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Los días se volvían semanas y la situación no cambiaba, cada vez era más difícil disimular sus ánimos y fingir sus sonrisas, cosa que empezaban a notar el resto de sus amigos.

Entre tratar de darle consuelo a su madre, buscar la manera de mantenerse informado y desesperarse por no poder ayudar más, su felicidad se iba desvaneciendo, escurriéndose de sus manos y él sin poder hacer nada para evitarlo. Los temblores cada vez se volvían más constantes y su actitud era distante con todos, sea su madre, amigos, incluso a Fred le costaba entender que pasaba por su mente. Bonnie era al único que le dejaba ver su lado más miserable.

—¡Fredditu! ¿Me puedes traer unas gomitas? —pidió Bonnie con una tierna sonrisa y un pestañeo nada sutil, tratando de usar sus encantos para conseguir derretir el corazón de su amigo. El salón de clases se estaba vaciando y los únicos que permanecían sin moverse eran los Animatronicos, que esperaban a Golden para ensayar esa tarde.

—¿Por qué no vas tú? —Se quejó.

Y a la vez era él único que le traía un poco de calma a su alma atormentada.

—Porque tengo flojera~ —canturreó, el castaño le miró con una ceja en alto, mientras él le hacía cara del gato con botas.

—Te odio —gruñó tomando el dinero que su amigo le extendía; mientras él salía, Chica y Foxy les observaban algo divertidos, pero en cuando se aseguraron que ya no estaba, voltearon a ver a Bonnie.

—¿Le pasa algo?

—No está en sus mejores días, pero no se preocupen, lo estoy cuidando, estará bien pronto —aseguró levantando un pulgar, ambos asintieron no muy convencidos. Los tres sabían que no eran verdad sus últimas palabras.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora