La batalla de San Andrés. Parte 1

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En la noche de luna llena los chicos, los dos cazadores, y varias personas del pueblo salieron a enfrentarse al fantasma del general. Finalmente el grupo llega a las faldas del cerro Colhua. El cazador comenzó a repartir y dio a cada uno un arma, luego les dijo:

—Aquí nos vamos a distribuir, para atacar, vamos a rodear el cerro, algunos vendrán conmigo para escalar y atacar en la puerta, otros van a escalar desde otro lado, el punto es que el fantasma esté rodeado.

—De acuerdo —dijeron.

Algunas personas se separaron e hicieron lo que les indicó el cazador, en la parte principal para llegar a la puerta de la cueva, quedaron los dos señores del hostal, el señor Roberto, el primer cazador, y 15 chicos, entre ellos, Julián, Román, Julio, Sara, Rubí, Marisol, Delia, Selena, y otros. El cazador les dijo:

—Tengan mucho cuidado a partir de aquí.

—Si —le responden.

Los chicos, los señores y el cazador van subiendo el cerro y entonces oyen unos aullidos de lobo, que asusta a los chicos.

—No se preocupen —les dice el cazador— Sigan subiendo.

Un poco más arriba ven hacia adelante y ven unas sombras.

—Hey mire —le dicen los chicos al cazador.

—¿Qué cosa? —pregunta éste.

Él alumbra con una lámpara potente y ven unos lobos negros que les brillan los ojos de color rojo, se ven muy feroces.

—Lobos.

—Tengan cuidado —les dice el cazador.

Los lobos les aúllan y comienzan a bajar a atacarlos, el cazador les dice:

—Prepárense.

Todos sacan las pistolas que les dieron y les disparan, algunos lobos retroceden pero otros no.

—No se quieren ir —dice Selena.

Entonces el cazador saca unas bengalas y se las lanza diciendo:

—Tomen esto.

Los lobos retroceden y huyen.

—Eso estuvo cerca —dice Oscar

—Sigamos subiendo —dice el cazador.

Siguen subiendo y llegando a la mitad del cerro aparecen luces brillantes que después se convierten en fantasmas, sólo que estos son más pequeños y de color azul como metálico, además, no tienen forma humana.

—¿Qué son esas cosas? —les dice el señor Roberto.

—Fantasmas artificiales —les dice el cazador— El fantasma debió crearlos con la tecnología de los extraterrestres.

Los chicos empiezan a disparar a los fantasmas artificiales y derriban algunos, pero uno de los fantasmas hace que Oscar caiga, Román corre en su ayuda.

—¿Estás bien?

—Si —le dice el chico— No me pasó nada.

Al final destruyen a todos los fantasmas artificiales.

—Tengan mucho cuidado —les dice el cazador— Porque el siguiente en atacarnos podría ser el fantasma del general.

—¿Por qué cree eso? —le dice Sara.

—Porque sabe que estamos aquí —les dice el cazador.

—¿Cómo?

—Sabe que vendríamos por sus amigas, así que se preparó para defenderse.

—¿Por eso nos envió los lobos y los fantasmas? —dice Julián.

—Exacto —les dice el cazador— Pero no se preocupen, entre todos podremos derrotarlo.

—Si —menciona Oscar en tono sarcástico— Podremos derrotarlo.

—Sigamos subiendo —dice el cazador— Falta poco para llegar a la cima.

Unos metros ya antes de llegar a la cima, y por ende a la puerta, oyen un ruido.

—¿Qué fue eso? —se pregunta Rubí.

—No lo sé —les dice el cazador.

—Cuidado —dice Román.

Lo sujetos ven varias rocas enormes rodar hacia ellos.

—Todos pónganse detrás de mí —les indica el cazador.

Así lo hacen, el cazador saca un arma más grande con la que destruye las piedras que iban hacia ellos.

—Vamos —les dice el cazador— Ya casi llegamos.

Unos minutos después llegan a la cima, y a la famosa puerta.

—Bien, llegamos —dice el cazador— Ahora hay que estar más listos que nunca.

—Si —le dicen los otros.

Caminan hacia la puerta y la ven reparada de nuevo.

—¿No la habíamos derribado? —menciona Julio.

—Al parecer la recompuso —les dice el cazador— Pero eso no importa.

Todos se le quedaban viendo a la puerta, Román y Oscar dieron un largo suspiro, Román cerró los ojos unos segundos, y los abrió diciendo más decidido que nunca:

—Estoy listo, hagámoslo.

Sorprendentemente la puerta se abre sola.

—La puerta se abrió sola —dice el señor Pedro.

—Ese fantasma ya sabe que estamos aquí —dice el cazador— Ya estaba preparado.

—Bien, hay que entrar —dice Román.

—Espera —le dice Oscar— Puede ser una trampa.

Román se queda pensando y dice:

—Voy a entrar por mis amigos, por Leticia y Diana.

—Está bien —le dice Oscar— Recuerda que estamos contigo.

—Gracias chicos —les dice Román.

Todos entran juntos, y se encienden las luces solas, los chicos ven en el techo a las 7 chicas secuestradas encerradas en una jaula que colgaba del techo.

—Allí están las chicas —le dice Oscar a Román.

—Diana, Leticia —grita Román.

—Vamos a rescatarlas —les dice Julián.

—No, esperen —les dicen las chicas prisioneras— Es una trampa.

A pesar de la advertencia de la chicas, ya es tarde, al dar el primer paso dentro del lugar, del suelo salió un halo de luz que inmovilizó a varios chicos, sólo quedaron libres el cazador, los 3 señores y 4 chicos (Román, Oscar, Julio y Julián) y eso porque el cazador se dio cuenta y los movió rápido.

—Gracias —le dicen al cazador.

—No me lo agradezcan —les dice le cazador— Pero ahora que somos menos, no sé si podamos vencerlo, y no sé dónde están los demás.

—Ya ha llegado —se oye una voz.

—¿Quién dijo eso? —pregunta Oscar.

—Es él —dice el cazador— Tengan mucho cuidado.

Frente a ellos aparece el fantasma diciéndoles:

—Sabía que vendrían y sabía que caerían fácilmente en mi trampa.

—Déjalas salir —le dice Román.

—No —les dice el fantasma— Primero me voy a divertir un poco y luego los haré sufrir, se arrepentirán de haberse metido conmigo.

—No podrás detenernos porque ahora somos más y venimos más preparados —le dice Román.

—Lo sé —le responde el fantasma —Yo también me he preparado.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora