PROMETIDA
Yan_skyblue/sesshome.Capítulo III
"Estimada dama, estas rosas son como parte del llamado "cortejo", espero que el color sea el adecuado ya que no poseo el fino conocimiento del lenguaje de las flores, recibalas, nos veremos en unos meses para casarnos y espero que para entonces su humor hacia mí sea favorable, igual le recuerdo que no tiene otra salida, usted me pertenece.
Atentamente, S.T."
Kagome arrugó la carta y le tiró en el fuego, si ese maldito creía que la tendría besando sus pies por un par de flores, muy lindas por cierto ellas no tenían la culpa de nada, estaba muy equivocado, además eso de recordarle siempre que ella era suya, majadero insensato y mal educado.
¡Dios mío! Que él y los ángeles la amparara porque se veía el tal S.T. era un burro con dinero, un patán y según su propio notario, todo un truhan, ella casada con un tipo de tal calaña, ¡inaceptable e inaudito!. Prefería seguir cosiendo manteles y pañuelos para venderlos, ya después haría vestidos y sus vidas serían menos duras…
—Son hermosas. — dijo Naomi colocándolas en un cubo de hierro lleno de agua ya que ni floreros les habían dejado.
—Las rosas, la persona que las envió por el contrario… — sonó molesta.
Su madre rió, parecía que el "prometido" quizás no era tan malo, si hubiera sido un patán, habría venido reclamando lo que consideraba suyo sin ton ni son, pero aunque en sus cartas sea un prepotente recalcando lo que él y su difunto esposo (que el diablo no lo dejara escapar del purgatorio por favor.) hicieron, es muy lindo de su parte al menos a distancia cortejar a Kagome, eso decía mucho de sus escrúpulos. Rezaba porque fuera un buen hombre, si lograba conquistar a su hija ella al menos ya no viviría ese estilo de vida tan duro, aunque no estaba segura de si la oferta era para madre e hija, sería feliz de ver a Kagome casada con un hombre que le adore y sepa apreciar la gran dama que es.
Ambas se sentaron a comer de nuevo una sopa de patatas y conversaron sobre el baile que darían los Wilson por la presentación de su hija Sara en sociedad, la chica siempre fue antipática para Kagome, sabía que era altanera y le gustaba comportarse como si fuera la reina de cualquier lugar.
—Estoy segura que coqueteara con todos los jóvenes no menos que Duques o Marquéses, quizás para el final de la noche habrá un escándalo.— dice Naomi divertida.
—¡Madre!— exclama la joven ocultando su risa. —No es bueno andar en cotillas. —
—¡Oh, vamos querida!. — exclama la mujer. —Ya no formamos parte de esa sociedad de víboras, así que podemos hablar de ellos tranquilamente mientras comemos...— vio el caldo aguado. —sopa de patata.—
Kagome se carcajeo de forma para nada femenina y ambas continuaron imaginando lo que sería de ese baile.
A la semana siguiente apareció una caja hermosa y otra carta, Kagome no la leyó y la dejó dentro de uno de los cajones de la cocina, su madre abrió el paquete y era un precioso vestido color rojo que deslumbró a ambas, nunca imaginaron volver a tener un modelo parisino tan fino entre sus sucias y desgastadas manos.
—Póntelo.— sugiere Naomi ilusionada.
Su hija abrió y cerró la boca varias veces, pero finalmente no tuvo corazón para negarle a su madre la petición, no con esos ojos tan brillantes pegados a ella, tomó la prenda y subió a la única habitación que usaban de la casa, se devistió frente al espejo, notó que su cuerpo estaba más delgado y huesudo, ya no quedaba rastro alguno de la damita que fue, suspiró y se puso el vestido, le quedaba casi perfecto, solo algo flojo, pero con unos arreglos podría…
Sacudió la cabeza, ella ya no estaba para ilusiones tontas y ese hombre jamás sería su marido, prefería seguir en esa miseria que casarse por haber sido apostada y mucho menos con un tipo que obviamente la ve como un mueble más.
—Sabía que te quedaría hermoso, ese color es perfecto para tu piel...—
La dama comenzó a decir lo bella que seguía siendo su hijita, lo bonito del vestido, algunos arreglos que deberían hacerle para que se ajustara a su figura, en algún paseo que deberían dar para lucirlo, la ilusión que le hacía verla vestida así de nuevo y que ese sujeto tenía buen gusto. Miró al espejo como su madre acariciaba la tela y susurraba que era perfecto para una señorita tan bonita como ella, eso la hizo preguntarse si no sería egoísta preferir la pobreza, bajó la mirada para ver de nuevo el regalo y por un instante, solo un instante, pensó que quizás era buena idea aceptar la propuesta del desconocido.
Al día siguiente su madre cosía las partes que vio le quedaban flojas y quiso llorar, Naomi se había esforzado tanto desde que su padre se desentendió de ellas, lavaba ropa desde el amanecer hasta el anochecer, no merecía morir en esas condiciones, merecía algo mejor…
Cuando el vestido estuvo listo, al día siguiente por la mañana Naomi le hizo un recogido con ilusión a su hija y salieron a la calle como antes, cuando aún tenían una reputación, caminaron tranquilas bajo el sol mañanero, pasearon por algunos lugares viendo las vitrinas de las boutiques, se deleitaron al menos viendo los deliciosos bizcochos de las panaderías y regresaron a casa contentas y sonrientes, hasta que llegó la hora de ponerse los harapos y seguir con sus trabajos diarios, con su realidad.
La semana siguiente, llegó otra carta con su respectivo regalo, una caja de deliciosos bizcochos, parecían recién hechos y se antojaban, ambas se saborearon como nunca y hasta hicieron té con hierbabuena que había en el jardín, sabía medio decente. Fingieron estar en una reunión de damas conversando hasta que estallaron en risas, aunque la prometida seguía negándose a leer las cartas de su pretendiente y prefería dejarlas guardadas en un cajón, sus regalos le alegraban el día.
Mientras, en un apartamento el joven de mirada pícara le escribía una carta a su señor informando de los avances con la damita, cada paso que daba y si los regalos eran recibidos, tal como le ordenaron. Sesshomaru era un loco y nadie sabía realmente qué haría ni por qué deseaba casarse con esa mujer, aunque era hermosa, había más mujeres hermosas escocesas para escoger, hasta tuvo la oportunidad con una americana adinerada pero él estaba empeñado en casarse con esa ex lady, quizás solo quería exhibirla como a otra de sus procesiones, él, un miserable escocés que viajó a América para hacer fortuna casado con una sangre azul, definitivamente Sesshomaru era malévolo cuando quería, solo esperaba que no fuera tan brusco con la señorita Higurashi, era una chica tierna, por más que ella tratara de comportarse como una fiera, llevaba la ternura plasmada en los ojos azules.
Terminó su informe y fue a entregarlo al mozo para que la llevara al servicio postal, se sentó a tomar un borbón y pensó en lo que debería enviarle a la mujer la próxima semana, después de todo, Sesshomaru solo le entregó un puñado de cartas que escribió y una bolsa de oro para que comprara lo que quisiera y se lo enviará semanalmente a ella, a excepción del primer día que debían ser rosas color rosado por mandato de él, de allí en adelante, lo dejó todo a su criterio.
La noche estaba en su apogeo, las estrellas brillan preciosas como lentejuelas y la luna le sonríe a todo aquel que la observe, ya sea una señorita casadera caída en desgracia o un ex desgraciado de cabellos plateados en Escocia pensando en ella.
Continuará...
Gracias infinitas por su apoyo chicas, son mi motivación, me alegra que les guste la historia y espero las haya hecho suspirar este capítulo como a mí.
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Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)
Randomoficialmente estamos de vuelta ^-^ ACTALIZACIONES LENTAS