Especial 9

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... Escuché un rumor...

. . .

Las lágrimas estaban a nada de salir, sentía una fuerte presión en el pecho y su garganta dolía, tenía tantas ganas de largarse a llorar en esos momentos. Su mano izquierda seguía envuelta alrededor de la boca de esa pequeña niña, para que no se oyeran los sollozos de la aterrada jovencita. ¡¿Cómo terminaron así?! ¿¡Cómo es que llegaron a esta situación?! ¿¡Qué habían hecho para merecer esto!?

Sus ojos hasta ese momento habían estado fijos en la puerta de aquel cuarto donde se escondían, esperando atento cualquier movimiento desde el exterior. Todo era borroso en su campo de visión, sumado a la oscuridad del lugar, poco y nada era lo que lograba distinguir en aquella tenebrosa habitación. Se estaba obligando a sí mismo a mantener la compostura, era el mayor del grupo, era el que había prometido cuidar de sus amigos. 

Y aún así...

Los recuerdos de los cuerpos sin vida y la sangre le dieron ganas de devolver la sabrosa pizza que horas antes había comido; su cuerpo entero estaba temblando, pero él no era capaz de dejarlo salir, no podía...

Sintió algo posarse encima de su mano derecha, la cual había tenido apoyada en el frío piso. Movió la cabeza para poder verse cara a cara con su otro acompañante. Los ojos marrón rojizos de él también desbordaban en llanto, pero a diferencia de la pequeña acomodada en su regazo, ningún sonido salía de su boca. 

Hace no mucho estaban hablando acerca de tomar juntos clases de música, porque querían algún día formar una banda con sus amigos. Este par era el más entusiasmado con la idea, después de todo ambos tenía una gran pasión por el cantó y la guitarra. Aunque ese trió de animatrónicos no podía contar como una banda tal cual y sólo tocaban las mismas cinco canciones programadas, ellos siempre decían que serían como ellos, tocando frente a las personas, animando el ambiente, alegrando a niños y grandes por igual. 

Ahora están aquí, escondidos y tratando de sobrevivir a un psicópata homicida, que ya había acabado con la vida de dos de sus amigos. 

Hizo una especie de puchero intentando contenerse, aunque sabía que era cuestión de tiempo para que los encontraran, que ya no había esperanzas para ellos, todavía se aferraría a la mínima oportunidad de sobrevivir, tenía que hacerlo. Entrelazó los dedos de su mano con los de su amigo y cerraron los ojos mientras escuchaban los pasos aproximarse. Los tres se acurrucaron, gritando en sus cabezas por ayuda, de quien sea, como sea. 

La puerta se abrió de golpe, en cuestión de segundos aquel... monstruo... ya estaba parado frente a ellos y en un movimiento rápido y poco delicado, levantó a la niña por uno de sus brazos, sacándole un grito. 

—¡No!

Se puso en pie rápidamente, soltando la mano del otro, lanzándose contra el hombre en un intentó de defender a su amiga. Lo único que consiguió fue ser lanzado contra una pared y dislocarse el hombro. No, también consiguió abrirse una herida en la pierna gracias a una objeto que estaba regado. 

Chilló al sentir el ardor y dolor mezclándose, pero lo que hizo peor la escena fue ver cómo le arrebataban la vida a otro más de sus amigos. El charco rojo poco a poco se extendía hasta llegar a él, mientras veía el cuerpo ensangrentado de una inocente criatura. En ese momento sintió que toda esperanza desaparecía, la herida en su pierna cada vez expulsaba más sangre, no podía ponerse en pie y ni siquiera podía mover el brazo. Rendirse o no, nada importaba.

O eso pensó, porque cuando vio la mirada maliciosa en los ojos de aquel hombre, enfocándose en su siguiente víctima, no pudo evitar arrastrar su cuerpo hacía ellos en un intento de pararlo. Así son los humanos, aferrados hasta el final. Él quería vivir y hubiese querido que todos vivieran, pero si sólo salvaba a uno, si lograba que aunque sea uno de ellos pudiera ver la luz del mañana, eso sería suficiente, no se sentiría un fracaso de líder.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora