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—Estoy nerviosa —balbuceó Chica, permanecía sentada en su banca en espera del maestro de matemáticas, ese día empezaban con los exámenes.

—Tranquila, todo va a salir bien, estudiaste mucho. —Intentó calmarla Freddy, acariciando su cabeza.

—¡No le hace! —chilló golpeando su frente contra el pupitre.

—¡Vamos! El periodo pasado te fue muy bien, mírame a mí, todavía debo hacer recuperación de lengua —animó, enseñándole una reluciente sonrisa que en poco tiempo comenzó a volverse una mueca de sufrimiento y lamento—. Yo soy el que debería estar nervioso —se lamentó golpeando su frente contra la banca.

—Yo debo más materias y no estoy preocupado —comentó Foxy encogiéndose de hombros.

—Tú eres un caso perdido —objetó Bonnie con malicia—, nadie apostaría por ti.

El pelirrojo se limitó a fruncir el ceño, se tragó su ofensa para pasear la vista por todo el salón lleno de paranoicos y preocupados estudiantes, se topó con cierta señorita de largo flequillo detrás de Freddy.

—¡Aprendan de Cami! Ella no está preocupada por nada y le va bien en la escuela. —La rubia dirigió su atención a su compañera, que leía tranquilamente una revista.

—Es verdad, pero... —Freddy dudó si continuar.

—Cami es inteligente, a diferencia de nosotros, simples mortales. —Bonnie, en cambio, no se mordía la lengua nunca.

—¡El tacto idiota, el tacto! —reclamó el castaño tratando de consolar a su amiga, que se sumergía en un pozo de tristeza e inseguridad, aunque sus regaños sólo obtenían risas del chico más bajo.

—Buenos días, jóvenes. —Los cuatro quedaron paralizados al escuchar esa voz, en realidad todo el salón, llegó la hora.

Poco a poco el maestro pasaba por entre los pupitres, entregando los exámenes con una sonrisa pequeña, disfrazando su perversidad, no había nada más placentero en este mundo para un profesor, que ver los rostros agonizantes de sus alumnos.

—Veamos —murmuró Freddy sacando su lápiz, leyendo la primera cuestión—. Oye, esta me la sé... esta también... ¡Esta es fácil! —murmulló entusiasmado—. Bendito seas, Golden.

Todos estaban tan concentrados en sus exámenes, cada quien sufriendo o despreocupandose totalmente, tan metidos en sus propios problemas, que al momento de escuchar como uno de los bancos era arrastrado se exaltaron; la incredulidad en sus rostros era graciosa, todos sorprendidos ante la nueva estudiante, que pasaba al frente con su examen completado. El maestro le miró arqueando una ceja—. ¿Ya lo comprobaste?

—Sí —asintió—. Três vezes —dijo con ese curioso acento brasileño.

El profesor tenía un aire de desconfianza, dudando seriamente sobre la fiabilidad de la jovencita—. Tu portafolio —ordenó.

Sin inmutarse, Cami camino tranquilamente a su asiento para buscar lo pedido, lo llevó al escritorio donde fue abierto por el profesor, revelando varios libros y revistas, algunos con contenido para mayores.

—¿Quiere que le preste uno? —inquirió al ver la insistente mirada del mayor sobre sus pertenencias.

—N... no, mejor vuelve a tu asiento —pidió, bastante descolocado, ella asintió, tomando sus cosas y alejándose, ante el desconcierto y curiosidad de sus compañeros.

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No sé porque, en algunos AU que me hago siempre pongo a Don Toño como un hombre serio y algo refinado, para que al final resulte ser solo un mal chiste de parte de los creadores. En fin, no me quejo, igual solo es relleno.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora