Ropita y juguetes

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(Conway)

Estábamos en el coche, Armando conducía hacia la tienda, insistí en ir solo, pero el padre y el pseudopadre del bebé insistieron en acompañarme.

Al llegar, observé los escaparates, imaginándome a mi pequeño bebé con todas esas ropitas. Algunas me gustaron, otras no tanto.

Miraba la ropa, y añadía alguna a mi carrito, pero mi cara se iluminó de repente al ver ✨la ropa✨.

Varios pequeños trajecitos de diferentes colores, con pequeñas y elegantes corbatitas incorporadas, tenían su mini camisa, su mini pantalón...

Me acerqué hacia ellos, mirándolos asombrado, estaba seguro de que eso era lo que quería para mi bebé, sin duda.

Tomé uno de cada, acariciando fascinado la tela, y deseando que llegara el momento de tener a mi niño en mis brazos, vestido con esos ropajes.

Coloqué sobre mi abdomen un diminuto trajecito de pantalones negros y corbata del mismo color, era como yo en miniatura...me hacía demasiada ilusión, incluso se me saltaron las lágrimas ante semejantes pensamientos.

En cambio, los dos alfas estaban en pleno éxtasis, ropa que veían ropa que cogían.

El mecánico se decantaba más por pequeños sombreros y ropas sencillas, camisas abiertas de colores, pantalones...

Mientras que el ruso, tomaba camisas de tono vino y algún que otro traje, más que nada para hacer la pelota.

Busqué zapatos para los trajes, y había algunos que eran de vestir y me fascinaron. Los tomé, agarrando también pequeños calcetines, que facilmente tenían el mismo tamaño de dos dedos de los alfas.

También cogí algunas deportivas de muchos colores, bastante llamativas, a decir verdad. Pero slgo en mi interior me decía que le iban a encantar.

Sonreí, caminando hacia algunos baberos, o pequeños gorros que me gustaron.

Agarré unas pequeñas gafas de sol, además de un babero en el que salía una especie de traje, y unos gorritos para el frío.

Recordé que nacería en estaciones frías, por lo que caminé hacia las chaquetas, y vi una como la de Gustabo, roja y calentita, la agarré, sería graciosa la escena de ver a mi hijo vistiendo como ese capullo.

También, para que el pequeño pudiera ponerse de todo y no se tuviera que vestir solo con trajes, pues entendía que a los niños les podrían parecer incómodos y quería educar a mi hijo de una manera en la que él mismo pudiera elegir sus preferencias y gustos, tomé algunas otras prendas más coloridas y divertidas, que estaba seguro de que le iban a encantar, pues sabía que venía un bebé alegre.

No solo era el presentimiento, sino que también lo mucho que se movía, como dándome fuerzas para seguir con todo eso.

Vi algunos pijamas, metí algunos al carro, pero hubo uno que me gustó por encima que todos, un pequeñísimo pijama suavecito de super héroe, con su capa y todo.

Sin duda ese pequeño era un héroe que venía a salvar mi monótona existencia y a llenarla de alegría, eso no lo dudaba.

Muy emocionado por todas mis adquisiciones, me acerqué a los demás, que no compraron con inteligencia, dejándose llevar por la ilusión.

Sin duda al pequeño le gustaría más lo que yo le había escogido.

Les dejé atrás, entré a una tienda de muebles para juguetes y el primero que le compré fue un peluche de una mariposa monarca azul, también tomé un osito y algunos peluches más que me llamaron la atención.

Estaba muy alegre, muy emocionado por la llegada del bebé, más que nunca. Pues con todo lo que llevaba en mis brazos ya me hacía una idea de todo lo que vendría en los siguientes meses de mi vida.

Compré un pequeño biberón, que llevaba en mi mano, pues me estaba imaginando dándole leche al pequeño. Aunque amamantarle tampoco estaría nada mal.

Me senté en un banco del centro comercial, comiendo un helado que el cuerpo me había pedido, mientras movía mis piernas emocionado.

Tenía mis bolsas, y los otros dos seguían sumidos en sus comprar y su emoción, por lo que decidí parar a tomar algún aperitivo.

Yo ya no necesitaba nada más, pues aún no tenía la habitación del bebé lista. Cuando lo hiciera, ya empezaría a comprar muebles y demás objetos necesarios.

Vi a Armando y Volkov correr hacia mí tropezándose con muchas bolsas, parecía una carrera. Volkov, gracias a sus largas piernas, iba en cabeza, pero el mecánico no le permitiría eso por mucho.

Me paré, quedándome de brazos cruzados y mirándoles a ambos de manera severa.

Pararon del golpe, observando mis facciones con algo de miedo.

-Vamos a casa, y no pienso ayudaros. Ni que fuerais vosotros los embarazados-tomé mis cosas, caminando hacia la puerta.

Me monté en el coche, en el asiento del conductor, pues los gilipollas estaban ocupando toda la parte de atrás con sus bolsas y sus mierdas, las mías estaban bien colocadas en el asiento de copiloto, apiladas y ordenadas.

Empecé a comducir en silencio hacia casa, el coche estaba repleto de feromonas de terror de los de atrás, por lo que pudiera decirles.

Yo?, solo quería hacerles sufrir.

Al llegar a casa subí a colocar las cosas a mi cuarto, sonriendo al darles una última ojeada.

Armando y Volkov daban varios viajes para traer sus bolsas, lo que me parecía muy divertido, me reía en sus caras.

Luego, empecé a ver lo que ellos habían comprado, no estaba mal, pero se limitaron a seguir su propio estilo, querían hacer a mi hijo clones suyos. Podríamos ponerle de todo, pero esa ropa multicolor y algún que otro traje, tendría prioridad sin duda.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora