(Conway)
Me aferré todo lo posible a Armando. A pesar de no conocer mucho a ese hombre no podría estar sin él en mi situación.
Tampoco planeaba tener algo con él. Simplemente le tendría a mi lado para que el bebé y yo estuviéramos seguros, no?
Grúas, al notar mi acercamiento, me tomó por la cintura para poner mi cara en su pecho y que así pudiera aspirar mejor su aroma, era como droga para mí, adictivo. Lo necesitaba tanto como el oxígeno, era algo vital para mi ser.
Cada suspiro con su olor me reconfortaba, me hacía sentir nuevo, recobraba todas mis fuerzas perdidas por la gestación, me sentía imparable, sentía que el embarazo lo podría pasar yo con la minga, que todo iba a ir bien.
En cambio, en la soledad en mi cabeza rondaban pensamientos como que al no estar con Grúas me abandonaría, mi cuerpo rechazaría al bebé y perdería de nuevo un hijo...no me veía capaz de dar a luz, de tener en mi interior a otro ser durante 9 meses...
No le iba a pedir salir conmigo, seguro que si aceptaba era solo por el niño y yo no quería salie con alguien por pena, no lo necesitaba. Al fin y al cabo siempre fui una persona independiente. Un T-800, God.
Puse mis manos en su pecho mientras escuchaba sus latidos atentamente. Eran como la más bella melodía para mis oídos, podría estar el resto de mi vida escuchándolos y no me molestaría en lo absoluto.
Ójala su corazón latiera por y para mí...
Acaricié su pecho suavemente con una leve sonrisa al notar como Armando me arropaba cuidadosamente con las sábanas de la cama.
Dejé un suave beso en una de sus clavículas mientras pasaba mi dedo por sus pectorales, su piel era tan suave...
Nunca me había parado a pensar lo atractivo y perfecto que era Grúas. La verdad es que siempre le había visto como el tocapelotas jefe de mecánicos que solo hacía que venir a protestar y hacer el gilipollas.
Además se preocupaba tanto por mí aunque no fuéramos nada...era tan cuidadoso, paciente...lo contrario a mí...pero por eso...me gustaba.
Lo admito. Estoy enamorado de Armando Grúas, el padre de mi hijo.
Puede que el bebé nos haga más unidos, pero nada me garantiza que él valla a sentir lo mismo, y mucho menos a empezar una vida en común conmigo.
Cada persona que se acercaba a mí no tenía buen final, atraía la destrucción y la muerte a todo mi entorno, pero para mí no llegaba.
Media ciudad me tenía manía y al otra media me quería muerto, aunque tampoco me extrañaba. Solo hacía que gritar y gritar, dar de hostias a las personas y más gritar y gritar, insultar e insultar. Siempre lo mismo.
Y ya todo el mundo me conocía por eso.
Pero a Armando parecía no importarle, actuaba demasiado calmado como para tener un hijo suyo en el interior del hombre más temido y odiado de la ciudad.
No se había ido de mi lado en este tiempo.
Desde hace un mes, que pasó lo que pasó habíamos tenido más contacto del que tuvimos durante toda nuestra estancia en la ciudad y todo porque él venía a comisaría o me hablaba cuando iba al taller, yo nunca hice nada.
Y ahí estaba yo, acostado en mi cama, abrazado fuertemente al jefe de mecánicos recibiendo sus caricias y su amor. Escuchando, como si mi vida dependiera de ello, los latidos de su corazón con una pequeña sonrisa. Esa que hace demasiado que no se veía en mi rostro.
Pero él lo había conseguido, había podido hacerme feliz en el escaso tiempo que estábamos juntos.
Me había hecho sentir realmente único con cada toque, cada palabra. Realmente parecía que había alguna persona en este mundo destinada a estar a mi lado. Lo dudaba. Si todo esto de Dios existía porque se preocuparía de que una mala persona como yo sonriera?
Puede que las circunstancias de la vida me hallan hecho ser así, pero no eso no quitaba mi justificaba mis acciones.
Qué veía en mí para estar apoyándome de esa manera? Estaba fingiendo? Por qué querría estar con un hombre de corazón inexistente? Con alguien roto por dentro, alguien con cientos de heridas del pasado que nunca sanarían...?
Por qué...?
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Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)
RandomArmando Grúas y Jack Conway eran un alfa y un omega que iban por este camino de la vida solos, cada uno dirigía su manada. Armando el taller y Conway la comisaría. Ambos pensaban que siempre sería así. Solo tenían su trabajo. ¿Una vez que llegaban d...