Una "aventura" en Fire Emblem Heroes

Apoyo de amistad (María/Serra)

Luego de realizar su extenuante jornada de salud en los pueblos cercanos al castillo, Serra a pesar del cansancio y esas casi interminables filas donde atendía a cada paciente que llegaba a la pequeña tienda que, los soldados de Askr habían confeccionado para los curanderos, podía decir que se sentía realmente satisfecha por su buena labor.

Siempre era un placer darle una mano a su buen amigo Lucius y, no podía negarse cuando Lucius necesitaba a la mejor curandera de ese o cualquier otro mundo, también fue una gran actividad familiar ya que sus hijas y su pareja, decidieron ayudarla en las jornadas del día.

Lilina sin duda tenía buenas aptitudes para realizar magia de curación aunque, se sorprendía que su yo del futuro aun no la hubiera instruido en lo más básico... definitivamente sería algo que debía recordar para no cometer el mismo error en el futuro.

Gwendolyn por otro lado, al igual que su amado esposo, no tenía capacidades mágicas, pero sin dudas Gwendolyn tenía mucho del altruismo de ambos, ya que no solo era la primera en prestar su ayuda a la hora de armar o bajar instrumentos y medicamentos de las carretas, sino que también ayudaba a la gente del pueblo junto con Héctor, Serra no podía sentirse más bendecida por tener una familia tan maravillosa.

Con un día tan satisfactorio, Serra decidió que era hora de un buen descanso, aprovechando que su querido Héctor y Gwendolyn estarían haciendo algo de calentamiento y que Lilina, estaría entrenando magia con su tía Nino, era el momento perfecto para tener unos momentos a solas para relajarse.

Luego de hacer un viaje rápido a la cocina donde, tomo algunos entremeses para acompañarlos con el delicioso té que L'Arachel siempre le regalaba, estaba caminando tranquilamente hacía la habitación que compartía con Héctor cuando alguien la llamó.

-¡Lady Serra!-dijo la voz de una niña que Serra, reconoció rápido como la de María.

-Oh María-respondió Serra un poco sorprendida-¿Se te ofrece algo?-preguntó en tono cortés, aunque por dentro, deseando que no arruinara su preciado descanso.

-Sí, necesito su ayuda para algo muy, muy importante-dijo María con convicción, Serra necesito de todo su autocontrol para no soltar un bufido fastidiado, si era algo referente a una misión que le encargó Phyria, iría inmediatamente a hablar con Phyria... y usaría su bastón para establecer sus quejas sobre la cabezota de de la invocadora.

-¿Es alguna misión referente a la Torre o el Coliseo?-preguntó Serra un poco fastidiada, por el bien de Phyria, más le valía que no fuera eso...

-No, esto es un asunto de la segunda al mando-dijo María con cierta seriedad, despertando la curiosidad de Serra.

-Bien, si ese es el caso, ¿Qué es lo que se te ofrece María?-preguntó Serra en un tono más amable, tampoco iba a desanimar a la pequeña María.

-Yo quería...-comenzó a decir María en tono seguro cuando de repente hizo una pausa que llamó la atención de Serra-Yo... necesito pedirte un gran favor-dijo finalmente María.

-¿Y de que se trata ese favor?-dijo Serra en tono intrigado, rezándole a Elimine de que no le pidiera los bocadillos que acaba de preparar...

-Yo... ¡Necesito que me entrenes para ser una gran curandera como tú!-dijo María en tono firme y algo fuerte, sorprendiendo a Serra.

-¿Quieres que YO te entrene?-preguntó Serra muy sorprendida, no era que no fuera buena, de hecho ella era simplemente perfecta, pero le llamaba la atención que se lo pidiera a ella y no a Lucius o a Maribelle.

-Sí, eres la única que no solo es muy buena curando, sino que también los golpes que das con tu bastón son simplemente legendarios-dijo María con admiración.

-Me halaga que reconozcas mi habilidad más sublime, pero estas segura de eso, recuerdo que mencionaste que con la magia Dolor te bastaba para atacar-dijo Serra en tono curioso.

-Sí, pero...-comenzó a decir María algo insegura-Yo cometí un error la última vez que me toco vigilar un bastión de la frontera y... no quiero que pase eso de nuevo...-dijo María en tono triste, preocupando a Serra-Por eso decidí aprender un poco de todo para ser una líder más capacitada y no cometer el mismo error dos veces-dijo María en tono decidido, mirando a Serra a los ojos.

Desde el momento que la conoció, Serra siempre sintió que María tenía algo especial, no solo por su dedicación a la hora de tratar de aprender o mejorar en algo a pesar de su corta edad, sino también por aquella mirada determinada que sin dudas, era la marca de todo héroe o líder de leyenda.

Quizás María no llegaría a ser tan increíble como ella, pero sin dudas bajo su tutela, no solo se volvería la mejor curandera de su mundo, sino también una gran líder y clériga que pondría de rodillas a cualquier que se atreviera a cruzarse en su camino, en especial de aquellos enemigos que mencionaron en alguna ocasión las Alas Blancas.

-De acuerdo, ya que técnicamente tengo algo de tiempo libre, estaría más que encantada de enseñarte todos los secretos para ser una curandera tan increíble como yo-dijo Serra con una sonrisa alegre.

-¡Qué Bien!-gritó María alegre-¿Podemos comenzar ahora?-dijo María muy emocionada.

A pesar de que la idea no le atraía ni en lo más mínimo, solo un monstruo miserable sería capaz de destruir aquel jubilo y motivación que veía en los ojos de María.

-Muy bien, pero debes hacer exactamente lo que yo diga y, entrenaremos en el área cerca de la catedral vieja, no pienso compartir mis bocadillos con cualquiera que se acerque a vernos-dijo Serra en tono firme y soltando un pequeño suspiro.

-¡Dalo por hecho!-dijo María sin perder sus ánimos.

Aunque aun se sentía un poco molesta por haber tenido que renunciar a su tan ansiado descanso, no podía negar que le era imposible decirle que no a su pequeña segunda líder, en especial porque ella, era la única que podía enseñarle tan ilustre técnica que sin dudas, le había salvado la vida en más de una ocasión en la guerra.