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Dejó escapar un exasperado suspiro, ya llevaba bastante tiempo pasando los apuntes de las clases que se había perdido esos días que estuvo fuera. Ya casi se cumplía una semana desde aquel "accidente" con su padre y la escuela decidió darle lo que restaba de la semana y una más para que descansara; aun así, debía completar sus libretas y tareas para cuándo regresará. Freddy y Chica eran quienes le prestaban sus cuadernos, a pesar de que ahora Foxy hubiese dado un giro de 180º y se hubiese convertido en un alumno medianamente responsable, eso no quería decir que su caligrafía, e incluso su ortografía, fueran lo más cómodo de copear.

Para su fortuna, el brazo que "se" disloco no había sido con el que escribía, de otro modo tendría muchos problemas y no es como si pudiese pagarle a alguien para que le hiciera el trabajo, la situación económica de él y su madre estaba más que en la mierda. Estaban viviendo de la caridad de los Fazbear y los Golden, por lo menos en lo que la "inútil" conseguía un trabajo estable.

El plan inicial era que la mujer trabaje como secretaria para el tío de su castaño amigo, pero el hecho de que no supiera utilizar una máquina y sea más analfabeta que el bro de Foxy no ayudaban en nada, aparte de que tenían que estar asistiendo constantemente con la psicóloga, sobre todo ella. Lo pesado sería cuando le tengan que quitar el cabestrillo y deban estar viajando al hospital para el proceso de rehabilitación.

Dejó caer su cabeza contra la mesa de la cocina, donde estaba haciendo sus tareas, tenía hambre y no había nada, debía esperar a que la señora regresara a casa y le preparará algo; normalmente él se hubiese encargado de ello desde hace horas, pero en su estado actual no podía hacer mucho, debía tomarse las cosas con "calma".

Y tomarse las cosas con "calma" era muy difícil para alguien como él, quien normalmente es alocado, algo hiperactivo y, sobre todo, impulsivo e impaciente. En un juego de terror siempre sería el primero en saltar para matarte, del mismo modo, sería el más fácil de predecir a la larga, era inquieto y juguetón. 

El sonido del timbre lo hizo exaltarse, parpadeó un par de veces antes de formar una mueca abatida, estaba casi seguro de saber quién era el que tocaba. Se levantó y dirigió con pesar a la puerta para abrir, formando una sonrisa animada.

Justo como pensó, Freddy estaba ahí, tenía una bolsa de esas que usan las mamás para ir al mercado, seguramente dentro llevaba recipientes de comida que iban dirigidos a él y a su madre, quien estaba muy ocupada aprendiendo a ser útil por una vez en su vida.

—¿Puedo pasar?

—No tienes que pedir permiso, ni que yo lo hiciera —respondió mientras se hacía a un lado, el castaño se encogió de hombros mientras ingresaba a la casa y se dirigía a la cocina.

—¿Tienes hambre? —preguntó comenzando a recoger las libretas y bolígrafos de la mesa, dirigiéndose a la sala para dejarlos encima de un mueble.

—No tanta —susurró, aunque lo que realmente quiso decir era: Me estoy muriendo de hambre.

Le incomodaba que sus amigos fueran a su casa, que vieran el estado miserable del lugar y, sobre todo, de su habitación. Recuerda la primera vez que Freddy entró a su cuarto, quería tirarse por la ventana.

Habían dos cosas que Bonnie no soportaba de las personas, las chusmas que se metían en la vida de los demás a opinar y criticar, sobre todo cuando no se detenían a ver que ellos estaban igual o peor, y a los que le miraban con lástima. Por eso le enfermaba de sobre manera la repentina atención que tenía de su madre, toda provenía de un sentimiento de "Pobre criaturita indefensa", le repugnaba. Lo que menos deseaba era que sus amigos lo trataran así. Fue un alivio para él cuando Freddy actuó con indiferencia a este aspecto y se centró en explicar su situación escolar.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora