Tomando nuestros caminos

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La gente estalló en júbilo al ver la explosión y comenzaron a aplaudir, los 5 chicos llevaron a Román en brazos y dieron un recorrido por toda la costa, la gente los iba siguiendo como si se tratara de una final de campeonato de futbol. Después lo bajaron y todos lo abrazaban, estaban muy felices porque ahora sí, todo había terminado.

Miranda le dice a Román:

—Lo lograste.

—Si —menciona el chico— James y yo, estoy muy feliz.

—¿Quieres estar más feliz? —le pregunta la chica.

—Si quiero —le dice Román al saber lo que iba a pasar.

Entonces ambos chicos se besan.

Oscar y Liz también se abrazan festejando y al final terminaron besándose.

La señora Elena busca y encuentra a su hijo, va y lo abraza.

—Qué bueno que estamos bien.

—Si mamá —le dice— Gracias.

La mamá de Freddy va con Román y le dice:

—Hay alguien que quiere felicitarte —y le da un teléfono.

—Felicitaciones hijo —se oye por el auricular.

—Mamá —menciona Román sorprendido— ¿Cómo te enteraste?

—Todo lo que pasó lo estaban grabando —menciona la madre del chico— Todos, en todo el mundo lo vimos, eres un héroe.

—Gracias —le dice el chico.

James baja y también está feliz, aunque un poco serio por su personalidad.

—Bien hecho —le dice al chico.

En eso unos policías lo identificaron y lo agarraron, pero los chicos abogaron por él diciendo que él también ayudó a salvar la ciudad, así que lo dejaron libre. James sólo agradece y se aleja caminando tranquilamente, perdiéndose entre la gente. La policía detiene al resto de los hombres de Dinz y a los hooligans, que al enterarse del final de su amo, decidieron dejarlo por la paz.

Poco después llegan algunas personas en traje, los chicos los reconocen, son los mandatarios que habían sido encerrados por Dinz, ahora libres.

El presidente de Estados Unidos se acerca al chico diciéndole en un español con acento inglés:

—Gracias por salvar nuestra nación.

—No es nada —menciona el chico.

—Esto merece una ceremonia —le dice el presidente.

Al día siguiente, en una gran explana de Nueva York donde previamente ya habían sido montados algunos asientos otras cosas, se presidió una ceremonia encabezada por el presidente de Estados Unidos, había mucha gente reunida y estaban muy felices, parecía día de fiesta.

Y eso mismo dijo el presidente:

—Hoy es un día de fiesta, este día será recordado por el valor que tuvieron 6 jóvenes para vencer las adversidades, demostrándonos que sin importar que tan mal estén las cosas, siempre podremos salir adelante.

La gente aplaudió y entonces el presidente llamó a los 6 chicos uno por uno, a cada uno le fue entregada una medalla que le pusieron en el cuello. Los chicos dieron las gracias mientras eran observados por todo el mundo porque la ceremonia estaba siendo transmitida en vivo.

Después la gente pidió que el chico hablara, aunque Román estaba nervioso, de todas maneras pasó a hablar.

—Bueno —decía Román un poco nervioso— No sé qué decirles, siempre me pongo nervioso cuando hablo a mucha gente, pero estoy muy feliz de todo esto, de que pudimos vencer a una amenaza que parecía invencible, quiero darles las gracias a mis amigos, y a todos los que se cruzaron en nuestro camino por habernos ayudado y... y no sé qué más decir.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora