88-. No todos los extraños pueden ser amigos.

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Zayn.

Arrivé a mi departamento con la confirmación de lo que ya sabía; carecía de voluntad alguna cuando me encontraba entorno a Violett. Ella me tenía a su completa merced y yo me encontraba extrañamente cómodo con eso.

Frente a mi puerta esperaban los hombres que se encargarían del traslado de las últimas piezas de mi arte hasta Londres, en donde todo prácticamente estaba listo para la exposición. Ésta se llevaría a cabo, convenientemente, la noche previa a la boda de Tomlinson.

Estaba invitado a asistir a tal acontecimiento, aunque no por decisión del novio sino por decreto de la familia de la novia, influenciados por la dama de honor; Allyce.

En ningún momento Violett externó su indignación por aquel hecho, y me intrigaba infinitamente lo que Louis le dijo o prometió como indemnización por los daños y perjuicios causados a su ego al no ser nombrada la dama principal, o en su defecto, cualquier otra de las damas.

Tal vez le aseguró que ella sería la dama de honor en su próxima boda, porque admitámoslo, una relación nacida de un día para otro carecía de buenos cimientos y ante cualquier ventarrón corría el riesgo de venirse abajo.

-¿Este es uno de los cuadros que hemos venido a recoger? -preguntó uno de los hombres, yendo hasta mí, y sin esperar una respuesta de mi parte, tomó la pintura que cargaba en mis manos.

-Sí, es uno de ellos -contesté finalmente, acercándome a abrir la puerta.

Los mensajeros finalmente se marcharon y yo ingresé a la ducha de nueva cuenta pues en la última que tomé, terminé más sucio de lo que había ingresado.

Me vestí pensando cuáles serían mis planes para el día de hoy. Nada elegante, probablemente pasaría toda la tarde con Violett en el sofá de su apartamento, viendo netflix o simplemente viendonos el uno al otro.

Volví a bajar hasta el piso de Violett tal como se lo prometí para ir a almorzar; sin embargo, me fue difícil deshacerme del sentimiento de torpeza que me creaba el hecho de ir y venir de un piso a otro, o el de entrar y salir de su departamento e ir al mío.

No podía evitar pensar que esas situaciones innecesarias podían terminarse si Violett accedía a mudarse conmigo, pero entendía que este no era un buen momento para ella.

Violett estaba pasando por una mala racha y lo único que yo debía hacer era reconfortarla.

La puerta se abrió, dispersando mis pensamientos. En el umbral se encontraba mi preciosa chica luciendo aún más hermosa de lo habitual.

Quizás fue el brillo en su mirada. Tal vez la honestidad que reflejaba su sonrisa o quizás el tierno enrojecimiento que se apoderó de sus mejillas al escuchar los halagos que le dediqué.

Violett era un enigma. Un acertijo que no podía descifrar, y eso me encantaba.

-¿Nos vamos? -sonreí al verla asentir. Le ofrecí mi brazo y lo tomó, afianzándose con fuerza a mí.

El camino no duraría mucho, nos dirigíamos al restaurante de siempre; Lombardi, la comida ahí era bastante buena y a Violett parecía encantarle el postre de ese lugar, así que la consentiría.

Durante el trayecto hablamos de todo y a la vez de nada, era como si ambos estuviéramos guardando un par de temas en particular hasta que estuviéramos instalados en el restaurante.

Y eso fue justo lo que ocurrió, sobre la mesa comenzaron a extenderse uno por uno los temas que verdaderamente nos conciernían hasta llegar a la esperada pregunta:

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora