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Después de que Bonnie se presentará ante la madre de Freddy y hablaran un poco, ambos se dirigieron al cuarto del castaño mientras esperaban que la comida estuviera lista.

Estaban sentados en la cama uno frente al otro, con una mueca pensativa. Siendo la primera vez de Bonnie ahí, pensaban una forma de pasar el rato, hablar podían hacerlo en cualquier lugar.

—¡Ya sé! —exclamó Bonnie alzando su mano, Freddy le miró expectante­—. Juguemos a las escondidas.

¿Ah?, ¿qué edad tiene? Las escondidas son para los niños de prima...

—¡Vale! ¡Yo me escondo primero! —respondió Freddy con entusiasmo, Bonnie asintió de acuerdo.

Fred simplemente lo observó desconcertado—. Y luego se quejan de que no tienen pareja.

¿Cuándo me he quejado yo de no tener pareja? Habla por ti, aguafiestas —replicó Freddy levantándose de la cama, mientras Bonnie se apoyaba en una pared—. ¿Qué tiene de divertido sólo ligar y cantar? Además... si a mi futura novia no le gusta jugar a las escondidas no vale la pena —dijo lo último con infantilismo, haciendo que su compañero de vida rodara los ojos.

El castaño bajó y se dirigió a la sala, analizó los alrededores en busca de algún sitio donde se podría esconder.

—Noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve ¡Cien! —exclamó Bonnie, provocando que se tensara—. ¡Listo o no, me da igual!

Escuchó los pasos del chico desde la segunda planta, sin pensarlo mucho se escondió detrás de una maceta.

Oh, así que este es el gran escondite que escogiste ¿eh? —ironizó mirándolo desde arriba.

—¡Si tú no te la pasaras criticando toda mi existencia, me habría dado tiempo de elegir un mejor lugar! —susurró mirando a su compañero bajar las escaleras y comenzar a buscar con la vista. El castaño sólo se apretó en su lugar rezándole a Kratos para que no le encontrara.

Mientras tanto, Bonnie buscaba por toda la casa, no era muy grande, estaba hecha para que sólo dos personas vivieran. Revisó por los cuartos, el baño, la recepción, incluso en la cocina, donde le comentó a la madre de Freddy que estaban jugando a las escondidas, y en la sala.

—Juro que yo, Bonnie Destructor the Bunny, encontraré a Freddy en nombre de Donatello —dijo en voz alta, alzando uno de sus brazos. El castaño tuvo que cubrir su boca con sus manos para evitar soltar una risa.

No te rías, no te rías. —Se dijo a sí mismo mientras miraba a Bonnie asomándose en todas partes, incluso dentro de los jarrones. Los ojos rojos pasearon por la sala una vez más hasta percatarse de algunas pequeñas, y no muy notables, manchas cafés detrás de la planta. Sonrió divertido.

Freddy notó como el chico se salía de la habitación murmurando: —¿Dónde podrá estar?—. Cuando pensó que estaba seguro, suspiró relajando su cuerpo.

—¡Te encontré! —exclamó Bonnie agachado a su lado, tanto Freddy como Fred soltaron un pequeño grito dando un salto.

—¡A su pu...! ¿¡De donde saliste!? —chilló el chico mirándolo reírse por su reacción.

—Soy Bonnie, yo lo sé todo —presumió, volviendo a reírse, Freddy sólo hizo un puchero, mientras se levantaba de su escondite. Tenía que vengarse, como sea.

—¿Lo sabes todo? —preguntó cuando una idea surcó su mente, su tono de voz tenso a Bonnie—. Entonces supongo que sabes lo que voy a hacerte. —Alzó sus manos con una sonrisa maliciosa.

—Oh, diablos —murmuró retrocediendo y echándose a correr, siendo perseguido por el de ojos azules.

Finalmente, Freddy lo acorraló en un rincón de la sala y, sin perder tiempo, comenzó a hacerle cosquillas. Las risas de Bonnie inundaron toda la casa, mientras le pedía que parara; después de estar alrededor de cinco minutos así, el castaño pensó que ya era suficiente por el momento.

—¡Niños! ¡A comer! —llamó la madre de Freddy.

—Vale, ya vamos —contestó Freddy con un tono animado.

—Eres un mal perdedor. —Se quejó Bonnie reincorporándose luego de más o menos calmar su respiración. Ambos se sacaron la lengua divertidos mientras avanzaban a la cocina.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora