Preferencia

3 0 0
                                    



Los chicos seguían manejando en la carretera, llegando ya casi al estado de Indiana, algo que al principio no llamó su atención, y luego sí, fue que al principio, del lado contrario de los chicos iban a un gran número de autos con bastante equipaje, como si se mudaran, bastantes de ellos eran parecidos a los chicos de origen latino.

—Ya deben de estar sacando a la gente extranjera —menciona Miranda.

—Entonces mi mamá ya debe de estar fuera —menciona Freddy un poco triste.

Los chicos también se sienten tristes, entonces Oscar dice:

—¿Creen que de veras todo esto se resuelva si entregamos el sobre?

—Yo pienso que sí —menciona Freddy.

—Yo también —le dice Liz.

—Yo también espero que si se resuelva —dice Zogbi.

—Espera —menciona Miranda— Detén el auto.

—¿Para qué? —le pregunta Zogbi.

—Tú detenlo y ya.

El chico detiene el auto y se queda allí. Miranda dice:

—Vamos a hacer un juramento.

—¿De qué o qué? —le pregunta Oscar.

—Vamos a prometer que pase lo que pase, sin importar lo que suceda o nos pase a nosotros, este sobre tiene que ser entregado en Nueva York —dice la chica.

Luego pone la mano frente a ella, poco a poco todos los demás van poniendo la suya, sólo falta la de Román, Miranda le dice:

—Vamos, pon tu mano.

Román al principio se le queda viendo a Miranda, luego la pone mientras dice:

—Yo pongo mi mano, pero no porque tú me lo dices, sino por todo lo que le están haciendo a mi gente, además, y sinceramente, no creo que Dinz sea la buena persona que dice ser, no confío en él.

La chica al oír esto, se puso triste.

Bien —dice Zogbi —Llené el tanque en Chicago, más algunas cubetas que me dieron, con esto será suficiente para llegar a Nueva York.

El muchacho arranca y acelera el auto y los chicos van rápidamente ya que no tenían obstáculos.

Dos horas más tarde, habían llegado al estado de Ohio, se detienen en el primer lugar, una ciudad algo pequeña.

—Vamos a buscar algo que comprar —menciona Zogbi mientras baja del auto.

Todos los demás también bajan.

—¿Dónde podremos comprar comida por aquí? —pregunta Oscar.

—Tal vez alguien de aquí sepa —menciona Zogbi refiriéndose a Miranda.

—Síganme —les dice la chica.

Los 6 chicos van caminando casi en fila, llamando la atención de la gente, pero sólo se limitan a observarlos algo extrañados y nos les dicen nada. Van hacia un centro comercial, los chicos se distribuyen por la tienda y cada uno toma un poco de comida y otras cosas. Después cuando reúnen todo y van a pagar a las cajas, le dan todo a Zogbi, éste va a pagar, pero se da cuenta que no tiene con él su dinero.

—¿Qué sucede? —le preguntan.

—No me traje mi dinero, ¿traen ustedes?

—No —le dice Oscar revisándose por todos lados— Yo tampoco.

Los demás chicos también se revisan y se dan cuenta de que dejaron todo su dinero en el auto.

Los encargados del lugar, al darse cuenta de la situación les dicen:

—No importa, no paguen, es gratis para ustedes.

¿Enserio? —le dicen los chicos sorprendidos.

—Claro —les dicen— Sabemos que llevan un mensaje a Dinz, para nosotros ustedes son salvadores y por eso merecen un trato especial.

Aunque al principio no sabían qué decir, porque estaban apenados, al final todos dijeron:

—Gracias.

Al salir de la tienda, ya había algo de gente reunida alrededor del local, los chicos ya sabían la razón de esto, pero aun así, nadie les dijo nada, algunos los observaban felices, pero uno que otro no y los chicos siguieron su camino ignorándolos. Finalmente llegaron al auto. Después de media hora que utilizaron para comer y descansar, los chicos reanudaron su camino.

En Nueva York, en la base secreta de Dinz, aparece el sujeto que les había dado las instrucciones a los chicos, está en el salón donde se encuentra Dinz, el sujeto le dice a su superior que los chicos se están acercando a Nueva York.

—Excelente —alcanza a murmurar Dinz, pero sin mostrar su cara.

Posteriormente, Dinz ordena a su subordinado que se retire.

En la noche, los chicos ya habían llegado al límite con el estado de Pensilvania.

—¿Quieren que nos quedemos a dormir por aquí? —les pregunta Zogbi a los demás ya algo somnoliento.

—¿En el auto? —pregunta Oscar.

—Supongo que sí —le dice el chico.

—Pero ya estamos cerca de una pequeña ciudad —le dice Miranda.

—Creo que ahora que ya nos estamos acercando a Nueva York, puede ser peligroso quedarnos en un lugar con gente —les dice Zogbi.

—¿Por qué? —le preguntan los otros.

—Como ya nos estamos acercando a Nueva York, lo más probable es que esta vez nos estén buscando más frecuentemente, puede ser peligroso y no sólo para nosotros —les explica el chico.

—Creo que tiene razón —menciona Liz.

—Está bien —le dice Miranda— Al menos en este auto hay más espacio.

—Pero a ti te encanta este auto por la manera en que lo ganaste —le dice Zogbi.

—Claro que no —le dice Miranda tratando de evadir ese tema por obvias razones.

Román aunque no le toma importancia a esto, se siente un poco extraño. Zogbi manejó unos metros y estacionó el auto en una pequeña pradera cercana a la entrada del lugar que había mencionado Miranda, allí se estacionó y después, los chicos se taparon con algunas cobijas que les había dado la mamá de Freddy, se desearon buenas noches y se quedaron dormidos.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora