El sobre

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Volviendo a la época actual...

El auto que Román y Miranda habían visto, logró detenerse al lado de los dos chicos.

La ventanilla de la puerta del copiloto se bajó y un chico que conoce a Román le dice:

—Vámonos.

—¿Oscar? —pregunta extrañado el chico.

Súbete —le ordena el chico— Date prisa.

—¿Por qué? —le preguntó Román.

—Tú sólo súbete —le dijo el conductor del auto, a quien en un principio Román no reconoció.

—Pero estoy con Miranda —le dijo Román a los dos.

—No importa —le dijo Oscar— Que se suba también.

—Dicen que te subas —le dijo Román a la chica.

—Claro que no —le dijo ella— ¿Qué tal si me secuestran?

—¿Estás segura de que no quieres subir? —le dijo Oscar a la chica.

Como si les hubieran dado una orden, los 4 voltearon detrás suyo y vieron una muchedumbre de gente que a leguas se veía enardecida, también iban algunos autos, todos iban como persiguiendo a alguien en especial, hacían desastre por donde pasaban, tiraban piedras y con palos, rompían todo lo que había a su paso, Román adivinó que a los que perseguían eran a ellos.

—¿Qué está pasando? —preguntó la chica.

—Luego les explicamos —le dijo el conductor— Suban.

La chica no tuvo de otra más que subirse, así que lo hicieron, una vez dentro, el conductor arrancó a toda velocidad. Román observó que detrás del auto, en la parte de los asientos de atrás, también había dos pasajeros más:

—Freddy, Liz ¿Qué hacen aquí?

—Pasaron por nosotros también —le dijo la chica.

—Esos sujetos están locos —le dijo Freddy mientras voltea hacia atrás— Tenemos que acelerar.

—No me digas —le dijo el conductor en modo sarcástico.

Román se quedó observando al conductor y después de un rato lo reconoció:

—¿Tú eras el novio de Diana verdad?

—Veo que me conoces —le dice el conductor.

—Diana me platicaba mucho de ti, incluso me mostró una foto —le dijo Román— Decía que todavía no te olvidaba y otras cosas, que estaban a punto de salir pero te mudaste para acá.

—Ya veo —le dijo el conductor— ¿Cómo la conoces?

—Fue mi novia —le dijo Román— Pero terminamos.

El conductor sólo se limitó a sonreír.

—¿Te dijo mi nombre? —pregunto el muchacho.

—Si —le dijo Román— Me dijo que te llamabas Zogbi, un nombre raro.

—Yo tampoco —le contestó el conductor— Sólo me lo pusieron y ya.

Miranda se dio cuenta que estaba rodeada de hispanos y preguntó:

—¿Todos son de México?

—Yo no —le dijo Freddy— Vivo en Chicago.

—Y yo en Seattle —le dijo Liz.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora