Ángel Negro 7

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ANGEL NEGRO.
Yanskyblue/Sesshome.

Capítulo 6.

Ocho años después de la expulsión de Kagome del reino.

El rey de todo Sengoku, el temido Ángel de alas negras y blancas, el monarca despiadado y recto, el ser humano despreciable, ese… ese que llora ahora sentado en su sofá escuchando a su hija practicar el piano en la otra habitación junto a su abuela, ese que daría lo que fuera por volver a ser feliz junto a quienes perdió, ese que observa como Sara se desviste frente a él sin causarle siquiera un suspiro y menos una erección, ese que solo sueña con los ojos azules que le marcaron de por vida; Sesshomaru sentía que Kagome era un fantasma en su vida desde que se fue, la extrañaba y aún la odiaba por traicionarle, no entendía las razones de Inuyasha para ir tras ella pero no deseaba pensar en ellos dos juntos, eso sería devastador.

Sesshomaru se puso de pie y salió del despacho para ir con su hija, prefería estar con Moroha que con esa insípida mujer.

La puerta se cerró dejando a Sara sumida en una ola de pensamientos y sentimientos destructivos, lloró de furia porque en todos estos años no había logrado siquiera que el rey la mirara de forma distinta al completo desdén, ella no le interesaba en lo más mínimo como mujer y eso le laceraba el alma negra.

—¿De qué sirve…?.—

¿De qué servía haber hecho lo que hizo si él no la miraba, no la tocaba, no la deseaba?.

Golpeó la mesa furiosa, debía recurrir a las mismas artimañas de antes, todo fuera por tener a ése arrogante hombre a sus pies, se arrepentiría de haberla despreciado.

Mientras Sesshomaru se dedica a ver a su niña tocar el piano, Sara pensaba una forma de llevar a cabo su cometido y sin embargo, esta vez no podría lograrlo.

En el horizonte, un ejército se acercaba y tomaron por sorpresa el gran reino de Sengoku, tarde la campaña de alerta sonó porque los amorfos aliados junto con las hechiceras y magos atacaron las murallas y masacraron los soldados ángeles a su paso.

Mientras Sesshomaru felicitaba a su hija por su maravillosa interpretación, la agitación afuera era encarecida.

¿Qué destino le esperaba a este reino?.

Todo dependería al final de aquellos en quienes el rey siempre pensaba.

*******

Vivir en el bosque hubiera sido imposible si no fuera por Inuyasha, ella agradecía su ayuda y sobre todo su fé en su inocencia.

El ala herida de Inuyasha no se pudo curar y una noche de luna llena el ángel se arrancó las alas para ser ahora un simple humano más con fuerza y velocidad por encima de lo corriente, Kagome lo lamentó pero respetó la decisión de su amigo.

Y allí, enmedio del bosque, encontraron respuesta a una pregunta que ambos tenían sin contestar desde hacía muchos años.

Kikyo, Kikyo Higurashi, la hermana de Kagome, esa que desapareció hacía muchos años volvía a sus vidas.

Kikyo estaba cambiada, usaba una armadura de mujer morada, llevaba el cabello suelto y la mirada afilada.

—Se acerca el fuego— dijo. —, habrá que proteger a las princesas. —

Y así, Kagome descubrió que su hermana había vivido todo este tiempo junto con las hechiceras preparándose para algo que ellas llamaban apocalipsis y que supuestamente implicaba la vida de muchos.

Al principio Inuyasha y Kagome fueron esquivos con esta nueva Kikyo que se aparecía con historias descabelladas ante ellos, pero pronto vieron que sus poderes de adivinación no eran mentira y poco a poco creyeron en el catalanismo del que tanto hablaba.

Las niñas fueron llamadas "princesas ángeles " y fueron bautizadas como Towa y Setsuna, mitad del sol y la luna, mientras que Moroha representaba a las estrellas.

Todo este misticismo era nuevo para el ex ángel y lance reina, sin embargo se prepararon para la venida de aquella profecía.

Hoy, varios años después, Kikyo anunció que finalmente era el momento, esa noche los planetas se alinearian y debían invadir Sengoku en busca de aquello que destruiría al mundo.

Fue por esta profecía que los amorfos, las hadas y hechiceros se unieron para entrar en el corazón de Sengoku en busca de la "Shikon no Tama" aquel artefacto de otro mundo y otro tiempo que había acabado en el suyo por error y que llevaría a todas las naciones a la desgracia.

—¡Guerra!.— gritó Koga, el líder de los amorfos.

—¡Guerra!.— secundo Rin, la hija del anciano rey de las hadas.

Las hechiceras tenían un plan y estaban seguras que si esperaban más tiempo no podrían detener el andar hacia el fin.

Kagome, montada sobre la bestia Kirara, veía a sus dos princesas usar lo que aprendieron de su tía todos estos años para lanzar un encantamiento sobre su espada, sabían aún a su tan corta edad que el peligro era inminente. Inuyasha se plantó a su lado dispuesto a lo que fuera por la mujer que representaba su familia, por sus sobrinas y por supuesto, por la mujer que amaba.

Se dirigieron a los muros de Sengoku y cuando el sol comenzaba a ocultarse por el horizonte las hechiceras dispararon bolas de fuego a la puerta mientras las bestias amorfas escalan los muros, las hadas se encargan de curar a los heridos por el enemigo y los pocos aliados humanos esperan la caída de la puerta para entrar y comenzar con la guerra.

Pero sus cálculos fueron erróneos y al levantarse la noche sobre la próspera nación la desgracia se materializó, una inmensa luz púrpura iluminó el cielo liberando miles de bestias deformes que Kikyo identificó como "yokais".

Habían llegado demasiado tarde…

Continuará.

Libro de historias cortas sesshome y otras parejas 2 (Actualizaciones semanal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora