Othinus

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Una vez que ha pasado todo, lo primero que hace Román es acercarse a Amairany y le pregunta:

—Dime ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo hiciste todo eso?

—Es complicado —dice Amairany— Pero no estás hablando con Amairany en este momento.

—¿Qué? —exclama Román extrañado.

—Ella es tu novia —le dice Aelos al chico— Pero esta poseída.

—¿Por quién? —pregunta Román.

—Nosotros, como atlantes veneramos a una diosa que representa a la Tierra, es como la Amaterasu de los atlantes —le dice Aelos.

—¿Amaterasu? —pregunta Julián.

—Es la diosa tutelar de los japoneses —dice Román— Aunque la comparación no aplica porque Amaterasu es una diosa solar, y ustedes hablan de una diosa de la Tierra.

—¿Sería entonces como Huitzilopochtli? —pregunta Oscar— Es el dios tutelar de los mexicas.

—Ese también es un dios solar —le contesta Román.

—Exactamente —dice Keel— Ella es nuestra diosa tutelar, por eso la comparación, pero no es una diosa como tal, es la representación espiritual de la energía que mantiene la vida en la Tierra, algo así como el alma del planeta.

—¿Entonces gracias a ella hay vida en la Tierra? —pregunta Julián.

—Exactamente —responde Aelos.

—¿Entonces ya existía desde la época de los dinosaurios? —pregunta Oscar.

—Eso no lo sabemos —responde el atlante.

—Su nombre es Othinus —afirma Neez.

—¿Othinus? —dice Román— ¿Y entonces esta chica no es Amairany?

—Es ella —dice Aelos— Pero Othinus usa su cuerpo.

—¿Y por qué ella tomó el cuerpo de Amairany? —pregunta Román.

—Quizá como un medio para llegar a ti —dice Aelos— Ella sabía que Amairany era tu novia y tú la querías mucho, aunque pudo haber tomado el cuerpo de alguna amiga tuya como Miranda o Diana, eligió a Amairany porque es la que más quieres, además del gran vínculo que existe entre ambos.

—La quiero mucho —dice Román— Pero quiero hablar con Amairany.

—Te daré la oportunidad de hacerlo —dice Othinus— Nos veremos después.

Entonces la chica se desmaya y Román la sostiene, ella abre los ojos.

—¿Dónde estoy? —se pregunta la chica.

—Estás conmigo —dice Román llorando.

—Román —dice la chica y besa al chico.

Después de separase y levantarse, el chico le pregunta:

—¿Qué pasó? ¿Dónde estabas y por qué no me hablabas?

—Hay mucho que decirte Román —le dice Amairany.

—Tú habla —le dice el chico.

—Después de irme te mandé el mensaje de despedida en otro celular, porque el mío también me lo habían robado —cuenta la chica— mi familia y yo huimos al sur, a Guerrero, donde antes vivíamos, ese lugar seguía dañado por el huracán, así que no había teléfono ni internet, sólo se había restablecido la luz, por eso no pude comunicarme contigo, unos amigos nos dieron oportunidad de quedarnos en su casa en un cuarto muy chico, así estuvimos este tiempo, de todas maneras tenía miedo de salir y no salía para nada a la calle, me la pasaba encerrada en esa casa, yo y mis padres, sin nada que hacer, todo el tiempo pensando en ti, en cómo estarías sin mí, soñaba mucho contigo, era horrible.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora