#11 Lady K.

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Lady K.
Yan_skyblue /sesshome.

Capítulo I.

La memoria parece grande por lo que muestra en recuerdos; le es mucho más por lo que ciertamente esconde.
-Niceto Alcalá Zamora.

Las sombras de la habitación callan ante la oscura alma en pena que está sentada en aquella silla de madera costosa, el oro y las joyas brillan por la tenue luz de la lámpara de aceite. El cuarto pintado en tonos cobrizos respira por el viento que se cuela por la chimenea. La dama aunque viva, es un cadáver.

—K… — la dama llena su dedo índice de tinta negra y trata de escribir algo en el espejo del tocador. —K… — repite sin poder saber qué deseaba escribir. Sus recuerdos eran simples fantasmas de un pasado que fue borrado a punta de dolor.

La refinada dama de cabellos oscuros cuyos bucles caen delicados en sus hombros se observa en el espejo, sus ojos azules le gritan algo que ella no puede escuchar, ¿Qué es?, ¿qué será eso que su cabeza le está queriendo mostrar?. Era una simple prisionera del chantaje, una mujer doblegado y rota.

—K… a… — dice arrastrando la última palabra. De repente una punzada en su corazón, algo, algo allí, algo con esas dos letras, había algo allí. —Ka… — trata de seguir pero sus manos tiemblan como si hubiera una pared impidiendo que llegara más allá, como si algo oscuro se escondiera detrás, algo que se relacionaba con las heridas de su cuerpo. —Ka… — escribió la A junto a la K en el espejo con la tinta juntando el valor que apenas sobrevivía en su cansada alma tenue.

—¡Kikyo! — entraron en la habitación de un estrépito. —¡Kikyo! — llama el elegante caballero de porte recto pero juvenil y ojos café, llevaba su perfecta cabellera negra pulcramente arreglada y oculta bajo el sombrero de copa, listo para el baile al que fue invitado. —¿Estás lista?, llevo rato esperando abajo por ti, dígnate a bajar puntual, sabes que odio tener que… — el Conde de Tessaiga miró es espejo.

Su esposa tembló y trató de borrar las letras con un pañuelo frenética, Inuyasha entró dando zancadas con el rostro colorado por la furia, la tomó por el brazo y con el diamante en la punta de su bastón abofeteó a su esposa con tanta fuerza que  trastabilló y cayó al suelo alfombrado; un hilo de sangre surcó los labios de la mujer, ella solo se quedó sentada, procesando, ya ni siquiera tenía lágrimas, estaba tan seca.

—¡Te he dicho que seas buena! — gritó colérico golpeando el suelo con su bastón. —, ¡la mujer con ése nombre está muerta, tú eres Kikyo, Kikyo, grabatelo en la cabeza!. — la tomó por los hombros sarandeando a la silenciosa dama que estaba cuál cadáver. —¡Si lo vuelves a hacer tendré que buscarme una nueva esposa! — le apretó las mejillas mientras la sangre le llenaba los dientes a la mujer. —¿Serás buena?. —

Lady K. asintió rápidamente como una autómata, los ojos de su esposo se suavizaron, le ofreció su brazo para ayudarla a levantarse, luego le pidió usar algo de polvos para ocultar el golpe y secarse la sangre. La dama caminó hasta el tocador y se miró de nuevo al espejo, mientras se secaba la sangre era como si algo se reiniciara en su cerebro y sin que lo pudiera prever, olvidó aquello que estaba buscando tan desesperada entre sus recuerdos ausentes.

****

La música suena en cada rincón, los candelabros iluminan, las flores embellecen el lugar y todo resplandece bruñido.

El Conde de Tessaiga entra al salón en casa del duque de York, Lord Miroku Baskerville y su esposa Lady Sango Baskerville, de mano de su distinguida esposa.

Lady K. era extraña, siempre vestía a la última moda pero de una forma sobria y recatada al mismo tiempo, era amiga de la duquesa de York así que era respetada y además sus modales en sociedad eran impecables, y a pesar de eso, algo extraño se escondía bajo su sonrisa perfecta, sus ojos azules, su piel pálida y sus vestidos siempre en colores oscuros. Nadie sabía que la mujer era una muñeca moldeada, un cascarón vacío hecha para obedecer y convertirse en eso que representaba, ser una dama perfecta.

El baile acababa de empezar, muchas jovencitas debutantes flotaban en la pista de baile, las matronas iban tras los buenos partidos y uno que otro libertino sin reputación se escabullia por las sombras pesquisando otras diversiones. Los caballeros solteros bailaban buscando una dama ideal, los casados preferían tomar una buena bebida, conversar de negocios y solo bailar de vez en cuando o nunca.

Lady K. se encontró con la anfitriona y conversaron amenas junto a otro grupo de damas hasta que se vieron solas.

—Kikyo— llamó Sango. —, ¿por qué tu labio está inflamado?. — preguntó en tono bajo evitando ser escuchada por otros.

La aludida pestañeo, se abanicó tratando de ocultar su rostro.

—Es por un nuevo pigmento que intenté usar, parece que no era muy bueno y ahora mis labios se ven vulgares. — mintió como una experta. —Esperaba no se notará, ya sabes que usar demasiado maquillaje no es bien visto. —

Sango rió, le dio un golpecito con su abanico en el hombro.

—Cuando quieras probar algo de maquillaje dime, conozco a los mejores, ni hablar de algunos trucos, como unas gotas de zumo de naranja en los ojos para que se vean hermosos. — sonrió alegre.

Lady K. le secundó y siguieron caminando por el salón saludando y conversando de tratamientos de belleza hasta que el duque llegó por su esposa para invitarla al vals, la dama entonces se quedó sola ya que Inuyasha prefería fumar en el salón adyacente junto a sus camaradas y lo agradecía, ella no sabía qué era el amor pero conocía la aversión y eso sentía por su marido, aunque en su mundo, eso era tan normal como un baile.

Mientras camina, siente las miradas sabre ella, sabe que alguien notó su labio y eso le avergonzaba, le gustaría mucho huir pero no podía aún, y además estaba el hecho que no tenía nada en la vida, de hecho, cualquier recuerdo más allá de su matrimonio era borroso y sólo tenía pruebas en su cicatrizado cuerpo lo que quizás vivió antes, ¿era Inuyasha su verdugo o su salvador?.

Sintió un golpe en el hombro, se movió y escuchó su dobladillo romperse, casi cae pero logró ser atrapada por alguien, su cuerpo entonces fue atraído hacia otro con firmeza, algo tibio subió desde su vientre hasta su pecho.

Lady K. alzó la vista y vio un rostro masculino bronceado, afilado, de facciones armoniosas, de ojos ambarinos extraños y sintió una punzada.

—Mil disculpas Madame. — habló el desconocido con voz estridente.

Ella frunció el ceño, ese hombre la tocaba de forma íntima frente a todos, santo Dios. Se apartó de él furiosa, ella debía ser buena, ser recatada, ser perfecta.

—Respete a una dama como se debe. — alisó su falda y se retiró en busca de un lugar dónde airearse de tal insidente.

Sesshomaru, el forastero de Viginia que había llegado a esa fiesta sólo buscando negocios, vio como la dama se escurría entre el gentío, algo en ella le intrigó, algo a lo cual no podía ponerle nombre, algo escondido bajo su rostro de porcelana. La siguió entre el laberinto de gente hasta un pasillo desolado que daba al invernadero de la mansión York.

Sesshomaru entró para disculparse aunque no entendía qué había hecho mal, pero vio a la mujer recogerse las faldas de su vestido y correr más adentro del invernadero hasta detenerse frente a una pareja.

—¡Inuyasha! — grito. —Inuyasha… —

Continuará…

Mañana actualización de "No sabes cuánto te quiero"

Espero que les haya gustado este primer capítulo 💙

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora