Parte 4

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Se quedó parada frente a la ventana viendo la nieve caer por horas, no entendía, pero estar allí le daba una sensación de paz y libertad que jamás tuvo en su propio hogar; hasta que su paz se vio interrumpida por dos mujeres con marcados rasgos de bestia. Ambas dijeron estar allí por orden de su amo, le impactó ver en sus manos muchas telas de colores pálidos -muy finas a simple vista- e implementos que le parecieron eran para baño, curiosa, se dejó ser.

Fue llevada a una habitación enorme con una tina de madera, el agua estaba tibia y olía a flores silvestres. Su cuerpo fue tallado y lavado, luego le secaron con cuidado para finalmente vestirla con esas ropas extrañas pero hermosas y peinarle en un recogido sostenido por una peineta dorada. Todo aquello le pareció algo ridículo, si el tal Sesshomaru le odiaba tanto para amenazarla, ¿por qué tanta consideración y protocolo?

Estaba lista, las mujeres se retiraron no sin antes hacerle saber su señor le esperaba en el salón para cenar.

—No sé dónde se encuentra ese salón

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—No sé dónde se encuentra ese salón.— frunció el ceño.

Ese sujeto era extraño, la situación era como a los animales que cuidan y alimentan para luego ser sacrificados y comidos.

—Si me sigues lo sabrás, humana.— otra mujer bestia entró, pero esta era distinta, algo en ella se veía amenazante.

—¿Qué si me niego?— quiso ver el terreno que pisaba.

—No querrás hacer enojar a nuestro señor...— una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro de ángel. —O podrías terminar entre sus fauces y esta vez, ser devorada. — se dio la vuelta y comenzó a andar.

Kagome, aunque molesta e irritada, le siguió ya que de nada le servía quedarse encerrada, no podría averiguar nada. Tenía mucha curiosidad por esa bestia, además, lo que dijo... sobre terminar en las fauces de ése sujeto, eso era extraño, ¿cómo podría una bestia humanoide deborarla?, ¿acaso la iban a... cocinar? Tragó saliva.

—Salvajes bestias...— murmuró.

Su guía sonrió de nuevo, era una estúpida humana, su señor debió tratarla y acabar con ella de una vez, ella no era de andar torturando, creía era mejor acabar con la peste rápidamente, antes que comience a pudrirse; pero quién era ella para cuestionar la decisión del líder.

Caminaron en silencio por varios pasillos hermosos, con decoraciones increíbles que Kagome en su vida había apreciado, vio muchas formas que no usaban en el reino, todo era exquisito. Suspiró, no debía pero estaba maravillada con ese edificio. Todo era diferente y hermoso, los colores, las líneas, las formas, la decoración. Bajaron por unas escaleras, caminaron hasta estar frente a dos puertas enormes color borgoña, la bestia femenina tocó; Kagome escuchó de nuevo la deliciosa voz de su auto proclamado "captor". Las puertas se abrieron, le indicaron entrar y así lo hizo, caminó hacia la mesa casi llevada por un poder magnético, hasta que el sonido tras de ella que le indicaba toda vía de escape se había reducido al ventanal enorme a su lado izquierdo, le hizo fruncir el ceño.

–Toma asiento.— ordenó el magnífico espécimen sentado a la cabeza de una mesa con manjares maravillosos y de un largo exagerado contando que solo eran ellos dos allí. Su vestimenta era igual que la de los otros, muy distinta a cualquier cosa que haya conocido antes.

—Quiero respuestas primero.— lo encaró.

—No me interesa lo que quieras, harás lo que te diga humana.— contestó igual de decidido.

—Está loco si pretende me siente a la mesa como una damita, a comer con la bestia que me tiene cautiva.—

—Lo diré una última vez, siéntate. — se puso de pie imponiendo su presencia.

Kagome sentía el sudor recorrer su espalda, tragó saliva, ese sujeto poseía la capacidad de volver el ambiente pesado, no entendía por qué pero sentía como si algo invisible la estuviera empujando hacia abajo con fuerza, el solo mantenerse firme de pie se dificultaba.

《Es la primera humana que ha resistido tanto a mi yoki》la bestia habló.

-—¡No lo haré!, ¡no me puede obligar.!— perdió los estribos.

—¿No puedo.?— arqueó una ceja. 

Levantó su mano, el dedo medio e índice hacia arriba, en un parpadeo la chica tenía el cuello sujetado por un látigo verdoso. La capitana sintió un ardor instantáneo donde ese látigo apretaba, seguramente debía estar envenenado.

—Yo creo que sí te puedo obligar.— dijo Sesshomaru con arrogancia.

Higurashi comenzaba a sentir que le faltaba el oxígeno, solo había una forma de librarse de él, colocó sus amos en el látigo y comenzó a jalar, él igual.

—Si sigues así, humana idiota, terminarás ahorcada. — advirtió.

<Maldito> pensó ella jalando con todas sus fuerzas, todo dependía de qué tan importante fuera para esa bestia mantenerla con vida.

Sesshomaru se molestó, si esa idiota tenía ganas de morirse rápido, no se lo iba a permitir; dio un jalón usando su verdadera fuerza. La chica sintió el cuerpo entero ser tirado, ¡sí! Trató de no perderlo de vista, en cuanto estuvo cerca de él intentó darle un puñetazo pero no contó con la rapidez de Taisho, un solo movimiento con el brazo bastó para que el látigo la elevara hasta el techo, golpeó de espalda, fue un golpe muy fuerte. La peineta que sostenía su cabello cayó al suelo igual que ella perdiendo el oxígeno en sus pulmones, si no fuera una mujer fuerte cuyo cuerpo ha recibido entrenamiento toda su vida seguramente estaría gravemente herida. Tosió, con dificultad se puso de pie decidida a al menos darle un golpe a ese maldito.

—Ya verá.— sentencia.

Pero el látigo abandona su cuello.

—Siéntate.— hasta él reconocía que debió ser más delicado, casi la mata sin siquiera haber satisfecho su odio o su curiosidad por saber dónde consiguió a Tessaiga. —La próxima vez no seré tan condescendiente contigo. — se acercó a ella.

La capitana no lo pensó, le lanzó una patada al brazo izquierdo.

Grande fue su sorpresa al notar que el sujeto no tenía nada, solo la manga de su extraña ropa. Cayó al suelo de pompas impactada, ¿por qué?

Sesshomaru entonces se quitó la parte superior de su kimono dándole a ella la muestra de su obra. Le faltaba el brazo casi completo.

—¿Querías comprobar lo que hiciste humana.?— frunció el ceño.

—Pero yo...— se tapó la boca. —Yo le partí el brazo a un lobo...— nunca vio algo así, ¿acaso esa bestia de aspecto humanoide podía ser ése lobo blanco?

—Ese "lobo" como lo llamas es un Yokai Inu, Yako soy yo.— dio tres pasos hacia atrás. —Abre tus ojos, humana.—

Se transformó ante ella. Por su enorme tamaño se quedó agachado, pero eso bastó para que la mujer abriera la boca aterrada y anonadada. Nunca jamás escuchó fuera posible una bestia tuviera dos formas, los lobos guías de su especie para ella representaban animales macabros y de ojos de infierno capaces de grandes hazañas de maldad, eran la muerte propia, no un ser de aspecto humano.

La forma de la bestia Yokai fue volviendo a la normalidad, de nuevo era él, ahora desnudo, frente a ella.

—¿Por qué...?— fue lo único que pudo pronunciar ante la revelación que se abría paso ante sus ojos azules.

Continuará...

Aquí el capítulo chicas, espero que lo disfrutaran. Perdón la tardanza 😅

Besitos en el cachetito 😘

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora