Tu Reputación 11

895 127 26
                                    

CAPÍTULO XI

Kikyo entró en la casa, observo aquí y allá disimulando su curiosidad quitándose los guantes y el sombrero, sonrió a su hermana de forma obviamente forzada, anunció estaba de visita por unos días; lamentaba no haber enviado una carta antes pero estaba cerca visitando a una amiga y se le ocurrió de repente ir a ver a su queridísima hermana. Tanto Kagome como Sesshomaru achicaron los ojos viéndole como a un fenómeno circense. 

—Mamá manda saludos.— observó el pasillo que llevaba a las estancias, las escaleras, el otro pasillo en el lado opuesto que iba al comedor y la cocina. —Creo el abuelo te manda esto...— sacó una carta de su ridículo sin mayor interés, estaba algo hajada pero igualmente Kagome la recibió con entusiasmo. —Espero no les moleste esté aquí. — tanteo el terreno con su cuñado. 

—Es un placer tenerla con nosotros...— Sesshomaru trató de no arrugar el rostro por el disgusto, al menos su esposa tendría noticias de su querido abuelo. —Señorita Higurashi. — 

—¡Nada de señorita!.— agitó la mano, se acercó al hombre. —Somos familia ahora, llámame Kikyo. — le tuteo con confianza. 

—Yo insisto en las formalidades, señorita Higurashi. — puso especial énfasis en el "señorita." Su rostro era como si hubiera comido un buen par de limones ácidos. 

Ella chasqueó la lengua mientras se aleja buscando sus baúles. El mozo y el cochero los dejaron justo en medio de la entrada, reverenciaron y se fueron. Kagome llamó a los muchachos para llevar el equipaje de su hermana a la habitación que le asignarían, las hermanas se retiraron al saloncito mientras Sesshomaru prefirió ir con los chicos. Rin vio el jaleo por la cantidad de baúles e interrogó a su primo. 

—Acaba de llegar la hermana mayor de Kagome. — de nuevo su semblante agrio al mencionar a la dama. 

—Veo, no te agrada. — rió divertida, esa cara suya lo delataba a kilómetros. Sesshomaru no sabía, él era tan transparente como su esposa.

—Es una cacatúa insoportable con complejo de pavo real. — 

—¡Por todos los cielos!.— casi se carcajea. —¿De verdad es tan mala?.—

—Ella y su madre hacían la vida imposible a Kagome. — 

Rin soltó un silbido poco femenino, ahora entendía, así, hasta ella la detestaría. Caminaron tras los jóvenes y encargaron a Sango limpiar la habitación para huésped. 

Kagome le indicó a su hermana entrar en el salón, ambas tomaron asiento una frente a la otra sopesando lo que dirían, la anfitriona no encontraba nada bueno que decir más allá de "Por favor compórtate." Pero al no ser apropiado, quiso abrir la supuesta carta de su abuelo sin remitente o destinatario. Los ojos café vieron el papel y de inmediato Kikyo corrió para arrebatarle la carta de las manos, la menor se sobresaltó, su hermana no era así, sobretodo siempre guardaba compostura. 

—¿Qué sucede hermana?.— preguntó de pie. 

La aludida se quedó paralizada, no podía contestar, le había entregado la carta equivocada a su hermana, eso significaba que la de su abuelo se quedó en el apartamento de soltero de…

—Inuyasha. — susurra. 

Inmediatamente su corazón se estrujó, tembló y las lágrimas, esas malditas traidoras, resbalaron victoriosas de haber ganado la batalla contra la joven. Kagome se acercó, le interrogó de nuevo sin otro resultado que más lágrimas, decidió entonces abrazarla para brindarle su apoyo. Le destrozó el corazón ver a su hermana de esa forma, Kikyo era la correcta, la perfecta, la mujer fuerte, la dama. De repente se apartó de ella colérica, dejó caer la carta al suelo, Kagome la recogió y sin aguantar la intriga le abrió, de todas formas el sello ya estaba roto desde antes. 

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora