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Bonnie se acercó a Freddy, quien estaba haciendo unas cuentas en su cuaderno, se arrodillo a su lado, en silencio, admirando el rostro pensativo de su amigo. Pasaron varios minutos hasta que el castaño suspiró frustrado, revolviendo su cabello y cerrando con brusquedad su cuaderno.

—No entiendo porque siguen intentándolo, es obvio que no la van a salvar —murmuró con una mezcla de frustración, impotencia y tristeza. Cuando levantó su mirada, se topó con el de pelo morado.

—Te noto estresado —mencionó, recibiendo una sonrisa pesarosa.

Si no quieres hablar con tu madre, al menos hazlo con Bonnie, no te hace bien tenerlo todo guardado —comentó Fred, como quien no quiere la cosa, sabiendo que el guitarrista realmente se preocupaba por él.

—No me apetece entrar a la clase, ¿quieres caminar conmigo un rato? —propuso.

Pareció considerarlo, pero terminó accediendo y levantándose para tomar sus cosas y seguirlo fuera del salón. En su camino a la cafetería, Bonnie pudo notar como Freddy ya no conservaba las típicas sonrisas optimistas y emocionales que solía mostrar, su rostro ahora permanecía serio, como si de repente se hubiese quitado una máscara que estaba usando desde hace mucho tiempo.

—No te he contado a detalles, pero a mi abuela se le han estado haciendo varias operaciones, no sé para qué o qué, pero por el momento ya le han hecho cinco. —Ante la expresión sorprendida de su amigo, continuó—. Yo tampoco sé cómo ha aguantado tanto, definitivamente ella es la persona más fuerte que conozco. Es una súper mujer.

—¿Te preocupan los gastos?

—Nah, tenemos seguro así que no es tanto... el problema es que... —Se quedó viendo al suelo, sin querer continuar.

—¿Cuál es el problema? —Insistió sintiendo el repentino recelo en el otro para decir lo que quería, como si temiera su reacción.

Quiero que se muera.

Se detuvieron frente a las puertas de la cafetería. Los ojos rojos abiertos, sin apartarse de la sombría imagen que le estaba dando Freddy; no era capaz de comprender lo que pasaba por la mente de su amigo, como si de repente sus últimas neuronas se hubiesen apagado y así no pudiera entender la lógica en la declaración del chico y sus anteriores acciones.

—No me malinterpretes, no la odio, todo lo contrario —aclaró aún sin darle la cara—. Ella es como una segunda madre para mí y es, después de mi madre, la única que entendió mi dolor por culpa de... —Se interrumpió a sí mismo cuando se percató que iba a decir su mayor secreto—... mis problemas en la primaria... —Bonnie notó que lo último no era del todo cierto, pero fingió no hacerlo, comprendía que no era fácil contar sobre asuntos del pasado—. Pero si me pongo en su lugar... no me termino de hacer a la idea de lo mucho que debe sufrir. —Nuevamente esos temblores se hacían presentes, cada vez eran más notorios—. No quiero eso, no quiero que la sigan torturando así. Todos se están aferrando a ella y la están lastimando, están siendo muy egoístas... piensan sólo en ellos, en que no quieren quedarse sin su mamá, esposa, abuela... Sé que no es con mala intención, pero están poniendo sus sentimientos antes que a ella.

—Y tú intentas no hacerlo —concluyó con resignación.

—Lo intento —confirmó.

—Bueno, si te soy honesto no puedo entender cómo te sientes, nunca he pasado por lo que tú —admitió—. Pero me alegra que hayas confiado en mí para soltar esto, puedo imaginar que te cuesta expresarte con tu madre en estos momentos.

—En general, creo que cuando digo lo que siento lo termino arruinando —rió con amargura—. Gracias por escucharme.

—No me las des, estoy aquí para ti —dijo mientras lo abrazaba por el cuello, acción que calmó un poco los temblores del más alto y le sacó una sonrisa.

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora