Parte 6

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La noche fue larga, la humana no dejaba de retorcerse y sudar, a veces balbuceaba cosas incoherentes y hasta llegó a suplicar por un poco de cariño y no ser abandonada. Se dedicó a cambiar su paño y tratar de que estuviera arropada todo el tiempo cuidando la habitación permaneciera caliente.

En la mañana, corrió las cortinas para que algo de luz entrara, ya no estaba nevando afortunadamente, fue hasta ella y la notó mucho más calmada, era buena señal en poco tiempo seguramente despertaría así que debía tener algo listo de comer, los humanos son tan débiles que seguramente no podría pararse por ella misma para ir al comedor, con lo pálida que estaba. Le dedicó una última mirada a la mujer antes de salir de la habitación en dirección a la cocina; al regresar no esperaba encontrarla sentada en la cama con las mejillas coloradas y expresión de asombro.

—Finalmente despiertas.— dice el Yokai mientras coloca la charola en un buró cerca de la ventana. —¿Aún sientes frío?— jala una silla hasta estar cerca de la cama.

Kagome aprieta las sábanas, ¿a qué jugaba ese despreciable monstruo?, ¿por qué no la dejó morir? Además...

—Yo no tenía esta ropa cuando escapé...— dice en tono bajito. —Por favor no me diga que usted me cambió.— frunció el ceño.

—No seas idiota mujer, un líder como yo tocando a una humana como tú...— su mirada fría caló hasta el corazón de la guerrera. —Kagura lo hizo.— mintió descaradamente.

Kagome suspiró aliviada, lo que menos deseaba era haber sido manoseada por las garras de esa criatura anormal. Iba a preguntar quién era Kagura pero ver a su secuestrador sosteniendo un tazón de sopa dispuesto a darle de comer le impactó mucho más que si le hubiera dicho la iba a matar en ese instante.

—¿Que... que... pretende...?— el corazón le dio un vuelco.

—Darte de comer...— dijo, como si fuera algo natural que pasara todos los días. —Abre la boca humana.— ordenó.

Higurashi titubeó, pestañeó aturdida por unos segundos, trató de reponerse a la impresión, no podía creerlo, de verdad no podía, en su cabeza era más común que una bestia la partiera en dos a estar imaginando ahora al líder de esas mismas bestias con un tazón de sopa calientita y una cuchara en la otra mano soplandola y listo para darle de comer en la boca, ¡a ella! Una guerrera, una humana que ha asesinado a tantos de su raza que ya hasta había perdido la cuenta... ¡Dios santo!

Abrió la boca temerosa, quizás el maldito la estaba engañando y lo que realmente deseaba era envenenarla para verla retorcerse de dolor echando espumarajos de su boca y...

《Creo que mi imaginación me está jugando en contra...》

Como si él leyera su mente decidió aclarar sus dudas.

—No está envenenado...— menciona. Kagome cerró la boca para tragar el líquido que tenía un sabor delicioso y estaba tibio, él retiró la cuchara de su boca para llenarla de nuevo con más líquido. —Los Yokais matamos en batalla, frente a frente...— le vio con reproche, como si ella hubiera hecho algo deplorable. —Muy diferente a los humanos.— otra cucharada a la boca de la mujer que intentaba procesar todo lo que estaba ocurriendo.

—No todos los humanos somos iguales...— dijo para defender a su raza. —Algunos nos regimos por el honor y...— suspiró. —Por nuestras ganas de cuidar de los más débiles.

—¿Asesinando a otros seres solo porque sienten miedo de lo desconocido?— contraatacó.

La dejó completamente desarmada, no podía argumentar mucho ante sus palabras, ella misma había matado bestias que, ahora que lo pensaba mejor, no habían hecho nada realmente, solo estar cerca de algún asentamiento humano. Apretó los labios; estaba tan avergonzada ¿realmente los de su estirpe no eran los buenos del cuento? ¿Podría ser eso posible?.

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora