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Lo único bueno de las enfermedades...

—Tenías razón con lo de las evaluaciones —comentó Bonnie, caminando junto al castaño de regreso de la escuela.

—Te dije.

—Que flojera —canturreó, soltando un suspiro al finalizar.

—¡Oh, vamos! Con esa actitud no vamos a llegar muy lejos. ¡Demos lo mejor de nosotros este mes! —exclamó el castaño, alzando una de sus manos, Bonnie sonrió ante su actitud. Le encantaba esa alegría y ánimos de Freddy, le hacía sentir que todo era posible.

—¡Tienes razón! ¡Es más, te tengo una apuesta! —Empezó a decir, ganando la atención de su amigo—. El que tenga menos promedio, le invita a comer al contrario —propuso.

—Me parece excelente —contestó, el mayor extendió su mano hacia él.

—¿Trato hecho?

Freddy tomó su mano y con una expresión determinada dijo—: No pienso perder.

—Lo mismo digo.

Con su energía recargada, se despidieron dirigiéndose a casa. Fred miraba fijamente al de ojos azules, que iba pensando en toda la pizza que Bonnie le compraría.

¡También espagueti! —reclamó, obteniendo un asentimiento desinteresado.

En cuanto llegó a casa, se dirigió a buscar a su madre para contarle sobre la apuesta. Se llevó una sorpresa al ver a su tía junto a su mamá en la sala; la emoción le invadió al reconocerla, pues era la típica que te da dinero en vez de regalos, sumado a que era su sobrino consentido.

—¡Hola! Cuanto tiempo —saludó animado, exaltando a ambas mujeres. Se acercó a ellas dejando su mochila en uno de los sillones—. ¿Cómo... está? —Su voz enérgica de a poco se fue apagando cuando se percató de las expresiones tristes en las dos mayores.

Es que te enseñan lo que realmente importa en esta vida.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora