El viejo oeste

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—¿Qué sucede? —pregunta Miranda.

—Tienen que irse —les dice el señor.

—¿Por qué? —les pregunta Oscar.

—Las personas que les dijimos de las que tuvieran cuidado, han venido a buscarlos, tienen que escapar, salgan por atrás —les explican los señores.

Los 6 se levantan y toman sus cosas, en eso Zogbi pregunta:

—¿Cómo vamos a salir, si el auto está enfrente donde están ellos?

—No importa —les dice la señora— Tomen el nuestro que esta atrás, les irá mejor porque está más grande, salgan sin hacer ruido.

—Gracias señores —les dicen los chicos.

Los 6 salen a escondidas, llegan al auto, lo encienden y salen por otro lado, al final de cuentas los que los buscaban, no los encontraron. Los 6 chicos contemplaban detrás suyo la escena que dejaban atrás, pero nadie dijo nada, más tarde Zogbi se detuvo en un paraje y allí se quedaron dormidos.

Al día siguiente, los muchachos reanudaron su marcha y entraron al estado de Arizona, llegaron a un pueblo de esos que parecen salidos de las películas del viejo oeste, pero que estaba en ruinas.

—¿Aquí es donde vivían los vaqueros? —menciona Liz.

—Si —les dice Miranda que es la que sabe— De estos pueblos hay muchos por esta zona, pero muy pocos están todavía habitados, y otros son usados como museos, pero este está abandonado desde hace más de 100 años.

—Me sorprende que siga en pie —le dice Zogbi.

—A mí también —les dice Oscar.

—¿Quieren echar un vistazo? —pregunta Miranda.

—Yo si voy —le dice Román.

—Yo también— menciona Freddy.

—No creo que sea buena idea —menciona Zogbi.

—¿Por qué? —le pregunta Miranda.

—Recuerden que tenemos que llegar a Nueva York —les explica el chico.

—Pues ahora yo te digo que nos bajamos —le dice Miranda.

Acto seguido todos se bajan, al final baja Zogbi, refunfuñando porque sabe que Miranda lo hizo sólo para llevarle la contraria. Los chicos caminaron por una especie de camino central que ya estaba casi borrado, a su lado, habían algunas construcciones como sacadas de una película de vaqueros, pero en un deplorable estado, no había nadie, ni siquiera animales y había mucho polvo, también habían algunas carretas y otros objetos abandonados. Los chicos seguían viendo todo con algo de curiosidad y un poco de miedo, entraron en lo que alguna vez fue una taberna, al entrar vieron todo empolvado de tantos años, botellas vacías empolvadas y otras que todavía tenían producto, las sillas y mesas en igual estado. Un rato después, en una banca del pueblo fantasma que previamente habían limpiado, estaban sentados los 6, mirando frente a ellas las construcciones deterioradas. Estaban aburridos, sentados y mirando fijamente sin cruzar palabra hasta que Román dijo algo que aunque no era necesario, sólo lo dijo para romper el silencio:

—¿Cuántos años dices que tiene este lugar?

—Más de 100 años —les dice Miranda.

—Debe de haber sido interesante haber vivido aquí —menciona Oscar.

—A mí la verdad me da miedo —dice Liz— ¿Qué tal si sale un fantasma?

—No hay nada de eso aquí —les dice Miranda— La verdad son aburridos estos lugares.

Pasa un rato en el cual nadie habla y unos minutos después, Freddy se le ocurre decir:

—¿Quiénes habrán sido los que nos buscaban?

—No lo sé —les dice Zogbi.

—Nos querían buscar porque íbamos a entregar el sobre —menciona Román— ¿Por qué estarán en nuestra contra si de veras estamos haciendo lo correcto?

En eso oyen un ruido, todos se levantan, miran al cielo y ven pasar unos aviones que Miranda identificó como del ejército de Estados Unidos.

—Esos aviones van a Los Ángeles —menciona Miranda.

Llega un último avión más pequeño que cuando pasa sobre el pueblo donde están los chicos, comienza a disparar, los chicos asustados corren a ocultarse a un edificio contiguo. El avión sigue su curso y cuando el peligro ha pasado, los chicos salen.

—Nos dispararon —menciona Zogbi enojado— Nos quieren matar por entregar este sobre.

—No puede ser —menciona Miranda— ¿De veras estamos haciendo lo correcto?

—Yo no sé si estamos haciendo lo correcto o no —menciona Román— Pero eso lo sabremos cuando lleguemos a Nueva York.

De repente, todos los edificios comenzaron a moverse, los chicos comprendieron rápidamente y salieron de allí, todos los edificios se derrumbaron.

—Estaban tan débiles que esas balas bastaron para que se derrumbaran —menciona Oscar.

—Bueno —dice Zogbi— Vamos a continuar nuestro camino.

—Si —dijeron los otros.

Los 6 chicos suben al auto y se ponen en marcha, pero al alejarse, no se dan cuenta que alguien los estaba observando. Cuando cae la noche, se detienen a dormir a la orilla de la carretera.

Saga de RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora