Zigfried

4 1 0
                                    


La mancha verde se acerca a ellos, pero no baja al suelo, también toma forma humana y los chicos alcanzan a ver a un hombre con un traje militar estadounidense de esa época, pero todo rasgado y roto, el hombre que lo portaba, se veía ya viejo, un hombre que se veía muy fuerte en todos los sentidos, pero también irradiaba maldad.

Los chicos sintieron de nuevo miedo, pero a pesar de eso, no se movieron.

—¿Quiénes son ustedes? —les pregunta la aparición con una voz muy molesta.

—¿Tu eres Zigfried? —le dice Miguel.

—Estás hablando con él —le responde el fantasma.

—No pues sí es él —dice Oscar.

—¿Qué vienen a hacer aquí? —les pregunta el fantasma.

—Vamos a sacarte de este lugar para que te vayas y no vuelvas —le dicen.

—¿Y cómo piensan hacer eso niños? —les dice el fantasma en tono sarcástico.

—Con esto —dice Miguel mientras saca su Biblia y su rosario, se pone a leer unos salmos. Los señores también comienzan a rezar.

Unos segundos después el fantasma se ríe.

—¿Que está pasando? —dice Jennifer.

—Esto no está funcionando —dice Miguel

—Exactamente —dice el fantasma— Nada de eso funciona contra mí, yo soy diferente a todos los demás, soy más poderoso.

El fantasma sopla y produce un viento muy fuerte, casi como un huracán, mandando a volar a todos. Los presentes quedan sorprendidos.

—¿Qué demonios...? —dice Miguel sorprendido.

—¿Cómo hizo eso? —dicen las chicas.

—Les dije que yo soy el más poderoso de todos los fantasmas.

—Ese fantasma sí tiene poderes de Danny Phantom —dice Oscar— ¿Cómo es posible?

—Al parecer —dice Miguel— Debemos de tener mucho cuidado.

—Entonces las oraciones no sirven —dice el señor Pedro.

—De haber sabido —dice Oscar— Hubiéramos traído armas.

—No tenemos más de otra que irnos —dice Julio— Ese fantasma es demasiado poderoso.

—No —dice Miguel— Podemos vencerlo.

—¿Cómo piensas hacer eso? —le dice Julio— Tú mismo has visto de lo que es capaz, tenemos que irnos.

Miguel se queda pensando y dice:

—Está bien, tenemos que irnos.

No había acabado de hablar, cuando un segundo soplido del fantasma hizo que todos volvieran a caer.

—¿Cómo puedes hacer eso? —le dice Román.

—Les dije que soy diferente a todos los demás —les dice el general.

Acto seguido, se mueve velozmente y atrapa a uno de los chicos, precisamente a Diana. Ésta pide auxilio, pero ya es tarde.

—Si son tan valientes, vengan y búsquenla —les grita el fantasma.

—¡No! —le dice Román— Déjala ir.

—Ven a buscarla —y el fantasma se va de allí a toda velocidad junto con su víctima hasta perderse entre los cerros, a pesar de esto, Román sale corriendo intentando darle alcance, pero lo pierde de vista.

—Maldición, maldición, maldición —grita Román enojado y eufórico— ¡¡¡Se la llevó!!!

Todos miran el cielo completamente sorprendidos y sintiéndose impotentes, nadie dice nada.

Se le acerca Miguel y le dice:

—No te preocupes, la vamos a rescatar.

Pero Román, todavía alterado le dice:

—¿Cómo pretendes encontrarla, si nadie sabe dónde se esconde? Tú mismo dijiste que la gente desaparecía y no volvía a aparecer jamás.

—Bueno —le dice Miguel— No es que no los volvamos a ver, es que el fantasma casi nunca mata a sus víctimas.

—¿Cómo que casi? —le dice Román en un tono todavía más alterado.

Miguel se queda callado y se aleja. Román se postra en el suelo y comienza a llorar. Y llorando dice:

—Tenemos que encontrar el escondite del fantasma.

—Es que no sabemos dónde está —le dice Miguel— Nunca lo han encontrado.

—Pues nosotros lo vamos a encontrar —dice Román todavía enojado— Pero voy a rescatar a Diana.

—Claro que la vamos a rescatar —le dice Oscar— Pero primero tienes que controlarte, si sigues así, no podrás pensar bien, necesitas tranquilizarte.

—Tenemos que encontrarla —vuelve a decir Román en el mismo tono de voz.

—La vamos a encontrar —le dice Miguel— Pero entiende que por ahora no podemos hacer nada, hay que volver al hostal y comenzar a buscar el escondite del fantasma, pero primero necesitamos que te tranquilices, si sigues así, no podrás rescatarla.

Leticia se le acerca y tranquilamente le dice:

—La vamos a encontrar.

Pero Román enojado le grita:

—Tú deberías estar feliz porque se la llevó ¿No?

La chica retrocede llorando. Román se da cuenta de lo que acaba de hacer y comienza a tranquilizarse. Miguel Julio, Julián y Oscar se acercan al chico e intentan tranquilizarlo, Román, por fin se tranquiliza.

—Te vamos a ayudar a rescatar a Diana —le dice Oscar— Pero lo vamos a hacer juntos.

—Si —dice Román ya más tranquilo y voltea a ver a Leticia que todavía lloraba, se le acercó y le dijo:

—Discúlpame por haberte gritado, no me di cuenta, estaba muy enojado.

—Está bien —le dice ella secándose las lágrimas— Entiendo cómo te sientes y entiendo lo importante que Diana es para ti —y se pone triste.

Román le dice:

—Pero ahora debo pensar en dónde estará escondido y debo rescatar a Diana.

—Tienes razón —le dice la chica, lo toma del brazo y le dice:

—Yo te ayudaré en todo lo que necesites.

—Gracias —le dice Román con una sonrisa.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora