Domingo 25 de septiembre de 2011, 12 del día...
Román y Diana llegan al punto de reunión, a la entrada de la Alameda, donde hay una gran puerta hecha de hierro forjado, una de las nuevas adquisiciones que ahora tiene el parque además de jardines nuevos, arboles, fuentes y otros muebles urbanos.
—Sabía que iban a llegar tarde —le dice Román a su novia.
—No te enojes amorcito —le dice Diana mientras lo abraza— Seguramente fueron por ahí a comprar la comida.
—¿En serio crees eso? —le dice la chica.
Diana se queda pensativa y dice:
—Ok, tienes razón, quizá no debemos confiar mucho en ellos.
En eso llegan los otros dos chicos con bolsas que tienen tortillas, algunas frutas, botanas y refresco.
—Trajimos esto —les dice Oscar a los chicos— Espero que sea suficiente.
—Creo que si —les dice Román mientras ve la bolsa— Para 4 personas está bien.
—¿Por qué se tardaron tanto? —les pregunta Diana.
—Había mucha gente en el Oxxo —les dice Julián— Pero al fin salimos.
—Bueno —les dice Román— Pues entremos.
Los chicos caminan y entran al parque. Van caminando hasta llegar a una zona del parque donde hay mesitas para sentarse a comer, los 4 chicos se quedan ahí.
—Este lugar está bien —le dice Diana— Se puede ver todo el parque aquí.
—Si —le dice Oscar— Pero estamos junto de la avenida y se escuchan los autos.
—Pero no tanto —les dice Julián
Los chicos sacan la comida que llevan y la acomodan en la mesa, comienzan entonces a comer.
Media hora más tarde los chicos han comido casi todas sus provisiones y se sientan a observar el parque, mientras ven cómo los chicos juegan, es cuando dice Oscar:
—¿Y ahora qué?
En eso oyen del lado de la avenida, al otro lado unos sonidos como explosivos, los chicos voltean y ven que a lo lejos hay dos hombres corriendo con pistola en mano mientras son perseguidos por una patrulla, los dos hombres entran rápidamente a un auto estacionado con las puertas abiertas y huyen, la patrulla los sigue y se pierden entre las calles de la ciudad.
—Un asalto —les dice Julián— No me sorprende.
—¿Pero que asaltaron? —pregunta Diana
—Creo que la joyería de la esquina —les dice Oscar mientras se asoma— Hay mucha gente allí.
—No importa —les dice Román— Nosotros estamos aquí, de eso se encargará la policía.
Los chicos se levantan y vuelven a caminar, han pasado ya 4 minutos y de nuevo vuelven a ver del otro lado de la avenida a los mismos dos sujetos corriendo, mientras disparan a los policías que van detrás de ellos, esta vez saliendo de un banco cercano a la joyería.
—¿De nuevo esos tipos? —pregunta Román.
—¿Sí serán los mismos? —dice Oscar— Se parecen mucho, pero su ropa es distinta.
—No creo que sean ellos —les dice Julián— No se pudieron haber cambiado tan rápido.
—Ignórenlos —les dice Diana.
Los dos ladrones toman el mismo carro y salen huyendo, las patrullas los pierden de vista, finalmente el auto llega a un callejón solitario y se estaciona allí, los dos ladrones bajan del auto y entran por una puerta metálica sin ventanas situada en una pared del fondo, cierran la puerta y poco después se ve un resplandor por debajo de ella.
Los chicos salen del parque y ven a la multitud de curiosos que están en la joyería y en el banco.
—¿Quieren dar un vistazo? —pregunta Oscar.
—No —les dice Diana— ¿Qué tal si los ladrones regresan?
—No creo —les dice Julián— ¿Por qué volverían si ya se han llevado todo?
—No lo creo —les dice Román mientras se asoma.
Los chicos ven cómo varios costales de dinero quedaron regados en el piso. Ven cómo varios policías están recogiendo billetes tirados en el suelo mientras otros tratan de mantener a los curiosos resguardados.
Entonces oyen la conversación del jefe de policía, que está hablando cerca de ahí con teléfono en mano:
—Sí, ya lo sé, sé que es algo absurdo, pero fueron los mismos... si, los de la joyería son los mismos que asaltaron el banco, no hay duda... yo tampoco sé cómo lo hicieron tan rápido... estoy en eso —y cuelga.
Los chicos también se alejan de la escena mientras van comentando:
—Yo no creo que hayan sido los mismos ladrones, son gemelos o algo así —menciona Julián.
—Pero oíste que él dijo que sí —le dice Oscar a su primo.
En eso y sin que al principio se den cuenta, los chicos ven venir a dos tipos corriendo a toda velocidad, cuando se dan cuenta de quiénes son, ya es tarde, entonces los chicos no pueden evitar chocar con ellos, los chicos se dan cuenta de que son los ladrones ahora con otra ropa distinta, el choque entre ellos llama la atención de los policías.
Los ladrones no tienen de otra más que agarrar a un rehén, Diana, se la llevan y salen corriendo de ahí,
—No, esperen —les dice Román enojado— No se la lleven.
—Ayúdame —le dice la chica mientras se alejan.
Los policías y ahora también los 3 chicos los persiguen, los ladrones se meten por callejones solitarios y la policía los pierde de vista, pero los chicos no. Los dos ladrones finalmente llegan con su rehén a su escondite, de cerca los 3 chicos los van siguiendo, cuando los ladrones entran a su guarida, Román rápidamente se acerca con cuidado y antes de que cierren la puerta logra atrancarla con una madera que encontró cerca de ahí, de esta manera la puerta no se cierra, después los 3 chicos entran con cuidado, observan un cuarto oscuro y sucio, bastante descuidado.
En eso se prende una luz y aparecen los dos ladrones con Diana junto a ellos, Román les dice:
—Libera a mi novia.
—Lo siento —les dice uno de ellos— Pero la necesitamos.
—¿Para que la quieres? —le pregunta Oscar.
—Si les dijéramos ahora no entenderían —les responde el otro ladrón.
—Suéltenla —les dice Román y se acerca, comienzan a forcejear, los otros dos chicos se unen para tratar de liberar a la chica, en el forcejeo, una de las mangas de uno de los ladrones se arrastra dejando al descubierto un brazalete que lleva el ladrón, los chicos lo ven.
Este brazalete abarca casi todo el brazo y tiene varios botones y lucecitas, los chicos observan esto y mientras se distraen, los ladrones se alejan con Diana, los chicos reaccionan y vuelven a forcejear, pero en ese momento, debido al forcejeo, el brazalete se desprende de su dueño y cae en el brazo de Román, al caer, se aprieta un botón y todo comienza a brillar, cuando el brillo se va, sólo los dos ladrones están en el cuarto. Ambos sonríen.
Cuando los 4 chicos abren los ojos, se dan cuenta de que ya no están en el cuarto con los ladrones, ahora se encuentran en un campo extenso, a la intemperie. Los chicos miran sorprendidos.
Román entonces observa el brazalete que tiene en el brazo y vuelve a ver a su alrededor, preguntándose:
—¿Qué acaba de pasar?

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Saga de Román
AdventureRomán, un chico que parece llevar una vida como la de cualquier chico de su edad, pronto descubre que quizá su vida no es tan normal. Fantasmas, terroristas, monstruos, reyes y científicos locos, toda una pléyade de villanos que a su par...