Después de que se detiene el temblor, todo se queda quieto y la momia de la caja logra levantarse, sólo que ya no es momia, ahora parece un hombre vivo, porque se ha regenerado, al levantarse lo primero que ve es su propio templo en ruinas, mientras observa, sigue caminando hasta llegar a la salida que da al exterior y observa a su alrededor el bosque y más allá las luces de la ciudad. Después de poner especial atención en la ciudad, sonríe.
Los chicos finalmente han llegado al campamento y a las cabañas, hay algunos chicos afuera esperándolos, de los que al final decidieron no acompañarlos, algunos de ellos les preguntan qué pasó y los chicos les cuentan la historia.
—No le digan a nadie que nos fuimos —le dicen a los chicos— Será mejor que nos metamos antes de llamar la atención.
Así lo hacen los chicos y todos vuelven a sus cabañas.
Al día siguiente cuando ya todos se están levantando, los chicos salen de nuevo afuera y allí están reunidos, en eso llega el guía y les dice:
—Espero que hayan descansado bien, porque ahora los llevaré a desayunar al restaurante.
Los chicos entonces se van junto con el guía, mientras caminan, Julián comenta que no puede olvidar lo que vio en la caja, a la momia regenerarse, y se los dice a los chicos.
—A lo mejor estabas asustado —le dice Oscar— Fue quizá el susto del temblor.
—No creo que haya sido por eso —les dice Julián— Lo vi muy real.
—¿No se les hace raro que el guía no haya dicho nada sobre el temblor? —les dice Diana.
—¿Qué quieres decir? —le pregunta Román.
—Me refiero a que se supone que ayer tembló y nadie más ha dicho nada, ni siquiera los demás chicos que se quedaron, es como si sólo nosotros lo hubiéramos sentido.
—No lo creo —dice Mariela.
—No lo sintieron —menciona Román— Le pregunté a uno de ellos y dicen que aquí no se sintió nada, y es cierto, porque no se ven daños en el suelo o algo así.
—¿Entonces sólo fue en el templo? —pregunta Julio.
—Al parecer si —dice Areli.
Los chicos finalmente llegan al restaurante, pasan y cada quien ocupa su lugar en varias mesas circulares, los chicos observan que de un lado del restaurante hay una tienda de recuerdos donde también hay algunas cosas en exhibición. Mientras comen Román observa de reojo y a lo lejos, en una vitrina de exhibición, observa un diamante rojo. Después de comer, algunos chicos, entre ellos Román y los que fueron al templo el día anterior están en la tiendita y ellos observan las cosas en exhibición, entonces los chicos se detienen en la piedra roja que había visto Román antes.
—Se parece a la piedra azul que tomamos ayer —les dice Oscar.
Román saca de entre sus ropas la piedra azul y ven que son iguales.
—Llama mucho la atención ¿no? —se oye una voz que proviene de la tiendita, los chicos voltean y ven a un joven que atiende la tiendita junto con una mujer, ambos de aproximadamente la misma edad, unos 25 años y también de buena presencia física.
Los chicos se acercan y Román pregunta:
—¿Esa piedra roja que es?
—Es un rubí hecho de un material desconocido —les dice la mujer— Perdón, me disculpo, no me he presentado, mi nombre es Mariana.
—Y el mío es José —se presenta el otro chico.
—Mucho gusto —les dicen los chicos.
—Esa piedra y los pocos objetos que ven en exhibición fueron cosas que se fueron encontrando desde hace mucho tiempo cuando estaban construyendo este lugar, pero como eran muy pocas, nunca se hizo realmente un museo —les dice José.
—Pero ahora que ya encontraron las ruinas seguramente encontraran más cosas y entonces construirán un museo más grande —continua Mariana.
—Lo que pasa es que nosotros tenemos esto —les dice Román mientras saca la piedra azul que él tiene, al verla, los muchachos de la tiendita se sorprenden.
—¿Dónde la encontraste? —le pregunta Mariana.
—En unas ruinas que están por aquí —les dice— Pero no le digan a nadie.
—¿En las que están excavando? —preguntan ellos.
—No —les dice el chico— En otra parte, en el cerro en forma de pirámide que sí es pirámide.
—¿Entonces sí era una pirámide? —le dicen a los chicos.
—Pero el ingeniero nos dijo ayer que no era posible que construyeran una pirámide así —menciona Mariela.
—Lo que pasa es que hay muchas cosas que no saben ustedes —les dice Mariana.
—Hay una leyenda relacionada a esas piedras que no es muy conocida aquí —les dice José— Sólo yo y mi hermana la conocemos porque nos la contaron nuestros padres.
—Mis padres nos decían que aquí hubo un imperio indígena que existía antes de la llegada de los españoles, y no eran los aztecas —comenzó a narrar José— Era un pueblo más poderoso, e incluso tenían una tecnología más avanzada, comparable a la de la revolución industrial, sólo así podrían haber construido todas esas pirámides. Se dice que era un pueblo pacífico y próspero, quizá relacionado con esas cosas de la Atlántida, y su rey era justo, sin embargo, hubo entonces un general de su ejército, que ambicionaba tener el poder del rey para así poder conquistar a los reinos que habían en ese entonces, utilizando ese rubí rojo que está en la vitrina
—Entonces el rey fue derrotado— prosigue la hermana— Y entonces el general se convirtió en un emperador y se lanzó a la conquista de los demás pueblos, hasta que apareció el hijo del rey derrotado, él tenía la piedra azul que tienen ustedes y con su poder pudo vencer al emperador, sin embargo, antes de morir, el emperador dijo que volvería, y el hijo del rey dijo que también volvería para detenerlo.
—Entonces se creó una profecía que decía que si el emperador volvería, entonces el príncipe volvería también para detenerlo —continua su hermano.
—¿Cómo saben todo eso? —le preguntan los chicos.
—Nuestro padre era arqueólogo —comenta Mariana mientras señala una foto puesta en la pared en blanco y negro de un hombre con barba vestido de arqueólogo, los chicos la miran— Él encontró esas ruinas que ustedes vieron anoche hace como 20 años. Allí encontró una estela que contaba esa leyenda y la tradujo, encontró también la piedra roja en otra parte del templo y se la llevó, luego terminó aquí. Hizo muchos descubrimientos él solo, aprendió mucho de la civilización que construyo esa pirámide. Quiso anunciar su descubrimiento al mundo pero fue amenazado de no hacerlo, ya que de hacerlo provocaría que los cimientos de la arqueología y de la historia conocida se derrumbaran. No les convenían que se enteraran de eso.
—¿Entonces porque ya están excavando todo eso? —preguntan los chicos.
—Sólo van a escarbar algunos templos y edificios, no les conviene destapar todo porque causaría polémica, y ellos dirán que esos templos fueron construidos por otra cultura para mantener callados a todos —les explican los hermanos.
—Es fascinante —le dice Román.
Los chicos decidieron no contar nada sobre de que vieron la momia, sólo dieron las gracias y se despidieron. De camino al campamento los chicos comentaban:
—Yo sólo quiero saber si el que estaba en la caja era el bueno o el malo.
—Esperemos que sea el bueno —menciona Román.
Mientras tanto, en el templo, ahora un poco más reconstruido, el emperador está sentado en un trono dorado, se acercan dos súbditos que tienen apariencia de momia, el emperador sólo les dice:
—Busquen el rubí.
Y acto seguido, los dos lacayos salen rápidamente.
H˿*6

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Saga de Román
AventuraRomán, un chico que parece llevar una vida como la de cualquier chico de su edad, pronto descubre que quizá su vida no es tan normal. Fantasmas, terroristas, monstruos, reyes y científicos locos, toda una pléyade de villanos que a su par...