100

894 97 145
                                    

Se ha dado cuenta de que, últimamente, Freddy ha tenido más iniciativa para tomarle de la mano. Normalmente es para tranquilizarlo o darle a entender que no se debe preocupar, que las cosas saldrán bien; mentiría si dijera que le molesta, todo lo contrario, le sorprende como un simple gesto puede lograr tantas cosas en él, entre ellas un sentimiento de protección, como si nada pudiese pasarle si sostenía esas manos.

. . .

—¿Tuvimos casi un mes para hacerlo y tú apenas empiezas? —regañó Freddy a Bonnie, quien se limitó a reír sin más, no estaba precisamente orgulloso de su flojera, pero ya es parte de él.

—No es mi culpa que hayan elegido libros tan aburridos —se quejó haciendo una especie de puchero. 

Ambos se hallaban en una de las tantas mesas de la biblioteca, en ella había una pequeña pila de libros y una libreta.

 —Bonnie, hoy es la fecha límite para entregar las reseñas y es por internet, ¿crees que te dé tiempo? —cuestionó con escepticismo.

 —Tú tranquilo, yo nervioso. Me quedaré toda la tarde leyendo y haciendo los reportes, luego los pasaré a computadora, me dará tiempo. Aunque es un día perdido —suspiró cansado, maldita procrastinación.

—Eso te pasa por hacer todo a última hora. —Volvió a reñirle—. ¿Por cierto, necesitas una laptop? Tengo entendido que tú no tienes.

—No te preocupes, ¿ubicas a Lily?

—¿La amiga de Abby? 

Asintió—. Ella me prestó la suya, se la devolveré mañana —explicó mientras sacaba de su mochila el dichoso aparato—. De todos modos, gracias por preocuparte.

—Yo siempre, mi amor —dijo mientras guiñaba un ojo, sacándole una risa a su compañero.

—No sé qué haría sin ti, mi cielo —respondió con un tono forzadamente meloso.

—¡Lleven sus homosexualidades a otra parte! —reclamó la bibliotecaria lanzando un bolígrafo hacia ellos, ambos rieron por ello.

Freddy se despidió con cierto pesar, había una parte de él que quería quedarse con el chico hasta que terminará su trabajo e irse juntos a casa, una parte de él que no quería dejarlo solo. Por un momento pensó en decirle que se llevaran los libros, Bonnie la mitad y él la otra, obviamente prestados, pero se tuvo que aguantar. Hasta poco antes de llegar a su casa, siguió luchando contra esa parte que quería volver donde Bonnie y obligarlo a irse a casa, no entendía su repentina ansiedad por estar a su lado.

. . .

Bostezo una vez más, había estado varias horas encerrado en la biblioteca terminando sus reseñas para lengua, deseaba mandar al quinto carajo a la vieja que les daba clases e irse a la esquina de su vecindad a tocar la guitarra hasta que William se fuera de casa. En esos momentos estaba transcribiendo sus apuntes a la laptop, tenía puestos sus lentes —sí, esos que utilizaba para dormir en clases—, los ocupa ocasionalmente cuando fuerza mucho la vista.

La verdad es que ya estaba empezando a ver borrosas las palabras.

—Has estado casi seis horas así, te va a hacer daño —mencionó la bibliotecaria mientras acomodaba unos cuantos libros. Ella, Bonnie y un par de chicos más eran los únicos en esa sala, ya casi terminaban las clases de la tarde y pronto debían cerrar—. Mejor lárgate a tu casa, come, báñate y luego terminas tu tarea, mocoso vago.

—Sí, tiene razón —musitó finalmente, se apartó de la máquina, se subió los lentes y se refregó los ojos, cansado—. Je, no volveré a dejar todo a última hora.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora