Tu Reputación 20

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CAPÍTULO XX

La pequeña capilla brilla bajo los rayos del sol, los asistentes van llegando; apenas y unas cuantas personas entre familiares y amigos cercanos de la pareja. Midoriko y Kikyo adornaron con flores silvestres de colores y telas vaporosas de color blanco, se dedicaron en demasía a adornar el altar y poner coronas de flores en la entrada. Todos quedaron encantados, los pétalos blancos en el piso por donde pasaría la novia engalanan el suelo y en el techo las telas blancas. Un día de verano, un día común y corriente pero tan significativo para todos aquellos corazones llenos de ilusión por ver cómo dos vidas se unen finalmente. No había una sola nube en el cielo, la brisa estaba calmada y fresca, los pajarillos trinan allá a lo lejos y las mariposas revolotean alrededor de las pequeñas margaritas que se revuelven por la brisa, toda una escena perfecta para alguna pintura romántica.

El párroco les recibe afable pidiéndoles tomen sus lugares.

Naraku entró y tomó su lugar en el altar para esperar a su futura esposa, más de una suspiró, el caballero estaba divino enfundado en un traje elegante negro, el cabello perfectamente peinado y los nervios los cuales no podía disimular, sobretodo porque no dejaba de jugar con sus mancuernillas de oro y jalarse las mangas de la camisa en un acto poco apropiado pero tierno.

Kagome tomó la mano de su esposo para estrujarla, estaba muy emocionada y apenas podía controlar sus nervios, ni hablar de sus lágrimas, él enredó su mano con la de su su esposa para apoyarla, debía admitir que la sensibilidad de su dama lo enamoraba cada vez más y más.

Ya todos estaban en sus asientos expectantes por la ceremonia, el coro de monaguillos empieza, los presentes giraron para ver a la novia en su ansiada entrada de la mano del abuelo Higurashi. Kikyo se veía radiante, el vestido era esponjoso de un color marfil con flores alrededor del escote, llevaba un ramo de rosas rojas, blancas, amarillas y rosadas, el tocado era sencillo, al final no usó ningún velo en un acto de gran significado, no deseaba ocultar nada a su futuro esposo aprendió que el amor verdadero llegaba sin reservas y sin etiquetas de por medio. Todas las mujeres lloraron de felicidad. Sesshomaru abrazó a su sentimental esposa, ella le sonrió muy contenta y supo que debía darle otra boda a su luz, una en que las cosas no se den como en la primera, una en que no fuera el monigote ni la burla de nadie y mostrar lo bella que era, secó las lágrimas de su damita enternecido.

La novia se acercó al altar, lord Higurashi le entregó a Naraku la mano de su nieta y se retiró para sentarse y observar con un nudo en la garganta, estaba tan feliz y triste, ya había pasado por lo mismo con Kagome pero sentía lo mismo de nuevo.

La ceremonia comenzó y todo se tornó más natural, las personas observan y escuchan encantados esperando la conclusión y… llegó el momento en que el párroco dice las ansiadas palabras por una persona presente.

—Quien se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre. — todos guardaron silencio, aguardaron por un rato pero nada pasó; el hombre continuó. Hizo una cruz para bendecirlos. —Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, les declaró marido y mujer, puede besar a la novia.—

Naraku colocó las manos en los delicados hombros de su ahora esposa, los nervios le traían medio distraído, la miró por unos segundos hasta que ella sonrió y le recordó lo que debía hacer, él reaccionó y se inclinó para besarla pero...

—¡Yo me opongo!.— gritó alguien desde la entrada, algo tarde pero finalmente interrumpió.

Las cabezas se giraron para ver al intruso, tremenda sorpresa al identificar era Inuyasha Taisho hecho un total desastre, traía el traje sucio, una barba de días, el pelo revuelto y probablemente estaba alcoholizado por la forma en que se movía, los caballeros presentes se pusieron de pie para tirarlo fuera de la capilla, pero el hombre sacó un arma de su chaqueta; la mano le temblaba y se notaba no podía coordinar, cualquiera podría salir herido con una persona en tal estado usando un arma. Las damas jadearon asustadas, los hombres tuvieron que permanecer estáticos buscando un momento para poderle arrebatar la pistola.

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora