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Abrió los ojos repentinamente mientras se incorporaba de golpe, se quejó en voz baja cuando una brillante luz le lastimó las retinas y un intenso dolor se extendió por todo su cuerpo. Volvió a recostarse, esta vez con lentitud.

—Bonnie, no vuelvas a hacer eso. —Escuchó una voz a su lado, sintió como colocaban una mano en su hombro y en su espalda, ayudándolo a acomodarse.

Giró la cabeza para ver a la persona a su lado, reconocería esa dulce voz donde fuese, los cortos cabellos castaños, la piel ligeramente morena y los brillantes ojos que le miraban con dulzura.

—Marta —murmuró sorprendido, ella se limitó a sonreírle con las cejas fruncidas en preocupación. Desvió su vista, encontrándose con una habitación de paredes color crema y piso de baldosas blancas, algo sucias, dedujo que se encontraba en una habitación de hospital por algunas máquinas que estaban regadas por el lugar. Sería su primera vez pisando uno—. ¿Qué pasó?

—Llegaste a tu salón golpeado, te desmayaste en los brazos de mi hijo y luego te trajeron aquí. Dicen que perdiste la conciencia por la pérdida de sangre y por el dolor —explicó con aquella tierna y maternal voz, era música para los oídos de Bonnie, ella acariciaba su cabeza con una dulzura y cariño que jamás había experimentado, el famoso "Amor de madre"—. Nos tenías tan preocupados...

—Ya... lo recuerdo —musitó desanimado, pensó que era sólo una pesadilla. Observó su brazo izquierdo, dándose cuenta de que estaba vendado y sostenido por un cabestrillo, luego llevó su mano libre a su mejilla, notando que la mitad de su rostro estaba vendado y tenía algunos parches.

—Dicen que por poco el loco de tu padre te deja ciego de un ojo, por suerte lo pudieron tratar a tiempo —explicó, sosteniéndolo de una mano, la cual también estaba vendada, en realidad varias parte de su cuerpo lo estaban: su pie izquierdo, toda la pierna derecha y en la zona estomacal—. También te disloco el brazo, por lo que tendrás que usar el cabestrillo por un tiempo. ¿Sabes? Yo no sabía que se llamaba así, me acabo de enterar.

—Tampoco lo sabía, cada día se aprende algo nuevo —mencionó tratando de ignorar el dolor, se sonrieron mutuamente—. ¿Y los chicos?

—No los dejan entrar —contestó—. Pero créeme, han estado muy preocupados por ti.

—¿Cuántos días han pasado?

—Dos.

—De nada sirvió hacer la tarea —bromeó—. Diablos, me desvele para nada... al menos la perra de lengua debe estar contenta.

—Bonnie, no me hagas traer el jabón —regañó, el menor respondió entre risas con un "Lo siento".

Su plática se vio interrumpida por unos suaves toques en la puerta, el menor observó confundido en dirección a esta y también a la mamá de su amigo, quien le dio una sonrisa extraña antes de ir a abrir. Entraron tres personas: la que lo parió, el padre de Golden y un tipo a quien nunca había visto.

Arqueó una ceja ante los inusuales invitados, sin apartar su atención del viejo de su amigo, quien se sentaba en un pequeño sillón de la habitación a lado de la castaña y el desconocido.

—Theodoro —murmuró su madre colocándose a su lado—. ¿Qué tal te encuentras?

—De puta madre, esto es mejor que tocar la guitarra a la luz de la luna encima del tejado. ¿Tú cómo crees que me siento, mujer?

—¡Bonnie! —regañó la castaña, viéndolo con reproche.

—No, está bien —murmuró la contraria sonriendo aliviada, al menos el chico parecía estar mejor.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora