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Como siempre, Bonnie llegaba de últimos, se dirigió a su asiento para dejar sus cosas y después volteó a ver a su amigo, que parecía perdido en la nada, con una expresión pensativa, ajena a todo.

—Ey —saludó con buen humor, sin embargo la confusión le inundó al no recibir una respuesta—. ¿Freddy? —preguntó picoteando su brazo—. ¡Tierra llamando a Freddy! —exclamó moviendo su mano frente a la cara del chico, cada segundo se sentía más enrarecido por su falta de reacción. Miró a la persona detrás del castaño—. Este... Cami, ¿me puedes ayudar? —pidió, la chica asintió sacando su violín; rasgó las cuerdas provocando un sonido agudo que obligó al resto a cubrir sus oídos, incluido el moreno.

—Gracias.

—No hay de qué —respondió la chica, regresando su vista a su cuaderno.

—¿Eso que fue? —inquirió Freddy, quitando las manos de sus orejas, siendo el más cercano a la chica fue quien más resintió esa horrible nota.

—Perdón, no reaccionabas —justificó, hincándose a lado de la banca del chico—. ¿Ocurrió algo? Te veo decaído.

—Inbox —bromeó el chico riendo de forma forzada, aquello en vez de darle risa, le preocupó más—. Te digo después...

—Bien —susurró volviendo a su asiento, pues el maestro ya había llegado.

Freddy fijó sus ojos en su cuaderno, parecía indiferente, al menos hasta que frunció el ceño con frustración, apretando sus puños con un ligero temblor.

—Mierda.

. . .

A la hora del almuerzo, ambos se dirigieron al patio trasero para poder tener un poco de privacidad. La mirada insistente de Bonnie le comenzaba a incomodar, no apartaba la vista del bote de pudín en sus manos, como si fuese lo más interesante en el mundo.

—¿Freddy...?

—A mi abuela le dio un derrame cerebral.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora