Tu Reputación 10

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TU REPUTACIÓN

CAPÍTULO X

Se vio frente al mayor dilema de su vida hasta ahora, nunca una decisión fue tan difícil pero debía hacer algo, ¡él no era un cobarde!

¡Decídete Sesshomaru Taisho.!

Debía pensar en quitarle o no el vestido manchado de sangre a su damita para dormir y… si lo hacía, debería hacerlo él mismo o llamar a una doncella para ayudarle.

Caminó de un lado a otro tratando de no hacer ruido pensando en el proceder, ¿qué hacer.? Ya era demasiado tarde como para llamar a alguien, seguramente todas las criadas ya estaban dormidas y… pues, no deseaba interrumpir por eso, ¿qué debería hacer.?

Colocó los brazos en jarra derrotado, finalmente caminó hasta la cama y con nerviosismo la giró despacio para poder quitarle el vestido; sacó los botones uno por uno con la mayor lentitud posible, no quería su esposa despertara y le viera en semejante situación, pensaría lo peor de él, ¡lo odiaría.! Trató de calmarse, siguió el trabajo, terminó con los botones y faltaba deslizar la prenda para retirarla, tomó aire y atacó, primero sacó las mangas, luego bajó el vestido hundiendo el colchón bajo la dama con las manos para no moverla demasiado, sudó como jamás en su vida hasta que llegó a los pies y pudo retirar ese montón de telas, agradecía Kagome no había usado armazón para darle volumen, suspiró de nuevo porque ahora era el turno de retirar el corsé y los zapatitos. Primero lo fácil, los zapatos y las medias que llegaban casi a las rodillas; sintió un impulso insano de acariciarle las pantorrillas, estaba seguro sería lo más que vería de ella en toda su vida, su dedo pulgar se deleitó delineando las curvas de esas hermosas pantorrillas hasta los tobillos, no vio la sonrisa de su dormida esposa al sentir las cosquillas. Fue por el último enemigo, el corsé. Deshizo los nudos y soltó el cordel, una vez hecho la movió un poco para sacarlo y deslizó rápidamente hasta que lo sacó casi casi vitoreando ante el logro, podía llamarse a sí mismo experto en retirar ropa femenina.

La arropó hasta el cuello, iba a irse, Dios sabe que iba a irse, pero fue débil ante el llamado en susurros por parte de su esposa, ella dijo su nombre en sueños y cada parte de su cuerpo vibró, caminó hasta la cama, se quitó las botas, el pañuelo, el chaleco, la levita, pero dejó la camisa y el pantalón, se acomodó al lado de ella con cuidado y por primera vez durmió casi de inmediato, no hubo pensamiento alguno que le atacara más que solo dormir junto a ella, para siempre…

Despertó, sabía era muy temprano todavía, aún la habitación estaba en penumbras, pero si ella lo miraba allí tendría muchas cosas qué explicar y perdería su confianza; su mano apretaba algo suave, tenía a Kagome recostada en su pecho con una mano en su brazo izquierdo, las de ambos piernas estaban enredadas, lo peor fue que descubrió qué era lo suave que apretaba con la mano izquierda, ¡era el trasero de Kagome!

Retiró la mano de inmediato, sentía que quemaba, tragó saliva por ver que la camisa de lino que tenía su esposa se corrió mientras dormía y ahora podía ver el pezón perfectamente, soltó una maldición en su mente y vio hacia el techo sintiendo su sangre recorrerle el cuerpo y su corazón bombear cada vez más rápido, debía retirarse o no habría mañana para él. Se fue separando poco a poco deslizando su cuerpo, primero la pierna izquierda tocó el suelo y le siguió todo su cuerpo, la alfombra amortiguo su caída, tomó su ropa y casi corrió a la salida, parecía algún adolescente que se colaba a la habitación de alguna enamorada por la noche para huir en la madrugada. Entró agitado a su propio cuarto y se tumbó sobre la cama sin poder conciliar el sueño de nuevo, solo podía pensar en ella, en Kagome, su dulce Kagome.

*********

Kagome se preparaba para comenzar el día, tenía muchas energías el día de hoy con una sensación de paz casi embriagante, preguntó a Sango cómo terminó en su habitación y la muchacha -quien, venía saliendo del cuarto del herido en la madrugada con el balde donde se vacían los urinales y vio al señor salir de la habitación de la duquesa cual ladrón.- dijo haber sido el señor quien la cargó y ella la encargada de desvestirla, no echaría de cabeza al amo por más extraño que fuera la señora no recordara haber pasado la noche con él, ¿o lo fingía por pudor? En todo caso pareció tranquila y contenta con la respuesta, así que el asunto quedó olvidado.

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora