Imprudencia

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Al día siguiente, los chicos ya se estaban acercando a la frontera con Missouri, entrando en el estado, los chicos entran a otro pueblo fantasma, pero ya no como los del viejo oeste, este pueblo era más moderno, ya que la arquitectura de las casas y los edificios así lo mostraban, sin embargo, era muy pequeño y con menos de 500 habitantes. Además, también tenía mucho polvo. Los chicos se detienen a descansar, y de repente, salen a su encuentro los pocos pobladores del lugar, algunos hasta gritan vivas en su nombre, ellos los reconocen como héroes y uno de ellos se le acerca y les dice:

—Los invito a comer a mi casa.

Aunque en un principio los chicos estaban confundidos, aceptaron la invitación del hombre.

Entraron a la casa del hombre, que de hecho, era un pequeño restaurante, como una fonda, allí los chicos comieron.

—Pidan lo que quieran, les ofreció el hombre— Están en su casa—

—¿Por qué tanta amabilidad? —le pregunta Miranda.

—Porque para mí ustedes son héroes —les dice el hombre— Llevan ese sobre por buen camino.

—¿Cómo sabe eso? —le pregunta Zogbi.

—Aquí ya todos sabemos que ustedes llevan el sobre para dárselo al Generalísimo, si lo entregan, él cambiará las cosas para mejor —les explican.

—¿Qué quiere decir con eso? —le pregunta Miranda.

—Que todo va a mejorar —fue lo único que dijo el hombre y se retiró.

—No entiendo cómo conocen a ese Generalísimo y nosotros ni idea de quién sea —menciona Román.

—Se ha vuelto bastante famoso —menciona Oscar— Pero nunca he visto ni oído publicidad de él.

—Yo tampoco —menciona Liz.

—Por todo lo que sabemos —menciona Zogbi— Ese generalísimo debe de ser una especie de candidato político, que promete que todo mejorará, y piensa usar lo que haya en el sobre para lograrlo.

—¿Pues qué será lo que hay en el sobre que es tan poderoso? —pregunta Román— Aunque ya sabemos que son unos documentos, no sabemos qué dicen.

Los chicos dejan de platicar porque ya les han traído la comida, los chicos agradecen y comienzan a comer.

—Qué bueno —menciona Oscar— Ya me estaba muriendo de hambre.

Más tarde, mientras algunos compraban algo más de comida en la única tienda del pueblo, Miranda se acerca a Román y le dice:

—¿Podemos hablar?

—Claro —le dice el chico.

Van a sentarse a una banca cercana y Román le dice:

—Es raro que quieras platicar conmigo.

—Es que creo que eres la única persona con la que puedo hablar bien —le dice ella.

—¿De qué quieres hablar? —le pregunta el chico.

—Dime una cosa —le pregunta la chica— ¿Te ha parecido interesante este viaje?

—Un poco —le dice Román— Sólo se me hace interesante viajar por todo el territorio, conocer gente y cosas así.

—¿Eso piensas? —le dice la chica.

—Si —le dice Román— Es como una aventura, porque cuando yo estaba en México, no pasaba nada interesante, excepto algunas ocasiones, pero muy pocas, bueno, son cosas que nunca creerías, pero lo que yo más soñaba era con poder conocerte, pero no pensé que llegaría tan lejos.

—Ah, entiendo —le dice la actriz.

—¿Por qué la pregunta? — le cuestiona Román.

—No —le dice la chica— Por nada.

En eso oyen la voz de Zogbi que les dice:

—Es hora de irnos.

Cuando los chicos van llegando al carro, se les acerca corriendo un niño de los del pueblo diciéndoles ya exhausto:

—Vienen más hombres por ustedes, tiene que irse.

Los chicos apresuran su ingreso al auto, Zogbi le dice por la ventanilla al niño:

—Gracias —y acelera.

Zogbi acelera, pero unas horas después, ya muy lejos del pueblo, el carro comienza a moverse despacio y finalmente se detiene.

—¿Qué sucede? —pregunta Miranda— ¿Por qué te detienes?

—Se acabó la gasolina —le dice Zogbi.

—¿Qué no la habías cargado en el pueblo? —le pregunta la chica.

—No había una gasolinera allí, por si no lo sabías —le dice Zogbi— Es un pueblo perdido.

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunta Oscar— ¿Qué tal si vienen a buscarnos?

Todos se bajan del auto, pero en eso ven pasar un helicóptero, volando bajo, éste comienza a disparar y los chicos se esconden detrás del carro.

—Te dije que nos estaban buscando —le dice Oscar.

—Parece más bien que tú los llamaste —le dice Zogbi al chico.

El helicóptero se pone de nuevo en posición de ataque y los chicos aprovechan para ir hacia unos árboles donde el helicóptero los pierde de vista.

—No, esperen —les dice Miranda— No creo que nos maten.

—¿Por qué crees eso? —les preguntan los otros.

—Porque yo vengo con ustedes —responde la chica.

—¿Y eso qué? —menciona Zogbi.

—No me pueden hacer daño porque yo soy famosa —les dice Miranda.

—Ahora eso no les interesa en lo absoluto, sabes que te consideran una traidora —le dice Zogbi —No hagas nada estúpido.

Sin hacer caso, Miranda sale y hace señas al helicóptero diciendo que no disparen, pero el helicóptero hace caso omiso y comienza a disparar. Román, sin pensarlo, corre y la trae de nuevo a los árboles, escapando de las balas por centímetros, el avión dispara entonces al auto haciendo que explote, luego se va.

Los chicos salen una vez fuera el peligro, contemplando el auto en llamas.

—Parece que todavía le quedaba un poco de gasolina— menciona Oscar.

—¿Y ahora qué hacemos? —menciona Freddy.

—Nos quedamos sin auto —menciona Román.

—Sin comida —dice Liz

—Y sin sobre —dice Oscar— Hey, el sobre.

—Tranquilos —menciona Zogbi mientras saca el sobre de entre sus ropas— El sobre está a salvo.

—Vaya —le dice Miranda un poco sarcástica— Hasta que por fin sirves de algo.

—Hasta que por fin tú no sirves de algo —le dice Zogbi— Gracias a ti, perdimos el auto, y por poco nos matan... aunque realmente en tu caso no hubiera importado.

—Oye —le reclama Miranda mientras le da un puntapié.

—¿Y hacia dónde vamos? —pregunta Freddy.

—Pues —menciona Miranda— Si mis cálculos no me fallan, el pueblo más cercano esta hacia allá —dice la chica señalando hacia el este— A unas 18 millas, ya estaríamos entrando en el estado de Illinois.

—¿Y eso cuanto es en kilómetros? —menciona Zogbi.

—Son unos 30 kilómetros aproximadamente —menciona Román que había hecho el cálculo rápidamente.

—Vaya, eres rápido —le dice Zogbi— Pero es mucho camino.

—Lo siento —dice Miranda— Pero es el lugar más cercano.

—Lo siento por ti —le dice Zogbi— Porque es por tu culpa que ahora tengamos que caminar.

—Pues comencemos entonces —les dice Román.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora