1.

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- Angie.
Levanté la mirada del plato para ver a mi mejor amigo en frente de mí. Su plato estaba vacío, pero seguía sentado, mirándome todo el tiempo.
Había pasado sólo un día desde que lo supimos. Discutimos, después Santino dijo que me ayudaría y Juan también. Entonces, nunca ninguno de los tres volvimos a hablar de aquello porque yo aún no me lo llegaba a creer. Tan poco confiaba en la prueba así que está mañana, cuando Juan aún no había llegado de laburar, fui a comprarme una por mi cuenta para ver si salía el mismo resultado y sí, para mí que dos veces saliese positivo era más que una confirmación.
- Angie.- volvió a llamarme y salí de mis pensamientos.- ¿Cuándo lo dirás?
- ¿El qué?
- Angie.
- No sé, Juan.
- Tenés que hacerlo, eso no se puede ocultar, al menos no por mucho tiempo.
- Lo sé.
- Ya te dijimos que te ayudaríamos.- no dije nada y él suspiró.- A no ser que no quieras tenerlo.
- ¿Qué?
- Ya sabés...
- No, no...me mandé la cagada y...no sé, tengo miedo, no te voy a mentir, pero... quizás tengo más de no tenerlo ahora que estoy poco a poco haciéndome a la idea, además, creo que podría hacerme cargo.
- ¿Me estás engañando o...?
- No, no, es la verdad.
- Está bien...vos... andá a estudiar y yo llamo a tu hermano.
- ¿Santino? ¿Para qué?
- No sé, algo se nos ocurrirá para decirlo. En esto vamos los tres juntos, Angie, no estás sola.
Asentí y él sonrió antes de levantarse y acercarse a abrazarme. Como pocas veces había hecho, me abracé con fuerza a él para sentir que como él decía, no estaba sola.
Después de aquello, llevé las cosas a la cocina y él se preocupó en lavarlas mientras que yo iba a la habitación a por los libros y comenzaba a estudiar en el salón. Ni siquiera me había recuperado de mi pánico como para ahora enfrentarme a esto.
Abrí los libros y comencé a estudiar o más bien a intentarlo, porque mi imaginación comenzaba a funcionar y me veía engordando poco a poco hasta tener un bebé en mis brazos. Mi bebé.
Esa imagen tan lejana hacia que todos mis miedos saliesen de nuevo, pero intentaba mantenerme calmada y seguir estudiando, ignorando como Juan hablaba a Santino.
- Angie.
- ¿Sí?- levanté mi mirada para encontrarme con su sonrisa tranquila.
- Esta noche en la casa de tus viejos, yo también iré y...
- ¿Ya? ¿Tan pronto?- le interrumpí.
- Mejor antes que después, ¿No? Ya sabés que los secretos duran poco y más cuando es tu hermano quién lo tiene.
En eso tenía razón, así que sólo me quedaba callarme y volver mis ojos de nuevo a los libros, sintiendo como se marchaba al ver que me resignaba y al final estaba obligada a ir.
Algo que no había pensado es que, al estar embarazada, no podría estar en la facultad. De repente, todo mi futuro se derrumbó ante mis ojos.
Si no estudiaba, tendría que laburar de lo que sea que encontrase, ya que mi familia tampoco estaba para mantenerme. También estaba la opción de decírselo a él...pero esa opción la deshechaba nada más llegaba a mi cabeza.
No quería molestarle, tampoco quería verle. Aún no me había recuperado completamente de la ruptura, de aquellos últimos días antes de que acabase, cuando le odiaba más veces de las que le quería.
Alejé todos los malos recuerdos y volví de nuevo mis ojos y mi atención al libro, aunque en realidad, tras esto que había supuesto, tampoco me servía de mucho estudiar. Aún así, era mejor tenerme ocupada en algo a estar sola en una casa que no sentía realmente mía y más ahora.
Poco a poco, las horas pasaban con lentitud, hasta que la puerta sonó. Levanté mis cansados ojos del libro y oí de lejos a Juan caminar hasta que le vi bajar por las escaleras e ir a abrir. Lo siguiente que vi fue a mi hermano mayor entrando, sonriéndome nada más verme.
- Hola, Angie.
- Hola.
- ¿Cómo estás?
- Bien, Santino, bien.- se sentó a mi lado, miró los libros y luego a mí, volviendo a sonreír.- No tenés que mirarme extraño, estoy embarazada no con una enfermedad incurable.
- Aún no me acostumbro ni a la palabra.
- Pues tendrás nueve meses para acostumbrarte - añadió ahora Juan, sentándose a mi otro lado.
- Ya...no sé cómo van a reaccionar, Angie, ya sabés que acá los comprensivos somos José, Miguel y yo, pero nuestros viejos...
- Seguro que lo hacen, es su nieto, ¿Qué van ha hacer?
Miré a Juan, luego otra vez a mi hermano y acabé por dejar el libro y quedarme sentada con la espalda apoyada en el respaldo, mirando hacia el frente sin decir ni pensar nada.
Juan y Santino hablaron de otras cosas, quizás para evitar el nerviosismo de la cena, hasta que mi mejor amigo se fue a cambiar y la siguiente era yo.
Me fui a duchar y me cambié de ropa, intentando parecer una hija buena por si así se enfadaban menos. Sí, otra pelotudez más de las mías.
Salí del baño y en la entrada ya estaban los dos esperándome. Al verme, se callaron y sonrieron antes de abrir la puerta y salir en fila, cerrando yo al final.
Fuimos al auto de mi hermano Santino y esta vez me subí a la parte de atrás, teniendo algo más de intimidad para simplemente mirar la ventanilla y buscar mi valentía.
En unos minutos, parecía que habíamos llegado a la cárcel por el silencio que reinaba entre los tres. Salimos despacio y llamamos a la puerta, pero cuando fue Miguel quién abrió sonreímos como si nada pasase.
Le saludamos y después entramos, yendo al salón. Allá estaban José, mis viejos y Luna, que a partir de ahora no iba a ser la única embarazada en la familia.
Estuvimos un tiempo sentados tranquilos, hablando de cualquier cosa. Hasta que José comenzaba a tener hambre y después se le unió Luna.
Nos levantamos, yo preparé la mesa con mis tres hermanos y mis padres terminaban la cena. Después, nos sentamos y seguimos la conversación. Hasta que...
- Ché, Angie, ¿Qué pasó al final con el médico?- preguntó mi hermano mayor, Miguel, tomando toda la atención de los que estábamos en la mesa.
- Ah, sí, es verdad, se me olvidó, ¿Qué te dijo?
- Eh...yo...
Miré a Santino y Juan, los dos me sonrieron y mi hermano mayor, que estaba a mi derecha, me agarró la mano, asintiendo después para darme más ánimos aún.
Yo suspiré y bajé la mirada, después llevé mis ojos a Juan, que estaba delante de mí y volvió a sonreírme.
- Dale, contá, ¿Fue malo?
- No sé si es malo...
- Bueno, ¿Entonces qué es?- preguntó mi madre, sonriendo aunque se le notaba preocupación por mi tardanza.
- Es... verás yo...yo bueno...no estoy enferma ni nada es sólo que...
- ¿Qué...?
- Que...bueno estoy...estoy em...estoy embarazada.- mi voz se entrecortaba y no por el llanto, sino por los nervios al sentir sus ojos en mí.
- ¿Qué?- preguntó Miguel.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora