Una promesa de fuego

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Aun después de una semana desde los acontecimientos sucedidos en el templo de fuego, la gente de Múspell aun no podía creer que luego de décadas de opresión y una tiranía que no se había visto desde hacía más de cuatro siglos, por fin hubieran sido liberados del terrible y maniaco rey Surtr.

La noticia corrió como pólvora a todo lo largo y ancho del reino, le gente vitoreaban a sus salvadores y los valientes esfuerzos de las únicas hijas sobrevivientes del rey, para ponerle un fin al reino de terror que tanta sangre derramo tanto en el reino como en otros.

Se respiraba una nueva esperanza en Múspell que no se había sentido desde casi cincuenta años y, se juraron a sí mismos que no volverían a permitir que ningún rey volviera a provocar la espantosa pesadilla que se vivió durante todo el tiempo de mandato del difunto monarca.

La famosa Orden de los Héroes que, estaban actualmente residiendo en el castillo de Múspell por ordenes de la nueva reina Laegjarn, no solo estaban ayudando en la reconstrucción de algunas zonas destruidas de Múspell, sino que también trabajaban codo a codo con la nueva reina para mantener bajo custodia aquellos nobles corruptos que habían obtenido un gran poder al apoyar el antiguo régimen.

Se rumoreaba mucho de la estrecha relación que la reina Laegjarn tenía con la legendaria invocadora de Askr, algunos decían que quizás la invocadora era un miembro desconocido de la familia real de Múspell, otros pensaban que era la amante de la nueva reina y que, pronto se convertiría en la reina consorte de Múspell, lo único que quedaba claro era que la reina le tenía un profundo respeto y confianza a la misteriosa invocadora.

Los sirvientes del castillo se habían convertido en los principales voceros de aquellos rumores, ya que en algunas ocasiones, notaban que la invocadora y la reina pasaban mucho tiempo a solas, nadie sabía exactamente qué era lo que hacían en aquellas reuniones privadas, pero al juzgar por las ordenes de la reina, ninguno de los sirvientes querían importunar sea cual fuera el asunto privado que trataba con ella.

En una de las habitaciones grandes del palacio, Laegjarn se reunió con Phyria tratando de zanjar un asunto que había estado pendiente desde su última noche en el campamento, todas aquellas reuniones bajo la excusa de planear estrategias y checar asuntos relacionados con el reino, no eran más que pretextos para pasar tiempo con ella y terminar aquel asunto inconcluso.

Laegjarn se encontraba con los nervios a flor de piel, aun le sorprendía que después de todas esas reuniones, no hubiera sido capaz de darle fin a todo eso, ¿Cómo era posible que no pudiera lograr algo tan sencillo?... ¡Ella era la reina de Múspell! ¿¡Cómo se suponía que gobernaría si no era capaz de afrontar algo tan simple!?

Tragando sonoramente saliva Laegjarn se preparaba para recibir la respuesta de Phyria y, al juzgar por aquella expresión que tan bien conocía de Phyria... solo podía pensar en lo peor...

-Por favor no...-dijo débilmente Laegjarn mirando de manera suplicante a Phyria.

-¿Que fue eso? ¿Acaso fue una llamada de suplica?-pregunto Phyria en tono divertido.

-Por favor... al menos permitirme...-dijo Laegjarn nerviosa cuando Phyria la interrumpió.

-¿Qué? ¿Acaso la poderosa y nueva reina de Múspell no es capaz de encarar esto?-dijo Phyria sin dejar de sonreír.

-Phyria no puedes hacerme esto-dijo Laegjarn en tono nervioso.

-Laegjarn ya eres una mujer bastante grande como para aceptar este tipo de resultados-dijo Phyria en tono entretenido.

-¿Acaso no puedes hacer esto por mi?...-dijo Laegjarn en tono bajo y sin atreverse a mirar a Phyria a los ojos.

-¡Por dios Laegjarn madura!-dijo Phyria un poco irritada.

Una "aventura" en Fire Emblem HeroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora