Román, todavía con su armadura baja a tierra y todos, aunque cansados por el trabajo hecho, se ven felices, el chico, se acerca al mago y le pregunta:
—¿Tienen con ustedes el medallón que usamos para restaurar el mundo en aquella ocasión?
—Si —dice el mago algo nervioso porque la presencia de Román impone— Aquí tienes.
El mago saca de una bolsa el medallón y Román lo toma.
—¿Qué vas a hacer? —le pregunta Zwartz.
—Creo que puedo usar el poder que tengo ahora para aumentar el poder del medallón y así restaurar, no sólo la Tierra, sino el Universo.
—¿Entonces tenemos que pensar de nuevo en cómo queremos que todo este? —pregunta Miranda.
—Si —dice Román— Háganlo, yo me encargo del resto.
El chico pone su mano con el medallón en el centro de todos ellos, todos tocan el medallón y lo que no pueden, tocan el hombro de los que están adelante, cierran los ojos y piensan en todo lo bueno y en sus casas y hogares reconstruidos. Román hace que la piedra brille y de ésta sale una luz blanca que cubre todo el planeta restaurándolo y dejándolo completamente intacta, como si nada hubiese pasado, todo regresa a la normalidad. Desde el espacio la Tierra se ve como una esfera brillante, entonces esta luz se expande por toda la galaxia y más allá devolviendo las leyes de la gravitación a la completa normalidad y restaurando la Luna y los otros planetas, con esto todo el en Universo también vuelve a la normalidad. Una vez hecho esto, el medallón deja de brillar y Román entonces pierde sus poderes volviendo a la normalidad, del chico sale la serpiente buena que les dice a todos:
—Gracias por su ayuda.
—Ahora haremos todo lo posible porque tú seas la más grande —dice Román.
La Yoikuali se aleja y desaparece en el cielo azul, también aparece Othinus al lado del chico, la diosa le dice al chico:
—Gracias a ti, el equilibro está restaurado, y así se quedará.
—Gracias por todo —dice Román.
La diosa asiente afirmativamente sonriendo y desaparece.
—¿Y bien? —pregunta Oscar— ¿Y ahora qué?
—Pues ganamos —dice Román— Y tal y como dije, no necesitábamos las calaveras de cristal.
—Pero por poco pierdes —le dice Julián— Y de hecho sí te mataron.
—Pero aquí estoy —dice el chico— Sano y salvo.
—¿Cómo reviviste? —le pregunta Diana.
—Pasaron muchas cosas —le responde Román— Quizá les cuente después.
—Te gusta complicarte la vida —le dice Miranda sonriendo.
—Ya sabes —le dice Román— Me gusta vivir al límite.
Todos ríen por esto.
—Bien —dice el rey de Miriath— Creo que es hora de que volvamos a nuestro mundo.
—Y nosotros a nuestro lugar de origen —dicen los chicos de San Andrés.
—Bien —dice Román— Creo que aquí todos nos separamos, pero les agradezco a todos por haberme ayudado, sin su esperanza nunca hubiera podido ganar.
—¿Y ustedes qué van a hacer? —le pregunta Diana a Aelos.
—No lo sé —dice el atlante— Mi ciudad ya no existe, quizá me queda vivir aquí.

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Saga de Román
AventuraRomán, un chico que parece llevar una vida como la de cualquier chico de su edad, pronto descubre que quizá su vida no es tan normal. Fantasmas, terroristas, monstruos, reyes y científicos locos, toda una pléyade de villanos que a su par...