Caperucita Roja y el Lobo Feroz capítulo 9

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MÍ FELICIDAD, NUESTRA FELICIDAD EGOÍSTA.

Sesshomaru estaba frente a su madre, cada uno peleando por su interés propio, uno por amor, la otra por hechizos, así los dos lobos blancos comenzaron su sangrienta pelea para prevalecer. Lastimando al ser que amaban sin saber, todo por el resentimiento de una sola persona quien plasmó su sufrimiento en otros. 

Kagome observó a Naraku, él le lanzó la llave de sus cadenas, el rey subió las escaleras para irse, era momento de ver a madre e hijo matarse mutuamente y dejaría a su descendiente observar, ¿qué peligro representa una moribunda?.

Kagome soltó sus ataduras, buscó una espada y corrió afuera. 

Naraku se deleitó, los dos lobos gigantes pelean a muerte mientras todo es destrozado a su alrededor, pensó en su pasado, en el odio que recibió, en la destrucción que vio siendo humano, en los rostros de todos aquellos a quienes conoció a lo largo de sus dos vidas y supo que el caos y la destrucción siempre estuvo marcado a fuego en su destino, después de todo… ¿qué más se podría esperar de un ser cuya existencia no tenía cabida en el mundo?. 

—Todos son iguales...— es salpicado por las gotas de sangre que emanan del lobo hembra. —Humanos, bestias, todos son iguales… son solamente seres llenos de ambición y odio a lo diferente. — cerró los ojos. Se sentía como aquel niño despreciado, como aquel hombre cuyo pueblo fue quemado. Ahora todo ardía en fuego también. 

Una espada le atravesó el pecho, la hoja estaba fría como su alma, la espada salió y el medio bestia volteó para ver a la moribunda humana desnuda casi al borde de sus fuerzas pero con los ojos prendidos en llamas por la determinación. 

—Así que, lograste venir hasta aquí y tratar de asesinarme...— tocó la herida, sonrió. —Los seres humanos y sus fuerzas absurdas.—  

》El mundo es solo eso, muerte y caos, todos tienen deseos y ambiciones, todos matan y roban para conseguir sus propósitos, todos aman el caos. Tú y esa bestia son muestra de ello, personas como 
tú crean monstruos como yo.

—No será como tú quieres...— usó la espada para apoyarse porque las fuerzas le abandonan. El fuego arde tras ella, Kagome sabía que en cierta forma Naraku era producto del odio pero no le daría su final feliz, lucharía hasta sus últimas fuerzas y no moriría. 

Sesshomaru se lanzó al cuello del lobo enemigo, mordió con todas las fuerzas que su furia le proporcionaba y luego jaló arrancando la garganta de tajo llevándose un collar oculto en el proceso. La sangre parecía un río bañando la calle, la bestia cayó derrotada y comenzó a tomar forma humanoide, los ojos encolerizados de Taisho se impactaron al notar que esa figura que se desangraba sin garganta era su propia madre, se transformó de nuevo en su forma mononoke y corrió hasta el cuerpo moribundo que flotaba en sangre. Ella lo observa sin poder decir lo que sus ojos gritan, hasta que murió. 

—¡Lo ves!.— grita Naraku mientras derrama sangre de su herida. —El mundo está hecho para el caos, los medio demonio no tenemos lugar en este plano así que todos deben morir y sufrir por mi desgracia, por mi sufrimiento, todos merecen lágrimas de sangre. — 

Kagome apenas y podía sostenerse, cayó hincada viendo a Sesshomaru llorar mientras acuna a la mujer entre sus brazos y grita de dolor y rabia, él mismo la había matado, a una de sus personas importantes. 

Comenzó a nevar, el blanco se mezcla con el rojo. 

—Sesshomaru...— llora Kagome impotente. 

Los pocos humanos que quedan rodean al líder, observando el giro inesperado de los acontecimientos, ¿qué deberían hacer? Tratar de asesinarlo o sentir empatía ante la desgracia, nadie lo sabía, hasta que la primera flecha fue lanzada contra su cuerpo y a esa le siguieron muchas otras, él no se defendía en lo absoluto, nada dolía más que su corazón ahora. 

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora