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AU: SICK
Ante los ojos del castaño apareció un chico de largo cabello morado, maltratado y despeinado, que le miraba con ojos color sangre, ojerosos, abiertos de par en par, uniéndose a una amplia sonrisa. Otro loco más del montón. Llevaba su ropa blanca y un conejo de peluche en brazos.
Lo conocía, nunca habían hablado, pero no hacía falta; el segundo peor paciente, sufría de esquizofrenia y al parecer llevaba ya ocho años en el lugar. No compartía habitación con nadie debido a que en sus ataques necesitaba su espacio para desahogarse.
Y sí, podía ser peligroso, al menos en esos momentos, porque fuera de eso decían que era bastante dócil.
El chico miró a su pierna, poniendo una cara de entenderlo todo, por lo que se arrodilló, dejando su peluche en el suelo y susurrando una orden: «No te muevas», luego extendió una mano hacia él.
Con el pensamiento de: "En qué mierda me acabo de meter", aceptó con desgano la ayuda. No confiaba para nada en ese tipo, pero en su situación sus opciones eran limitadas y no quería hacerlo enojar por si acaso. Además, debía admitir que no sentía hostilidad de su parte, al menos de momento.
Con algo de dificultad, lograron volverlo a sentar en la silla y permanecieron unos segundos en silencio.
—Gracias.
—No es nada —respondió el chico sonriendo, mientras se agachaba a recoger a su conejo—. ¿Qué te pasó?
—Quería alcanzar un libro y me caí —explicó con cuidado, evitando ser sarcástico. Sin preguntar, el chico tomó uno de los libros y se lo entregó, definitivamente no era él que buscaba, pero en esos momentos cualquier cosa estaba bien.
¿"El complot Mongol"? En fin.
—Gracias.
—En realidad... me refería a porque estás en esa silla —aclaró, mirándolo con curiosidad—. O eres de esos que nació pa... para...
—¿Parapléjico? No, hace un mes me caí por las escaleras y me rompí la pierna –respondió, detallandolo–. Por suerte los imbéciles de los doctores no me atrofiaron más —susurró sarcástico, sacándole una risa a su acompañante.
—Cosa Roja dice que le agradas.
—... Vale...
—Y por eso no tiene deseos de matarte.
—... Gracias.... Cosa Rosa.
—Roja.
—Lo que sea.
Nuevamente el chico rió, mientras el castaño le miraba algo dudoso, se imaginaba distinto al segundo peor paciente del lugar, pero sólo parecía un pequeño niño poco ofensivo, claro que la mayoría ahí no aparentaba lo que eran.
—También me agradas, porque cuando alguien le cae mal a Cosa Roja me suele molestar con que lo mate, por ejemplo con el chico nuevo. Dice que no le agrada nada de nada y que si se toma veneno para ratas le hará un favor a la humanidad. —Comenzó a decir, con un tono casual.
—¿El nuevo? —dudó, creo que recordaba a un tipo de pelo azul verdoso, le habían detectado el síndrome de... de pi... ¿pila?, ¿pizza?, ¿piña?, en fin, algo donde tragas de todo—. ¿Y quienes le caen bien a Cosa Rosa?
—Roja —corrigió—. Dice que no le molesta la enfermera Chica, ni la doctora Bonbon —contó—. Tampoco le cae mal la señorita Lily.
—Hablando de ella, ya se tardó —murmuró mirando a la salida—. Bueno, yo me largo —comentó colocando el libro en su regazo para poder moverse—. ¿Quieres venir? Quiero que me sigas contando —propuso, obteniendo una sonrisa.
—¿Puedes llevar a mi conejito? —pidió, el chico iba a responder que no podía, pero el contrario se le adelantó y lo puso entre sus manos para luego colocarse tras él y comenzar a empujar la silla de ruedas—. También le cae bien el chico rubio que está encerrado, pero dice que mejor no me acerque porque puede ser peligroso.
—Cosa Roja tiene razón, es muy listo, hazle caso —concordó, mientras avanzaban por los pasillos, esta vez sin prestar atención a el habitual escándalo o los susurros de Fred.
—Lo sé~ —canturreó—. También le agrada la chica de cabello raro. —Siguió diciendo.
—¿Es albina?
—No es la doctora, es una de pelo largo... bueno, la de pelo corto no le desagrada. —Siguió diciendo, mientras su acompañante asentía—. Luego está la enfermera llorona, su pelo es amarillo.
–—¡Ah! Miss happy —comentó sonriendo con burla.
—¿Miss happy?
—"Señorita alegría", así la llamamos por mi zona —Aquello le sacó otra risa a su acompañante, quien se sentía cómodo junto al castaño, no sólo por Cosa Roja.
— Y le agrada un poquito el chico que quiere brillar y el grandote que dice palabrotas —concluyó.
—Golden y Foxy, son mis compañeros de cuarto —mencionó, mirando al frente, topándose con su habitación—. Aquí es.
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Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)
FanfictionA veces la ayuda viene de los lugares más inesperadamente extraños. Al inicio solamente quería hacerle un favor a un "amigo" enseñándole sus conocimientos con la guitarra, pero conforme fue pasando el tiempo y gracias a su inesperada ayuda, su relac...