Lady K. 2

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Lady K.
Yan_skyblue/sesshome.

Capítulo II.

Los monstruos y fantasmas son reales, viven dentro de nosotros… y a veces ganan.
-Stephen King.

—¡Inuyasha! — grito. —Inuyasha… —

Lady K. dejó caer sus faldas igual que sus brazos, no era dolor ni celos lo que sentía, sólo indignación; a ella se le exigía ser buena mientras él podía hacer cosas indecentes en las quinas con mujerzuelas.

El aludido dejó de besar a la mujer de brillantes cabellos rubios y observó a su esposa, Sesshomaru permaneció a una distancia prudente que le permitía observar la escena sin ser notado por las plantas exóticas de las cuales era tan adepta  la duquesa dueña de la casa.

—Kikyo, las damas no deben estar en lugares oscuros. — la tomó por el codo con fuerza arrastrandola fuera del invernadero como si nunca hubiera pasado nada. —tendré que educarte hoy para que aprendas, a menos que permanezcas callada. —

Ella bajó la mirada, ya su mente estaba ausente como siempre que algo así sucedía, o dejaba que le golpeara o dejaba que la follara… ¿cuál de ambos males era peor a estas alturas?.

La joven rubia se arregló el recogido y esperó unos momentos prudentes para salir, Sesshomaru prefirió irse también, vaya que la sociedad de Londres seguía siendo tan hipócrita como la recordaba cuando llegó por primera vez.

Inuyasha se despidió de los anfitriones de la fiesta alegando que su esposa había tenido un problema femenino y abandonaron la gran mansión en su coche con solamente el ruido de los cascos de caballos y ruedas contra el adoquín.

—No es para tanto. — dijo al fin el caballero.

Lady K. le miró un instante, lo odiaba a veces, otras le temía y otras le tenía lástima o aprecio por salvarle de ese pasado que no recordaba, por darle una nueva vida pero ¡Dios mío! A qué precio esta nueva vida, ser una muñeca sin alma.

—Lo sé, fue un momento de estupidez. — prefirió centrarse en el exterior, en las casas elegantes, en la bruma que cubría las calles oscuras, en las pocas personas y coches que andaban de aquí para allá.

Su corazón cada día se marchitaba más, ella sabía que tarde o temprano la tristeza o los golpes de su esposo la matarían, pero no sabía si valía la pena escapar o dejarse morir, estaba tan cansada aunque no sabía por qué, era como una sombra inerte carente de otro sentimiento que no fuera tristeza, aunque ella sabía bien que las sombras podían ser diferentes a algo inerte, podían ser infernales.

Llegaron a su hogar, fueron recibidos por la servidumbre, subieron a la alcoba de la dama y mientras la soledad del silencio reina en la habitación color cobre, Inuyasha desnuda a su esposa, le da rienda suelta a sus pasiones hasta estar satisfecho y retirarse para dejarla tumbada en la cama con los ojos acuosos por el ardor.

*—¿Sabes por qué Inuyasha te hace eso?. —

Dijeron en un susurro espectral.

Lady K. miró en todas direcciones, la ventana cerrada y cubierta por las grandes cortinas de terciopelo, el tocador color perla lleno de joyas y merjunjes, el armario también en color perla con varias flores extrañas de color rojo pintadas, la chimenea cuyo fuego ya casi moría, el techo oscuro, no vio nada y supo entonces quién era.

—¿Por qué?. — vio el vaho de su aliento, de repente hacía tanto frío, era por esa voz que la atormentaba.

*—Porque no eres Kikyo, él lo sabe y tú también, aunque lo niegues. — contestó la voz femenina, tan suave y sedosa como la tela más fina pero a la vez amenazante.

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora