Tu reputación 5

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CAPÍTULO V

Los sirvientes les esperaban, todo estaba listo, pulcro y perfecto como su amo exigía.

Kagome bajó del coche de nuevo evitando la mano de su esposo y caminó adentro donde todos los empleados les esperaban en fila, al verla entrar reverenciaron, ella los saludó jovial y ellos sonrieron aliviados que su nueva señora no fuera una cacatúa, porque tomando en cuenta lo rígido que era el joven Taisho no era extraño se casara con alguna mujer digna de ser retratada en un cuento de terror.

Taisho le presentó al personal y pidió a Sango -una de las criadas más jóvenes- encargarse de ser la doncella de la futura duquesa, si primera orden fue llevarla a sus habitaciones.

Llevaron a la joven y los baúles a una habitación enorme, decorada en azul rey con dorado, podría pensar que recargado pero con los tonos blancos se acentuaba todo dando un aire en demasía elegante.

—Esta era la habitación de lady Taisho. — dijo el ama de llaves, una anciana encorvada de cabello largo totalmente blanco llamada Shioga.

—¿Dónde es la habitación del señor?— preguntó nerviosa.

—Al lado, ambas están conectadas por esa puerta. — apuntó a la puerta blanca en la pared norte.

—Oh. — asintió.

Debía cerrar esa puerta con llave, no podía confiarse de Sesshomaru en lo absoluto, quién le asegura una noche borracho se le antojara maltratar a su fea esposa; en cuanto Sango y la anciana Shioga abandonaron su habitación, corrió para ponerle seguro a esa malévola puerta.

Cerca de la hora de la cena, anunció estaba indispuesta por el viaje y pidió subieran la comida a su habitación.

Sesshomaru terminaba de arreglar algunos asuntos junto al encargado  Mioga, cuando vio a Sango pasar con la charola de comida hacia las escaleras, dejó a su empleado con la palabra en la boca y alcanzó a la nueva doncella, le quitó la charola y luego de interrogarla, fue hasta la habitación de su esposa. Tocó la puerta expectante.

—Pase. — aprobó.

Entró con cuidado para verla peinar su cabello sentada frente al tocador, lo hacía muy suavemente mientras taradea una canción perdida en el reflejo que le regala el espejo.

—Déjalo en la mesita Sango por favor. — ordenó sin sonar muy mandona. —¿Trajiste doble ración como te pedí…?— dejó el cepillo sobre el tocador.

Sesshomaru puso la charola en la mesita, fue hasta la cama y la contempló tratar de hacerse una trenza con ese cabello ondulado color de la noche; hasta donde estaba llegaba el olor a rosas, un dulzor que le quemaba las fosas nasales.

—¡Lista.! — aplaudió feliz por el resultado.

Taisho supo que Kagome era diferente, pero maravillosa a su manera. Ya su cabello no era símbolo de rebeldía y recogidos horrendos si no de hebras suaves con olor divino, sus pecas no eran un defecto horrible si no un cielo nocturno salpicado por miles de estrellas, sus ojos eran el símbolo de la ternura y su pequeña figura gritaba por ser descubierta debajo de esos trapos.

Ella volteó, se encontró con el rostro de su esposo, él sonreía cálido acto que la hizo estremecerse.

—¿Qué hace aquí.? — preguntó nerviosa tocando su cabello.

—Vine a cenar contigo, supe que estabas indispuesta...—

—Yo no quiero… cenar a su lado. — se dirigía a la puerta decidida a pedirle se fuera.

Su esposo se interpuso en su camino, la abrazó con suavidad enterrando la nariz en su cabello, cerró los ojos aspirando mientras sus manos recorren la espalda de su mujer.

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora