo posible conmigo.

Grave error; mencionarme, ocasionó que Tricia se encaprichara aún más y que hasta mi madre terminara implicada en esto.

Con un sobresalto salí de mi ensimismamiento. Zayn mantenía su mano apoyada sobre una de mis rodillas en su intento por llamar mi atención ahora que el auto se encontraba estático frente a un semáforo en luz roja.

—No estás escuchándome —acusó con una ligera sonrisa, la cual no hizo otra cosa más que aclararme lo divertida que le parecía la situación.

No intenté defenderme, resultaba evidente el hecho de que no le estaba prestando atención.

—¿Vas a decirme cuanto pagaste por esos cuadros?

La sorpresa se hizo presente en su rostro durante un par de instantes. Zayn no esperaba que yo le preguntará aquello, aunque en el fondo él sabía que tarde o temprano ocurriría.

—Seguro ya lo sabes —intuyó erróneamente—, Grace debió decírtelo.

—Ella no me dio una cifra exacta, simplemente comentó que debías quererme bastante para gastar todo lo que gastaste en mí.

—Esa mujer no me agrada —puso el auto de nuevo en marcha—, siempre habla de más.

—No será muy difícil para mí enterarme de la verdad, Zayn —señalé ante su clara intención de salirse por la tangente—, un par de cuadros pertenecientes al periodo renacentista no son nada baratos, y conozco personas que podrán corroborarmelo.

—Está bien —murmuró a regañadientes—. Las pinturas no costaron más de lo que cuesta una mía, ¿contenta?

No, yo no estaba contenta y no era por el hecho que gastara dinero en mí —que no era algo que realmente me encantara pues con eso me hacía sentir como si el se llevara la poco independencia con la que aún contaba—, había algo más que ni siquiera yo sabía a ciencia cierta que era.

Quería gritarle y no entendía el motivo, Zayn no había hecho nada para enfurecerme, al contrario, había tratado por todos los medios posibles complacerme.

Los últimos cinco minutos del viaje los pasamos en total silencio. Temía decir algo que empeorara la relación pues a pesar del sexo y los nuevos acuerdos entre nosotros, todo continuaba igual, nuestros lazos seguían fracturados.

En el interior del restaurante fue sumamente sencillo encontrar a Tricia, quien ya se hallaba en compañía de mi madre, ambas charlando animosamente.

La escena causó que un enorme peso fuera levantado de mis hombros, este primer encuentro me tenía preocupada pues quizás las reacciones suscitadas no fueran las adecuadas. Quiero decir, ¿cómo reaccionaría una madre al encontrarse con una de las personas que encarceló a su hijo? Las madres que yo conocía, seguramente nada bien; sin embargo, debí suponer que Tricia había dejado lo ocurrido en el olvido, después de todo, el único que guardaba rencores era Yaser.

—Es bueno verte de nuevo, Violett —comentó Tricia tras haber ordenado—, aunque me resultó un tanto sorpresivo cuando Zayn me dijo que seguías aquí, creí que te encontrabas en Venecia desde hace ya un par de días.

—Sí, bueno, poco antes de irme, me surgieron un par de malestares que Zayn y mi madre exageraron, para darles un poco de tranquilidad decidí quedarme en la ciudad y someterme a unos cuantos estudios clínicos.

—¿Y qué tal todo?

Tenía la impresión de que ella intentaba llegar a algo en particular con sus preguntas.

Hasta este punto es probable que todo lo que le he dicho Tricia lo supiera previamente de la boca de mi madre, ellas pasaron a solas diez minutos, ¿de qué tanto pudieron hablar si no es de mí?

—Bien, no es nada grave —me limité a contestar.

—Me alegro mucho, cariño —tras una pequeña sonrisa dirigida a mí, volcó toda su atención en su hijo—. Zayn, llamé a casa de Karen y en efecto, tenías razón; Liam se encuentra ahí.

En un auto reflejo observé a Zayn

—Yo no me tragué el cuanto de que él seguía en Manchester —respondió a una pregunta verbalmente no hecha por mí pero que iba implícita en mi mirada—. Así que si no esta en Londres ni tampoco en Manchester, el único lugar que quedaba era Wolverhampton, en la casa de sus padres y acerté.

Así que Wolverhampton, ¿eh?

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora