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La verdad es que a Bonnie le encantaba pasar tiempo en casa de los Fazbear, nunca se aburriría de aquel ambiente hogareño, amoroso y lleno de afecto, era algo que sencillamente le atraía. Siempre que él iba, la madre de su amigo preparaba algún postre, ya sea flan, galletas, gelatina, pasteles, lo que fuese, o simplemente pedían pizza o comida china.

Tal vez por eso Freddy lo invitaba seguido.

Por sobre todo, adoraba pasar tiempo con el castaño, diversión nunca podía faltar. Se sentía cómodo al saber que había alguien más como él, que con tonterías o cosas random pudieran entretenerse, era tan fácil comunicarse con él, en sí, era un chico muy sencillo con el que es fácil conversar. Por otra parte, estaba el hecho de que ambos eran "extraños".

Bonnie era consciente de lo que la gente decía a sus espaldas: "Raro", "Molesto", "Ensimoso", "Irritante", "Idiota", comentarios que le dedicaban desde que era pequeño, cada vez volviéndose más insultantes e hirientes, o eso pretendían, la verdad es que le afectaba poco y nada lo que aquellos individuos pudieran decir con respecto a su persona, aquellos que hablaban por tener boca, ni siquiera le conocen como para poder decir cualquier cosa sobre él. Ni se molestaban en tratarlo y conocerlo más a fondo.

Tampoco es que tenga nada que ofrecer, probablemente es exactamente lo que la gente cree, tan defectuoso como ellos piensan. Así es él y no va a cambiar, lo tomas o lo dejas; si te vas por lo segundo, créeme no le va a importar ni un carajo, nunca ha dependido de otros y menos de sus comentarios.

Pero Freddy, él vivía en su mundo y no se daba cuenta de nada a su alrededor, él no escuchaba lo que otros pudiesen opinar de él: "Loco", "Presumido", "Convenenciero", "Falso", "Imbécil", "Raro". Bonnie estaba en contra de todos esos comentarios, estaba seguro —se negaba— que su amigo no era nada de eso, si, obvio que tenía sus defectos y fallos, como cualquier persona, pero la mitad de todas esas acusaciones eran indudablemente falsas. Lo único real es que ambos eran raros, extraños.

—¿Vas a seguir sin hablarme? —Escuchó que decía el chico al aire, por lo cual le miró curioso—. Por dios, pareces mujer en sus días.

—Te escucha Chica y no la cuentas —murmuró Bonnie, riendo ligeramente, mientras el menor le miraba sorprendido y después avergonzado, balbuceando algo que no llegó a entender.

Loco...

No por hablar solo ya era un "loco", o eso pensaba, no podía ver a Freddy como alguien anormal, quizás no era algo "común" eso de conversar con el aire, pero tampoco se le hacía cosa del otro mundo.

—Oye —Le llamó, acercándose y quedando sus caras pegadas, los ojos azules se posaron en él, al igual que la atención del dueño de estos—. ¿Vamos a dormir? Mañana hay clases y ahora si tenemos la primera hora.

—Cierto... —asintió, levantándose para buscar un pijama para ambos.

—¿No podemos dormir en bolas? ¡Hace calor! —Se quejó, provocando que tanto Freddy como Fred soltaran una pequeña risa.

—No gracias, no quiero ver miserias —le respondió aventándole la pijama, dejó salir una carcajada ante la graciosa expresión ofendida de su amigo.

—¡Te apuesto que las tuyas son más miserias! —retó, levantándose para acercarse y encarar al castaño.

—Oh dios, no vamos a tener una discusión así con mi madre presente —regañó.

—¡La verdad es que agradecería mucho que se abstengan a sus comentarios, par de precoces! —gritó la mayor desde su cuarto, el par simplemente tuvo que reprimir una risa, ya tenían suficientes quejas de los vecinos por sus "escándalos".

—Mejor vistete que si no te levantas antes del tercer llamado te tiraré un cubo de agua —le advirtió, provocando un puchero en el más bajo.

—No me dejan ser.

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Me siento Pierrot (?

Inesperadamente extraño (Freddy x Bonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora