parte 5

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Perdonen tanto retraso chicas, tenía el capítulo casi terminado pero no sé qué pasó y se borró 😭 no recordaba en específico qué había escrito y fue un lío reescribir, sobretodo porque ya llevo seis mese a bordo, mi cuerpo ya está con la batería a la mitad y quedarme dormida sin haber siquiera escrito medio párrafo era fácil 😥
Bueno, nuevamente una disculpa y espero lo disfruten. Aunque no está muy largo 🙈

Y te quedaste aquí, por mí, para quererme como nadie lo hizo antes.

-Pasen- dijo el albino al fin cortando el silencio incómodo -Tal parece que necesitamos hablar...- con sus manos impulsó las ruedas de la silla, se movió por el sendero de cemento hasta entrar en la casa dejando atrás a una Kagome contrariada y un Tomas algo avergonzado y mucha tristeza en su pequeño corazón. Su madre le acarició el cabello para hacerle sentir mejor, le tomó la mano para entrar juntos y enfrentar lo que fuera que viniera.

La mujer se sentó frente al hombre, ambos se estudiaban mutuamente tratando de averiguar algo del otro.

-¿Cómo se llama?- preguntó él observando al niño mirar con curiosidad las medallas en la pared un sentimiento cálido se apoderó de su pecho.

-Tomas- contestó ella algo extrañada que no la atacara con palabras hirientes como Inuyasha.

-¿Qué edad tiene?

-Cumplirá tres en cinco días

-¿Cómo fue?

-Tu ex novia Kagura Yamanaki, cometió un error y me insemino con tu semen...- apretó los labios apenada.

-Ella dijo que la prueba dio negativo- su rostro era simplemente seriedad pero sin llegar a ser intimidante, sabía que si lo hacía ella podría irse y quería respuestas.

-Según ella fue para herirlo, al parecer su relación no terminó en buenos términos...

Paró al notar su expresión, la mirada inquisidora y la ceja alzada, no había duda alguna, Tomas era su hijo.

-Kagura siempre quiso de mí lo que no podía darle- volteó a ver al niño, era su viva imagen, no podría negarlo aunque quisiera -Creo que llevó su obsesión demasiado lejos y terminó afectandola a usted- posó sus ojos de oro en la mujer - Aunque no entiendo su presencia en mi casa, tenía entendido los donantes de esperma son anónimos y no tienen ninguna responsabilidad con la criatura... entonces señora, ¿Qué busca?- remató.

Kagome dejó de respirar en ése instante, tragó saliva y estrujo su vestido veraniego con patrón de flores azules y amarillas. ¿Qué decir?
¡Dios mío!.
Estaba a punto de dejar atrás cualquier deje de orgullo por el bien del ser que más ama. Estaba dispuesta a lo que fuera.

-Tomas necesitaba conocer alguna figura paterna, es todo, solo saber que existe alguien en el mundo al que pueda llamar papá- habló al fin exaltada.

-Entiendo- pareció perderse un instante entre sus tumultuosos pensamientos -Pero... ¿Realmente cree que alguien como yo- señaló su pierna amputada -Podría ser un padre para Tomas?- aseveró sin quitarle la pesada mirada de encima.

-Yo no encuentro ningún problema señor- contestó con naturalidad, sabía habrían algunas limitaciones pero si él estaba dispuesto a intentarlo su hijo estaría feliz. -Solo sus ganas de tratar

El hombre pestañeó arrugando el entrecejo, ella perdió el aliento. Ya entendía por qué la enfermera había hecho tantas locuras, el sujeto era atractivo, no podía negarlo. Sus ojos, su perfil, su cabello, su cuerpo, su porte, hasta el como hablaba. Estar en esa silla de ruedas no le restaba atractivo, al contrario, le agregaba un no sé qué, atrayente, te daban ganas de sentarse en su pierna y besarlo hasta perder la cordura.

Sesshomaru notó la pelinegra no paraba de sondearlo con esos ojos de zafiro. Todo era tan extraño...

Nunca se vio como padre de nadie, él era uno de esos seres que vivían sin dejar huella atrás, simplemente vivía su vida a su modo. Su padre y su madre murieron en el ataque al World Trade Center el 11 de septiembre, estaban atascados en el tráfico viendo el horror cuando la torre norte se vino abajo, fueron simplemente el efecto colateral de una disputa y la ambición de unos pocos. Él tenía unos 23 años apenas con muchas ambiciones y una tensa relación con su progenitor. Inu no Taisho era un profesor de lenguas y su esposa una importante eminencia en el campo del arte, trabajaba para el museo de New York y él, él odiaba todo aquello, su pasión era su carrera militar.

Sesshomaru pensó en su carrera, en las muchas misiones que realizó, en el día que perdió su pierna, pensó en su vida ahora.

Ahora era un ex militar con estrés post traumático, pesadillas cada noche, algunos espasmos en su mano derecha -sobre todo en la cicatriz de su pulgar producto de una bala perdida- tenía coraje atragantado desde hacía años, tenía amargura por dentro, desprecio hacia aquello que parecía tan importante antes, tenía muchos arrepentimientos, cientos de medicamentos y folletos de centros de rehabilitación los cuales rechazaba, era la mitad de lo que había sido, aún así, ella le miraba con la más grande de las esperanzas...

Kagome iba a hablar pero cerró la boca al notar el gesto de su hijo, sonrió, siempre se le adelantaba.

-Papá- llamó el pequeño algo nervioso posando su manito en el antebrazo del hombre para llamar la atención de él. Era más que éso, ambos lo sabían, era un llamado de algo más profundo, Taisho no sabía si podría dárselo. Con Kagura fue fácil decir las cosas, dejarlas en claro, decir adiós, pero ésa criatura frente a él con sus ojos y sus ilusiones, simplemente era difícil decir "no". Sesshomaru lo miró, el alma le palpito, era un embrollo todo aquello pero extrañamente...

-Dime- dijo suavemente para no asustarlo, sabía que sus facciones eran fuertes y por supuesto la falta de sonrisa no ayudaba.

-Tengo algo para ti- exclamó buscando algo en el bolsillo de sus shorts, era aquel dibujo que hizo cuando se enteró tenía un padre.

Los adultos miraron el papel pintado en crayolas con un radiante y sonriente sol que usaba gafas mientas iluminaba un prado lleno de florecillas de distintos colores y una familia sonriente, eran apenas garabatos pero podían distinguir al niño de cabello albino, el padre alto y fuerte y la madre pelinegra.

Sesshomaru se quedó viéndolo por un rato sonrió, por primera vez en años, sonrió sin pedirlo ni fingirlo, tomó el papel entre sus manos.

-Muy bueno campeón- dijo colocandolo en su regazo para remover los cabellos blancos de su hijo. -Se buen niño y colocalo en el refrigerador

Tomas asintió satisfecho, con el pecho hinchado en alegría y orgullo hizo lo que le mandaron.

Higurashi se puso de pie, caminó hasta el hombre que acababa de darle a su niño lo mejor del mundo con solo apreciar su intento, se puso en cuclillas y tomó sus manos entre las suyas.

-Gracias...- susurró luchando contra las traicioneras lágrimas.

Tomás regresaba de la cocina, quería saber si podía ir a la playa que vio por la ventana a lo lejos cuando la puerta de entrada se abrió.

-Te traje el kiwi y las mandarinas que dijiste y también compré los ingredientes para el asado...- un joven de al menos treinta y algo entraba con bolsas del supermercado, vio al niño y a la mujer, la escena extraña, el parecido de la criatura con su amigo.... dejó caer las compras -¡Santo Cacahuate...!- exclamó mientras el líquido de la docena de huevos rotos se esparce por sus pies.

Continuará...

Espero lo disfrutaran chicas

Hoy tengo embarcación así que deseenme suerte 😉

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora