(Una disculpa por haberles hecho esperar tanto por este capítulo, espero que sea de su agrado 💙)
—¡Nos atacan!.—
Los gritos de los soldados se escuchan por doquier, las personas huyen despavoridas. Los humanos estaban indefensos ante el ataque del lobo blanco que arrasa cual demonio, mata cualquier ser vivo a su paso y sus rugidos se escuchan a kilómetros.
¿Cómo fue que el líder de las bestias terminó allí, con la sangre de los humanos en sus fauces y el corazón roto?.
*********
La ama de llaves odiaba a la humana intrusa, varios sirvientes del castillo sentían que el corazón de su líder se ablandaba, Kagome ya no era un futuro sacrificio como símbolo de supremacía, parecía un interés romántico y eso no podía ser… ¡no debía ser!.
Los humanos y las bestias no debían reproducirse, se ha sabido que cada bebé que nacía de esas uniones prohibidas morían al nacer, pero Sesshomaru estaba cegado por la humana, por el amor.
Toran, líder del escuadrón de la raza felina; Magatsuhi, general de tropas y Kagura, el ama de llaves del castillo conspiraron juntos para sacar a la humana del lado de su líder, ella debía ser expulsada antes que Sesshomaru osara traspasar la barrera que jamás deben ser cruzada por el bien de todos.
Era una noche de cuarto menguante, los cielos estaban nublados y retumbaba con la premisa de una pronta tormenta primaveral, los grillos y los sapos cantan en sus vidas tranquilas en los jardines alrededor del castillo; tres pares de pies se mueven con sigilo por los pasillos caminando sobre el piso de madera cuidando en no hacer ruido o ser vistos por alguien, eso sería la muerte seguramente. Conocían los sentimientos de su líder hacia la mujer y ser descubiertos haciendo algo en su contra… no podrían ni pensar en lo que les haría.
Subieron la escalera de madera al segundo piso, dieron vuelta a la derecha y continuaron derecho por el pasillo contando el número de puertas para no confundirse. Toran escucha antes de abrir, debían asegurarse que nadie estuviera con la mujer, el único hombre del grupo olfatea buscando aromas cercanos, está despejado; el ama de llaves toma la batuta, abre despacio la puerta y les indica todo está en orden. Entran en la habitación y de allí en más, Kagome Higurashi no fue vista más.
Ahora, las cabezas de los traidores resplandecen en la punta de una lanza colocada en la entrada del castillo como señal de advertencia, deshonra y deslealtad a su jefe.
Fue fácil para el heredero Taisho saber quién lo hizo, solo tuvo que unir las piezas…
Kagura jamás ocultaba su excitación ante él, Toran había perdido una pelea contra Kagome un día de prueba y Magatsuhi dejó uno de sus cabellos atrás en la habitación.
Ahora, el Lobo Feroz buscaba a su caperucita por cada aldea humana arrazando con todo a su paso cegado por el odio y sus enemigos sabían que eso era la luz que necesitaban para poder salir de las sombras finalmente y acabar con la estirpe de los lobos blancos, iban a exterminarle, mientras el idiota llora la pérdida de su humana. Fue atraído a la trampa.
********
Los ojos azules de Kagome observan la única luz que se cuela por la grieta en el techo, tenía mucho frío…
Un día, simplemente despertó en medio del bosque sin poder entender lo que había sucedido más allá del dolor de cabeza y el mareo extraño, caminó por horas y no encontró rastro alguno de civilización hasta el segundo día de exploración pero… terminó donde menos lo deseaba.
Estaba frente al escondite de quien antes fue su rey y por quién arriesgó su propia vida muchas veces.
Rodeada y superada, no tenía muchas opciones y aunque trató de defenderse, fue finalmente sometida y llevada a esa mazmorra, el mismo Naraku le desnudó y le lanzó un líquido asqueroso y maloliente que casi la hizo vomitar, supuestamente para que el lobo no pudiera verla y olerla. Desde entonces sólo pensaba en Sesshomaru y en contemplarlo de nuevo, ahora en soledad, pudo saber que su corazón lo amaba, muy tarde lo supo pero juró no morir antes de decirle lo que había en su corazón.
—No estés triste pequeña caperucita. —
El rey venía a visitarla, a reírse en su cara, a burlarse de su desgracia, a recriminar su traición, a golpearla mientras murmura obscenidades y finalmente salir de la celda para luego retirarse; hoy decidió sentarse en una silla y le sonrió. Hacía mucho que Kagome había entendido que esas sonrisas eran la antesala de algo perverso.
—Los humanos y las bestias no tienen permitido aparearse...— dijo centrando su atención en el cuerpo flacucho y pegajoso de la mujer encadenado. —Sus crías tendrían el poder de una bestia pero con el corazón de un humano, eso puede inclinarse hacia el bien o hacia el mal absoluto. —
—¿Eso que tienen que ver conmigo?. — lanza Kagome furiosa.
—Hace mucho tiempo había una mujer, una hermosa princesa que era tan bella como ingenua… la bestia le engañó con su apariencia mononoke y la violó, de esa violación nació una cría ni humana ni bestia.
》La mujer fue rechazada y lanzada fuera del pueblo, ella crió a su bastardo con odio y maltrato hasta que un día su pequeña bestia se aventuró al pueblo, la mujer fue acusada de permitir su aberración escapara y finalmente le quemaron en la hoguera, frente al engendro que aunque lloró por aquella mujer que le odiaba nadie se apiadó de él, el niño permaneció encerrado como una atracción hasta que escapó y trató de encontrar amor con las bestias, pero solo encontró desprecio. Creció entre ellos hasta conocer a su padre, el líder dragón era el animal que violó a una princesa y ahora vivía en el palacio del jefe Bestia, trató de hablar con el líder lobo buscando apoyo, pero solo encontró desprecio, fue masacrado y dejado fuera de los límites de la ciudad, pero Ryukotsusei no estaba muerto, se encontró con Onigumo, el humano lleno de rencor contra las bestias por haber atacado su pueblo para construir su palacio y ambos, formaron un nuevo ser, uno que vengaría su miseria…
—Naraku...— ella lo miró con lástima, sabía que hablaba de él y eso solo la hizo pensar que a pesar de sus posiciones desiguales, él estaba peor que ella, Naraku jamás había sido querido o amado ni siquiera por su propia madre. —Lo lamento...—
Eso enfureció al rey, se puso de pie molesto. Escuchaba afuera la masacre y sabía que era inminente el combate, tocó las paredes de esa mazmorra, esa que fue su hogar por años y donde aprendió que valía más la inteligencia que la fuerza, que valía más el odio como motivación. Él era la prueba de que el odio puede unir a dos seres. Después de convertirse en Naraku sus rasgos híbridos se suprimieron y pudo fraguar su plan, sabía la debilidad de ambas especies. Irasue (esposa de Inu no Taisho, la dama inmortal) fue su camino al triunfo, la usó, y así, Irasue asesinó a su esposo, pero el hijo de ambos escapó medio muerto.
Después de regresar de la guerra como un héroe, tomó a Irasue como esposa, pero estuvo con muchas humanas más, hasta tener su propia casta, los "Capa Roja"; no era suficiente, así que fingió su muerte, asesinó al rey legítimo y usurpó el trono coronándose como Naraku, el rey de los humanos y teniendo a Irasue a su lado, su reinado sería eterno.
—Pero el pasado regresa. — susurra.
Escucharon rugidos afuera y supieron que la verdadera batalla comenzaría.
Sesshomaru estaba frente a su madre, cada uno peleando por su interés propio, uno por amor, la otra por hechizos, así los dos lobos blancos comenzaron su sangrienta pelea para prevalecer.
Kagome observó a Naraku, él le lanzó la llave de sus cadenas, el rey subió las escaleras para irse, era momento de ver a madre e hijo matarse mutuamente y dejaría a su descendiente observar, ¿qué peligro representa una moribunda?.
Kagome soltó sus ataduras, buscó una espada y corrió afuera.
Continuará...
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Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)
Randomoficialmente estamos de vuelta ^-^ ACTALIZACIONES LENTAS