Apoyo de Romance (Héctor/Serra)

427 32 2
                                    

Serra aun no podía creer el terrible día que había tenido ayer, no le basto a Phyria con EXPLOTAR de esa manera a una flor tan delicada como ella, sino que también tuvo el descaro de caer en una trampa que por poco la mata, ¡Por Elimine! ¡Que esa mujer no había cambiado nada!

Luego del infarto que casi les provoco a todos cuando el portal se cerró, no solo tuvo el descaro de acercarse a ellos tranquilamente, ¡Encima actuó como si no hubiera sido nada que hubiera estado a punto de ser asesinada por esa chiquilla demente! Definitivamente sus delicados nervios de damisela no podían con todo esto.

Al menos tuvo la gentileza de darles el resto de la semana libre, era lo mínimo que podía hacer después de todo lo que pasaron, ahora si tan solo pudiera hacer algo por la falta de servidumbre, definitivamente este lugar sería mucho mas acorde a su noble cuna.

Aun no entendía como aparentemente después de reencarnar y llegar a una edad que evidentemente era la adultez, Phyria siguiera siendo esa chica descuidada que, a veces carecía de la capacidad de ver las consecuencias de las situaciones en las que se había metido, lo único que podía decir a su favor era que, aun conservaba ese buen corazón que tan bien recordaba.

Serra no pudo evitar suspirar algo cansada, luego de asear y dejar impecable su lujoso cuarto, no tenía ganas de hacer nada y, se preguntaba si aun quedaban en la cocina del castillo, algunos de los pastelillos de crema y fresas que había hecho Catria en la tarde, definitivamente debía esforzarse más para convencerla en que aceptara su oferta de convertirse en su cocinera personal.

Estaba caminando tranquilamente cuando un muy conocido quejido resonó cerca de la sala de entrenamiento, no le costo mucho trabajo identificar de quien venía semejante alarido, ¿Acaso alguien tan grandiosa y elegante como ella, no podía por lo menos tener un día libre?

Suspirando resignada se acercó a la sala de entrenamiento, solo para encontrarse a un adolorido Héctor con uno de sus brazos contorsionado en un ángulo que ni siquiera lo creyó posible... ¿Cómo después de entrenar tanto tiempo con Lyn...? ¿¡Aun ese idiota no entendía que no debía arriesgarse demasiado con ella!?

-Adivino, ¿Otra vez mediste mal tu intento de rechazar un ataque de Lyn?-dijo Serra en tono aburrido mientras miraba a Héctor sosteniéndose del marco de la puerta... al parecer lo único que evitaba que llorara era su orgullo.

-¡Claro que no!-dijo Héctor indignado-Solo... ¡Es una manera para hacer mi brazo más fuerte y flexible!-dijo Héctor tratando de sonar lo más seguro que podía.

-¿Fortalecer tu brazo?-dijo Serra sin podérselo creer, definitivamente era la excusa más pobre y triste que le hubiera escuchado a Héctor en todo el tiempo que llevaba trabajando para él.

-¡Si! Estoy seguro de que no lo entenderías, son cosas de chicos duros-dijo Héctor con cierto orgullo, Serra ya había soportado suficiente.

Antes de que Héctor pudiera reaccionar Serra, tomo con cierta brusquedad el brazo lastimado de Héctor, este apenas pudo contener un alarido, pero para su vergüenza no fue capaz de contener las lagrimas provocadas por el dolor.

-Ven aquí chico duro, si no te curo eso te tendrán que cortar el brazo-dijo Serra mientras lo jalaba "gentilmente" de su brazo malo rumbo a su habitación, definitivamente después de esto le exigiría unas vacaciones a Phyria y a la tacaña de Anna.

Héctor no recordaba cuando había sido la ultima vez que estuvo tan aterrado por su vida, ni siquiera enfrentarse al infame de Nergal y a su dragón, se comparaba con el terror que sentía de que esa loca, tuviera en sus manos su mal herido brazo, la próxima vez que entrenara con Lyn se aseguraría de tener a Lucius ahí o a María, lo que fuera con tal de no lidiar con la maniaca de Serra.

El recorrido hacia la habitación de Serra fue tortuosamente largo y doloroso para Héctor y, no le costo trabajo entender que Serra hacia eso para castigarlo por ser tan descuidado, sin duda se aseguraría de no volver a repetir el mismo error dos veces, luego de que Serra le advirtiera de manera siniestra que no a se atreviera a manchar nada de su habitación, Héctor se dio cuenta de que esto podía ponerse peor de lo que pensó, cuando limpio debidamente sus botas antes de entrar, no pudo evitar que se le cayera la boca de la sorpresa.

La habitación de Serra estaba extremadamente lujosa, contaba con candelabros, muebles, mesas, y sillas de alta gama, una enorme cama y hasta una chimenea imperial, ni siquiera en Ostia el marqués gozaba de semejante lujo... no quería ni imaginarse cuanto costaba todo esto... ni tampoco quería pensar mucho en el pobre diablo que tuvo que pagar todo eso...

Serra lo hizo sentarse en uno de sus lujosos sofás para atenderlo ¡Y por Elimine! Por más costosos que eran los gustos de Serra, no podía negar que el sofá era realmente cómodo, al menos por unos instantes le hizo olvidarse de la agonía que fue llegar aquí, para su sorpresa Serra tomo su brazo gentilmente antes de comenzar a curarlo con su bastón y, estaba casi seguro de que era la primera vez que veía a Serra tan concentrada en algo que no fuera un lujo.

-Es increíble como puedes ser tan descuidado-dijo Serra con cierto reclamo-¿Cómo si no fuera bastante con que portes una arma maldita? ¡Encima haces estas cosas! ¡Juro por Elimine que no se que rayos tienes en la cabeza!-dijo Serra indignada aunque, a pesar de su irritación fue imposible para ella ocultar cierta preocupación en sus palabras.

-Sabes, nadie te obliga a que atiendas mis heridas-dijo Héctor con cierto fastidio, no estaba de humor para escuchar los reclamos de Serra.

-¡Idiota! ¡Lo hago porque me preocupó por ti!-dijo Serra en tono molesto, aunque no evito que sonara a la vez genuino.

Héctor se quedo estupefacto un rato tratando de procesar lo que le acaban de decir... ¿Serra...? ¿¡De verdad dijo lo que dijo!? Incrédulo miro a Serra solo para darse cuenta de que tenía su rostro mirando hacia otra dirección, haciendo lo posible de no encararlo, lo extraño era que haciendo eso así de sonrojada, por alguna razón Héctor la encontró bastante linda... realmente le estaba haciendo daño tantos golpes en la cabeza...

-¿Enserio te preocupas por mí?-dijo Héctor algo confundido y, sin saber realmente porque comenzó a sentir que su rostro comenzaba a calentarse.

-¡Qué grosero eres! ¿¡Cómo te atreves a dudar de alguien de semejante linaje como yo!? ¡Deberías estar agradecido de que alguien tan noble y grandiosa como yo, se preocupe por ti!-dijo Serra en tono fuerte intentando sonar molesta aunque no lo consiguió.

Héctor estaba mas confundido que nunca, Serra era quizás la persona más rara que hubiera conocido en su vida, pero esto estaba entrando a otro nivel, lo peor de todo era que no comprendía porque pero por algún motivo, ese reclamo tan efusivo y ese sonrojo de Serra la hacia verse... linda... si, de alguna extraña manera se veía encantadora.

-Gracias-dijo Héctor en tono seguro y sonriéndole sinceramente, no sabía si era por los golpes o, pasar por ese portal había hecho que Serra cambiara en algo, pero por primera vez, estaba agradecido de que Serra lo atendiera.

-Bueno, alguien debe cubrirte las espaldas y, que mejor que la persona más talentosa y poderosa del mundo-dijo Serra tratando de sonar arrogante, haciendo que la sonrisa de Héctor se ensanchara más-Bueno ya estas listo así que deberías retirarte, yo tengo asuntos de noble que atender así que, necesito estar sola-dijo Serra en tono más calmado, al parecer tendría que esperar a calmarse, antes de ir por esos pastelillos.

Luego de salir de la habitación de Serra, Héctor se mantuvo reflexionando lo que había pasado en esos escasos momentos, al principio pensó que todo podría tratarse de un sueño, pero recordar el dolor de su brazo, le dejo claro que eso era imposible, además de alguna manera aun sentía vestigios de la magia de Serra en su brazo... ¿Desde cuándo la magia de Serra era tan... cálida?

No puedo evitar soltar una risa algo fuerte por ese pensamiento, ¿Desde cuándo ÉL pensaba de esa manera? Quizás el que había cambiado era él y no ella o tal vez ambos, la verdad Héctor no estaba muy seguro de nada en esos momentos.

Al final decidió dejar esos pensamientos para otro momento y se dirigió a la cocina, si tenía suerte aun habría de esos deliciosos pastelillos que Catria había hecho en la tarde y, en el peor de los casos, si Setsuna asalto el lugar primero que él, aun podría robarle alguno de esos pastelillos y dulces que siempre tenía a la mano Phyria.

Una "aventura" en Fire Emblem HeroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora