En la nave de Nordoz, él observa en un radar la ubicación de la nave de Aelos, al encontrarla, dice:
—Ya los encontré.
Y cambia su ruta.
La nave de los 3 sale a toda velocidad por toda la ciudad, ante la miranda de la gente, dentro de ella Aelos les dice:
—Vengan.
Román y Miranda se acercan y el atlante les muestra un mapa del mundo con puntos que funciona como radar para las calaveras de cristal.
—¿Qué son esos puntos? —pregunta Miranda.
—Son los lugares en donde están las calaveras de cristal —responde Aelos.
—Veamos —dice Román al analizar el mapa— Estos lugares son... Dakota en Estados Unidos, Machu Picchu en Perú, Stonehedge en Inglaterra, Chichen Itzá en México, la llanura de Quin Chan en China, el museo Smithsoniano en Washington, la isla de Pascua, el museo Británico de Londres, Las pirámides de Egipto, Paris en Francia, la Antártida y Teotihuacán en México.
—¿Por qué están dispersas por el mundo? —pregunta Miranda.
—Porque allí terminaron después de la catástrofe que destruyó la Atlántida —dice Aelos— En cada lugar donde hay una calavera se formó una civilización descendiente de atlantes, excepto las que están en museos.
—Espera —dice Miranda— ¿Eso significa que había civilizaciones en el polo sur?
—Así es —responde Aelos— Pero eso casi nadie lo sabe, sus gobiernos lo han ocultado, de hecho les han ocultado muchas cosas, comenzando por nuestra civilización.
—¿Y por cual iremos primero? —pregunta Román.
—Por la de Dakota —dice Aelos— Es la más cercana.
Después Román le dice al atlante:
—Quiero ver la calavera que tienes.
—De acuerdo —dice Aelos mientras abre su bolsa y le dice:
—Tómala tú mismo, yo no puedo porque no tengo mis guantes conmigo.
El chico observa en la bolsa una calavera, hecha de un material cristalino, de color azul oscuro, el chico la toca y la sostiene en su mano, entonces Román tiene una visión y le brillan los ojos provocando que suelte la calavera en el suelo, Miranda la levanta.
—No le pasa nada —dice Aelos— Está hecha de cuarzo, un mineral muy resistente.
—Yo vi algo cuando la tomé —dice Román.
—¿Qué viste? —le pregunta Aelos.
—Vi a dos serpientes enormes y aladas luchar en el cielo —dice el chico— Una de ellas era la representación de la bondad y la luz, la otra era la oscuridad encarnada, su batalla en el cielo era cataclísmica.
—¿Serpientes voladoras? —dice Miranda.
—Las serpiente representan la dualidad del bien y el mal —le explica Aelos— Para los israelitas, la serpiente era un símbolo de sanación cuando estuvieron en el desierto, como recordarás, Moisés usó una serpiente de oro para curarlos. Pero también, la serpiente representa el mal, la serpiente que tentó a Eva en el paraíso para que comiera la fruta prohibida o la serpiente Leviatán que fue muerta por Dios.
—¿Y porque vi las serpientes luchando? —pregunta Román.
—Parece ser que estarás involucrado en una batalla épica entre el bien y el mal —dice Aelos— Una batalla que decidirá el destino del mundo, o quizá del universo. Asimismo la batalla entre las serpientes representan la eterna batalla entre el bien y el mal, nunca hay un ganador, pero siempre pelean para mantener el universo en equilibrio, y si alguna es vencida, siempre renacerá dentro de la otra.

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Saga de Román
AventureRomán, un chico que parece llevar una vida como la de cualquier chico de su edad, pronto descubre que quizá su vida no es tan normal. Fantasmas, terroristas, monstruos, reyes y científicos locos, toda una pléyade de villanos que a su par...